Un recuerdo del actor-torero, que cautivaba... en las pantallas de cine
Hay toreros que ingresan a los carteles de las ferias por una mera cuestión coyuntural. Creo que ese fue el caso de
Enrique Vera, que formó terna con
Manolo dos Santos y
Jorge "El Ranchero" Aguilar en la cuarta y última corrida de la Feria de San Marcos del año de 1963, al socaire del éxito que habían tenido sus incursiones en el cine, particularmente en dos películas: "El Niño de las Monjas" y "El Último Cuplé", ambas éxito de taquilla aquí en Aguascalientes.
No omito considerar que
Vera también
participó en "Tarde de Toros", dirigida por
Ladzlo Vadja, pero por su focalización a los entretelones de la Fiesta, quizás su impacto fue menor que las dos primeras.
Un testigo que considero de excepción de esta tarde, mi amigo
Gustavo Arturo de Alba, explica en su portal Cineforever (
http://www.cineforever.com/2007/12/29/el-nino-de-las-monjas-de-enrique-vera/) la composición mayoritaria del público de esa tarde y las razones de su asistencia:
"...
Enrique Vera vino a México en 1962 y 1963, sin que llegará a actuar en la Plaza México, pero si lo vimos en Aguascalientes, durante la Feria de San Marcos de 1963, en que mi padre me mandó de 'chaperón' de una de mis hermanas solteras, la cual quería ir a ver, en vivo y en directo, al guapo torero que había enloquecido de amor por la cupletista
Sara Montiel. La corrida de marras se celebró el 28 de abril, alternando
Enrique Vera con
Manolo Dos Santos y
Jorge "El Ranchero" Aguilar, en la lidia de un encierro de
El Rocío, en donde el único animal que se prestó para el lucimiento de los toreros, fue precisamente el que le tocó a
Vera, quién consiguió dar una vuelta al ruedo, en una faena de aliño, dada la áspera embestida del burel, en que se lució, como en la película, con sus manoletinas y muletazos por alto, aparte de ligar una serie afortunada de derechazos, pero lo cierto es que
Enrique Vera no era un torero profundo, que llevaba gente a la plaza, más bien se iba por complacer o, la obligación de acompañar a hermanas o novias, según fuera el caso, a los tendidos para que admiraran la galanura de ese lidiador, el cual también combinaba la actuación en teatro, con las de cine, bailarín y cantante de andaluz… ah y también cuando tenía tiempo era torero..."
La otra visión del festejo
La crónica publicada en el diario El Sol del Centro y suscrita por don
Jesús Gómez Medina, refleja un festejo tedioso, principalmente a causa de la sosería de los toros murubeños de la ganadería de
El Rocío, en esas fechas propiedad todavía de don
Manuel Buch y
Escandón, los que, si bien fueron bravos para los caballos, pronto se aplomaron. Del relato que hace don
Jesús Gómez Medina puedo rescatar lo siguiente:
"Su majestad el tedio imperó ayer en el coso San Marcos.
"...Un solo puyazo, pero de efectos, pues el toro recargó y el varilarguero apretó el palo de firme y, tras un connato de toreo por las afueras a cargo del espada en turno, ya tenemos a éste con los garapullos en la mano.
"Por cierto, éste del segundo tercio uno de los episodios más destacados en la actuación de Dos Santos, pues éste con facilidad y oportunidad, colgó cuatro pares en el sitio adecuado, sobresaliendo por su emotividad y buena ejecución el sesgo por las afueras que colocó en cuarto término.
Se adornó más tarde realizando el lasernista, siempre en pugna con un burel cuya sosería se acentuaba a cada momento. Y, para concluir, dejó una estocada contraria y delantera que hizo doblar.
Ovación y vuelta al ruedo...
"Enrique Vera. Este joven torero hispano también cuajó los instantes más aplaudidos de su labor, mientras lidiaba al primero de sus antagonistas.
"Pese a la sosería del bicho,
Vera echó tipo en dos parones por el lado derecho, que se quedaron sin rematar cuando el de
El Rocío tomó las de Villadiego.
"El trasteo, brindado a toda la concurrencia, incluyó tres series de derechazos cuya brillantez fue en aumento, rematadas con otros tantos pases de pecho. Se aploma el socio;
Vera se adornó con tres manoletinas muy quietas y ceñidas, tras las cuales sufre un trompicón.
"Hace una rabieta el hispano, que no ha podido olvidar que alguna vez trabajó ante las cámaras cinematográficas. Y a toro parado, clava el acero hondo y con tendencias, y remata con descabello al primer golpe. Vuelta al ruedo, entre aplausos cerrados...
"Dejábamos de consignar cómo fue la entrada: regular en el tendido sombreado y muy floja en sol. Y es que los aficionados tienen un olfato..."
Esos son los episodios más rescatables de un festejo que pasará a la historia también por ser la última vez que pisó vestido de luces el ruedo de la plaza de toros San Marcos el "Lobo Portugués",
Manolo dos Santos. El cartelillo anunciador del festejo señalaba que en esa corrida se despedía del público de Aguascalientes. La crónica del festejo no relata ningún acto puntual destinado a señalar ese hecho dentro del festejo. Sin embargo, el hecho del adiós fue definitivo.