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La raza, el arte y la inspiración (video)

Sábado, 27 Abr 2013    Aguascalientes, Ags.    Juan Antonio de Labra | Foto: Landín-Miranda           
Diego Silveti cortó dos orejas tras una faena intensa
La corrida de hoy quedará inscrita en los anales de la Monumental de Aguascalientes por tres motivos propiciados por toreros de personalidades diferentes, que hoy gravitaron en perfecta armonía a lo largo de una puesta en escena que tuvo muchísimo contenido.

Y la expectación que había generado este original cartel se vio retribuida con el dramático triunfo de Diego Silveti; la hondura de Morante, un artista fuera de serie, y la inspiración de Alejandro Talavante, ese ilusionista del toreo. De tal forma que la gente disfrutó de tres actuaciones complementarias; igualmente valederas e importantes.

En medio de Morante y Talavante, Diego Silveti brilló con luz propia y se convirtió en el máximo triunfador del festejo y el primer matador que corta dos orejas a un mismo toro: el encastado "Determinado", de San Miguel de Mimiahuápam, un ejemplar de los de cara o cruz con el que Diego sacó el carácter y se sobrepuso a una espeluznante voltereta para tumbarle dos merecidísimas orejas.

Dicen que en la vida la actitud lo es todo. Y en esta difícil profesión, el público perdona cualquier cosa a los toreros menos la falta de entrega. En dicho sentido, Silveti enseñó que no venía a Aguascalientes como un convidado de piedra, al lado de esas dos figuras consagradas, sino que aquí hay un gallo de pelea dispuesto a rifársela… inclusive a recibir al toro con una larga a portagayola.

Esta suerte tan riesgosa, que a veces se olvida en cuestión de minutos, fue una evidente declaración de intenciones; la de un torero de reciente alternativa que se quiere ganar un sitio relevante en la tauromaquia y seguir dando lustre a su famosa dinastía.

A ese dechado de arrojo siguieron unos mecidos lances a pies juntos; unas chicuelinas al paso y, poco después, realizó un excelente quite por gaoneras. Con el ambiente a su favor, y el público muy sensibilizado a lo que estaba haciendo, Silveti continuó una faena que al principio provocó ciertas dudas entre los profesionales.

El temperamento del toro por el pitón derecho era un problema por resolver. Y aunque Diego ya había percibido que el ejemplar de Mimiahuápam iba a echarle mano, apostó con la mano derecha hasta que sobrevino la tremenda voltereta, esa que levantó un alarmado grito en el tendido.

Pero Diego no se miró siquiera la ropa y se levantó como un valiente a continuar con su faena. La emoción que aportó el toro fue clave para que la faena creciera en unos cadenciosos ayudados en los que Silveti aprovechó la calidad de "Decidido" por el pitón izquierdo. Y se lo enredó gallardamente por la faja en series de magnífico acabado, que tuvieron el colofón del desdén, ese genético remate en los Silveti.

Cuando la plaza se había rendido la demostración de carácter de Diego, el estrujante final de faena, mediante unas temerarias bernadinas, la mesa estaba servida para el triunfo… que llegó con una fulminante estocada. El premio de dos orejas le supo a gloria a Silveti, y las paseó con mucho garbo en la vuelta al ruedo, llevando ambos apéndices en una mano y un sombrero de charro en la otra.

Morante ya había bosquejado algunos detalles de soberbio empaque con el flojo ejemplar que abrió plaza. Sin embargo, las orgásmicas verónicas que le dio al cuarto, un toro castaño que embistió con mucho ritmo de salida, fueron el punto de inflexión de la corrida.

El de la Puebla acompañó a "Un Grande" –que era el nombre del toro– con todo el cuerpo; llevó las manos casi juntas, acompasadamente, a una altura precisa, para torear con una profundidad pasmosa, en las que meció el toreo con hondura. Y a cada lance la plaza entera rugía al unísono rendida al arte de este singular artista, uno de los más profundos  de los últimos años.

Torear así solo se atribuye al duende; ese misterioso estado de interioridad del que García Lorca teorizó en un conocido ensayo; esa música callada del toreo de Bergamín, arte supremo de una expresión subyugante.

La faena ya no mantuvo el mismo tono de intensidad, porque el toro vino a menos y se paró pronto. Pero aquello importaba poco. Cuando se torea a la verónica como lo hizo Morante hoy en Aguascalientes, lo demás sale sobrando. Porque eso fue de "apaga y vámonos".

Pero como cada torero tiene que escribir su historia dentro de una corrida, Alejandro Talavante salió a hacer lo suyo. Los naturales de largo trazo que dio al primer toro de su lote tuvieron su continuidad delante del quinto, un toro noble que le permitió mostrar ese toreo tan suyo, tan imprevisible. Y quizá sea esto último lo que cautiva; porque con Talavante nadie puede afirmar que ya sabe lo que va a pasar; por el contrario, el hombre busca y rebusca en su inspiración esos retazos de creatividad cuyas obras están compuestas de muchas cosas propositivas, como en esta faena donde se abandonó para hacer lo que le gusta: reiventarse de serie a serie. Formidable. Por único.

La salida a hombros de Diego Silveti fue clamorosa, como también lo fue la ovación que el público tributó a Morante cuando abandonó la Monumental, una plaza que hoy vibró de emoción con la raza, el arte y la inspiración de tres toreros honrados.

Ficha
Aguascalientes, Ags.- Plaza Monumental. Sexto festejo de feria. Casi lleno en tarde calurosa. Seis toros de San Miguel de Mimiahuápam, desiguales en presentación y juego, entre los que destacaron el 2o. por su bravura, premiado con arrastre lento, y el 5o. por su nobleza. Pesos: 511, 493, 480, 483, 488 y 490 kilos. Morante de la Puebla (verde botella y oro): Leves pitos y palmas. Alejandro Talavante (lila y oro): Palmas tras aviso y oreja. Diego Silveti (verde manzana y oro): Dos orejas y silencio. Incidencias: Christian Sánchez se desmonteró tras parear al 3o.


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