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Antonio Montes: Vida y tragedia de un torero

Viernes, 27 Mar 2020    Morelia, Mich.    Quetzal Rodríguez | Infografía: LM   
"...El hambre y la falta de horizontes como principales acicates..."
Nos encontramos ante una biografía modélica, una obra que reúne quizá todos aquellos requisitos exigibles: una laboriosa recopilación de fuentes abundantes, variadas y fiables, un aparato bibliográfico, una aproximación hecha desde la ciencia historiográfica y la erudición más rigurosa. 

Aparece un conocimiento profundo de la técnica y de las suertes de la tauromaquia para sustentar opiniones fundamentadas sobre los distintos lances y las distintas formas de torear, una escritura con un dominio del mejor castellano y una gran colección de fotografías: la vida del torero Antonio Montes.

La biografía empieza por el nacimiento y primeros pasos del biografiado, gracias a la consulta de la documentación original: la fecha de nacimiento, el 20 de diciembre de 1874, una vida de niño pobre primero y de modesto oficial de carpintería después, lo que, en sus propias palabras, colocan, junto a la vocación naturalmente, el hambre y la falta de horizontes como principales acicates para lanzarse al mundo de la torería.

Antonio Montes toma la alternativa en Sevilla el 2 de abril de 1899 de manos de Antonio Fuentes, y el 11 de mayo siguiente lidia en Madrid su primera corrida como matador de toros. A partir de ahí sigue una trayectoria característica cuyos principales hitos puntúa con toda pulcritud y oportunidad su biógrafo, anotando con regularidad temporadas y plazas, faenas y cogidas, triunfos y sinsabores. 

Capítulo aparte merece la inclinación del torero por México, donde acude por primera vez en el año 1903, donde experimenta un nuevo vigor y un intenso anhelo por llevar una vida plena y donde se le ve con más frecuencia que en España acompañado por su novia Grace, que estuvo a su lado hasta el final.

En efecto, la vida de Antonio Montes acaba en la Ciudad de México en enero de 1907 –apenas cumplidos los treinta y dos años–, después de haber sido ensartado por el peligrosísimo toro "Matajacas" un segundo después de que el torero le asestara la estocada de muerte. 

La agonía del diestro duró cuatro días, en los cuales hizo testamento –a favor de su madre y con una manda para la "señorita Grace"– y expresó claramente su voluntad de que su cadáver fuera repatriado a su ciudad natal, siendo plenamente consciente de que la vida se le escapaba, al decirle a Calderón, que removía los muebles de la habitación del hotel: "Mejó prepara un ataúd y cuatro sirios, porque me siento morí".

Bibliografía: 

López Delgado, Juan Antonio. "Antonio Montes: Vida y tragedia de un torero". Editorial J.A. López. España. 2014.


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