El encierro de la ganadería debutante de
Raúl Cervantes dio al traste con las ilusiones de los tres toreros del cartel, que se estrellaron de frente con un muro de mansedumbre y malas ideas que, por un momento, rememoraron aquel ocurrente dicho de
El Cuixtle, el popular ganadero de
Atlanga, que solía decir con un dejo de ranchera socarronería al finalizar los festejos donde lidiaba: "Miren, señores…
haigamos quedado bien
haigamos quedado mal… ¡ya se murieron!"
La frase aplica, sobre todo por aquello de la última parte de la frase: "¡Ya se murieron!" Y afortunadamente, sin enviar a nadie a la enfermería. Porque ninguno de los tres espadas se salvó de sufrir volteretas de órdago, y las cuadrillas lo pasaron mal, sobre todo con el capote, de salida, donde se complicaba mucho encauzar las orientadas embestidas de los novillos. También en banderillas se vio "rejonear a pie" varias veces, como suele decirse, aunque no sea justo para los rejoneadores explicarlo de dicha manera.
Y uno tras otro, los novillos del campo poblano, reminiscencias de aquella desaparecida ganadería de
La Providencia, que en su presentación en este escenario mandó al "hule" a
Rafael Carmona y a
Carlos Vidal, dejándole muy cuesta arriba la papeleta al menudito
Chato Bonilla, que se quedó sólo con cinco novillos e hizo la hombrada de salir avante de tan duro compromiso.
En cambio, ahora, sólo en contados momentos los toreros consiguieron robarles algún pase de mérito, pues lo demás se les fue en defenderse como pudieron, siendo
Luis Ignacio Escobedo el que consiguió mejores pasajes gracias a una actitud digna y a que sorteó al quinto, un novillo berrendo en colorado, que tuvo transmisión y fue el menos malo de todos.
El nieto del escrupuloso ganadero zacatecano don
Manuel Ibargüengoitia, mostró ciertos avances con respecto de su paso del año anterior por la Plaza Arroyo. Lo malo fue que se eternizó con la espada delante del segundo de la tarde y escuchó dos avisos que, ciertamente, no reflejan del todo sus buenas intenciones.
Detalles sueltos fueron el bálsamo a una faena con un poco más de estructura en la que hizo un esfuerzo por quedarse quieto y, a base de carácter, porque el viento comenzó a soplar con fuerza, ejecutó algunos pases de buen acabado. Mató de una estocada demasiado tendida y saludó en medio de una notoria división de opiniones.
El primer espada del cartel,
Óscar Amador, se mostró demasiado violento en sus procedimientos, colocándose casi siempre fuera de cacho y a merced de ambos novillos, con los que naufragó en un mar de incertidumbre.
El primero se acostaba mucho por el derecho; el cuarto, un colorado –ojo de perdiz– fue deslucido y miraba mucho, aunque nunca tuvo intenciones reales de echarle mano al tlaxcalteca. No obstante, la conducta reservona del novillo impidió que se confiara y se le vio ayuno de casi todo. Vamos, pues, como los cangrejos:
pa’tras, a diferencia de su fresca expresión y recio valor mostrado hace un par de temporadas en Arroyo.
El otro debutante del cartel,
Leonardo Campos “El Choni”, que no tiene parentesco ninguno con el banderillero retirado del mismo nombre, pasó inédito ante la adversa condición de sus dos novillos.
El berrendo en negro, alunarado, que se corrió en tercer lugar, embestía tirando incómodas tarascadas y aunque el colombiano trató de someterlo, no obtuvo los resultados esperados debido a la violencia que desarrolló el de Raúl Cervantes conforme transcurrió la lidia.
El sexto, largo y cariavacado, además de degollado de papada y serio por delante, cortada el viaje de continuó y no hubo forma de meterlo en verdad, razón por la que Campos tomó la decisión de abreviar. Y se le agradece.
Tarde aciaga en La México, cuya Temporada Chica ya se encamina hacia la recta final. Ojalá que en los últimos tres festejos sean programados los novilleros más preparados del escalafón, con novillos que contribuyan al lucimiento, para que ese buen ambiente e interesantes triunfos del comienzo de la campaña, le devuelvan brillo a este ciclo capitalino.
Ficha México, D.F.- Plaza México. Novena novillada de la Temporada Chica. Unas 2 mil 200 personas en tarde soleada y calurosa, con algunas ráfagas de viento. Novillos de
Raúl Cervantes, desiguales en hechuras, astifinos, descastados y con malas ideas en su conjunto, con excepción del 5o. que fue el más potable. Pesos: 408, 428, 400, 430, 422 y 405 kilos.
Óscar Amador (azul marino y azabache): Silencio y silencio tras aviso.
Luis Ignacio Escobedo (azul marino y oro): Pitos tras dos avisos y ovación con división.
Leonardo Campos "El Choni" (azul noche y oro): Silencio tras aviso y silencio. Incidencias: Destacó en la brega
Edmundo Navarro, y clavó un par con arrojo
Jorge Luna, que saludó en medio de división de opiniones.