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Carta abierta a Alejandro Amaya

Domingo, 09 Sep 2012    México, D.F.    Heriberto Murrieta | Foto: José Pelayo   
Un emocionado recuerdo para la señora María Elvia Amaya
Heriberto Murrieta nos comparte la carta que escribió en estas horas de luto y tristeza, dirigidas al matador Alejandro Amaya, que ayer sufrió la pérdida de su madre, la señora María Elvia Amaya de Hank, misma que reproducimos a continuación:

Estimado Alejandro:

El 25 de noviembre de 2009 sonó mi teléfono. Era tu madre. No descansaba reuniendo nuevas ideas para relanzar tu carrera taurina.

Me recalcó que habías decidido abrirte camino por tu cuenta, con independencia absoluta, sin ninguna ayuda económica de tu padre, lo cual me impresionó gratamente. Pero María Elvia, con inmenso amor y su inquietud de emprendedora, se movía discretamente por su lado. Quería ayudarte de alguna manera. Finalmente las madres, sea cual sea la edad de los hijos, tienden a protegernos. Con idéntica solidaridad, olvidándose momentáneamente de los síntomas de la enfermedad que ya la aquejaba, en junio de 2011 saldría a denunciar ante los medios de comunicación las anomalías de la forma en que Jorge fue detenido en su casa de Tijuana. Se me figuraba una pequeña flor azul incólume ante la tempestad.

El natural interés de María Elvia por ti se extendió hacia el proyecto de un documental en defensa y promoción de la Fiesta de los toros que se truncó al iniciarse los tratamientos médicos a los que empezó a ser sometida. "¿Y si hacemos un corto para las salas de cine? Creo que será importante que siempre haya testimonios narrados para que no se vuelva tedioso. Hay que reunir a personajes mexicanos y españoles que estén vinculados con los toros para que nos hablen de su tradición y la generación de empleos. En fin, ideas sueltas que seguramente no son novedad para ti", me sugería con desbordante entusiasmo.

María Elvia -quién mejor que tú para saberlo- era laboriosa y dinámica, siempre preocupada por recaudar fondos para los más desprotegidos. Una mujer con verdadero compromiso social. Nada la detenía. Estaba en todo. No se le escapaba ningún detalle. Tenía carácter y personalidad. Su presencia era encantadora: fina, siempre arreglada, elegante, la cabellera negra, los ojos color turquesa.

El año pasado, tu mamá me escribió: "Gracias a Dios ya estoy fuera de peligro y en plena recuperación después de dos meses fuera que han sido verdaderamente pesados, pero con la ayuda de las oraciones de los amigos y la excelente atención médica he salido de todo esto y felizmente estoy retomando ánimos". Palabras de fortaleza y esperanza.

Las plegarias se multiplican en esta hora de lágrimas. Alex, me puedo imaginar lo triste que debes sentirte en este momento tan doloroso en que la mujer de tu alma ha volado, cual bella mariposa morpho hacia la eternidad.

Recibe un fuerte abrazo.


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