Dice el refrán que “quien obra bien, bien le va” y Federico Pizarro lo tiene bien comprobado, pues en las dos corridas benéficas organizadas por la Fundación Los Ángeles Taurinos lleva sendos indultos, uno en Ixtapa a un toro de La Joya, y ahora en Tlaquepaque a otro ejemplar de Pepe Garfias.

Federico se encontró con un buen toro de la ganadería potosina, sumamente noble, con recorrido y bravura, que si bien le faltó un puntito de transmisión, tuvo siempre el ánimo de embestir a la muleta una y otra vez humillando en un trasteo de larga duración.

“Lebrijano” tuvo son y recorrido, que bien comprendió el capitalino al lancear con cadencia por verónicas rodilla en tierra, como de pie. Además estuvo variado con el percal al llevar al astado al caballo por chicuelinas andantes y quitar por tafalleras.

Con la muleta, la faena fue de menos a más, toreando con suavidad y largueza, aprovechando la nobleza del toro, lo que también le permitió tener variedad en su quehacer.

La gente, entregada con el binomio que se conjugó, exigió el indulto, pero al ver que la autoridad ordenaba al torero que fuera por uvas, aumentó la fuerza de su petición y no quedó más remedio que ordenar su regreso a la ganadería, que como dijo el ganadero, irá directo a las vacas.

Con su primero también tuvo pasajes de interés, ante un toro con movilidad, pero no fácil, al que comprendió, pero que pese al esfuerzo no tuvo mayor coro en el tendido.

Otra de las faenas con estructura y fondo la realizó Fermín Spínola con el primero de su lote. De inició el astado acudió con prontitud al capote. Sin embargo, tras el puyazo comenzó a esperar mucho al torero, lo que obligó que Fermín estuviera atento y firme en los toques para llevarle enganchado hasta el final del muletazo.

En un buen gesto, Spínola brindó tanto a Tomasina y Joseph Esformes como a las dirigentes de las fundaciones Santa Marta A.C. y Esperanza, beneficiarias del festejo. Y con la bendición de las monjas, Fermín se puso en el sitio justo para tirar del toro hasta meterle en la canasta.

Había que poderle al astado, pero una vez que Fermín encontró el sitio, labró muletazos de profundidad y extensión, lo que aquilató el tendido. Tras un certero estoconazo, cortó una oreja de gran valía.  Con su segundo, poco pudo hacer ya que en los primeros lances, el astado dio una vuelta de campana que pudo haberle mermado físicamente, pues tuvo poco recorrido.

José Mauricio anduvo con naturalidad toda la tarde y eso el público se lo agradeció. Al su primero le cortó una oreja, que bien pudieron ser dos, con una faena llena de detalles de buen gusto.

El inicio muleteril fue vibrante, con sendos péndulos muy fijo en la arena, lo que de inmediato impactó en el tendido. Los derechazos fueron relajados y con cadencia, mientras que por la zurda, tuvo empaque además de profundidad, aprovechando así la nobleza del de Pepe Garfias.

Quizá no cortó el segundo apéndice por la estocada desprendida, pese a ello, recorrió el anillo con fuerza.

Con su segundo estuvo empeñoso, pero poco pudo hacer porque el toro no tenía ritmo ni fuerza al embestir. Sin embargo, el público siempre le alentó.

Abrió el festejo el rejoneador Rodrigo Santos, que tuvo una actuación espectacular, sobre todo montando a “Satanás”, un imponente tordillo rodado, utilizado en banderillas y con el que estuvo lucidor aunque no como acostumbra, pues el astado era un poco parado. Pese a ello también cortó una oreja porque mató al primer viaje de forma eficaz.