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La pintura de José Villegas Cordero

Viernes, 26 Jul 2019    Morelia, Mich.    Quetzal Rodríguez | Infografía: LM   
"…Puede considerarse como uno de los mayores representantes…"
Dentro de ese grupo de artistas, a caballo entre los dos siglos, destaca la figura de José Villegas  Cordero (1844-1921), gran aficionado a los toros y uno de los más fieles representantes de la tauromaquia pictórica en la Sevilla del momento. La primera etapa de su desarrollo profesional transcurre dentro del estancamiento artístico de los medios sevillanos de esa época que rompió tras intentar acercarse a nuevos planteamientos plásticos de composición y cromatismo, acorde con las nuevas tendencias artísticas europeas.

Su inquietud intelectual le llevó a Madrid donde quiso completar su formación estudiando en el Museo del Prado. El descubrimiento de los grandes maestros de la pintura europea fue una auténtica revelación pero su interés se fijó en los destacados españoles, Goya y sobre todo Velázquez, del que copió numerosos cuadros. De él aprendió su forma de entender la técnica pictórica y su sentido cromático que adoptaría como base fundamental de su propia pintura.

La impresión que le causó su visita a Venecia en la década de los ochenta impulsaría su carrera profesional diversificando la temática de sus pinturas iluminadas por nuevos toques técnicos. No volvió a España hasta 1901, asentándose en Madrid donde ocupó el cargo de director del Museo del Prado hasta 1918, dotando al museo de nuevas mejoras tecnológicas y reestructurando las colecciones de forma temática con el fin de hacer más didáctica la visita.

La variedad temática de las pinturas de Villegas fue notable pero desde su vuelta a España, en los primeros años del siglo XX, realizó una serie de obras centradas en tipos populares andaluces acorde con las nuevas amistades que frecuentó: Pastora Imperio, los hermanos Álvarez Quintero, toreros relevantes, etc. Ese interés puede relacionarse con las corrientes regionalistas que surgieron en España hacia finales del siglo XIX, respaldadas por los intelectuales del 98, con el fin de buscar la esencia de lo hispánico.

Entre los pintores sevillanos, Villegas puede considerarse como uno de los mayores representantes de la pintura de tauromaquia. Se conoce que desde la década de los sesenta, el pintor estaba dedicado a esa temática de la que se conservan varias pinturas, "Toreros en la capilla de una plaza" (1871), "El descanso de la cuadrilla" (1873), o la ambiciosa composición de "La muerte del maestro" –el que corresponde a la foto que ilustra este texto, y que se encuentra en el Museo de Bellas Artes de Sevilla– de la que hizo varias versiones. 

En los dos primeros cuadros, Villegas se centró en mostrar aspectos secundarios de la fiesta taurina sin detenerse en pintar las distintas suertes de la lidia o en mostrar los ambientes coloristas y dinámicos acordes con este tipo de eventos. Son pinturas que mantienen la tradición romántica de la iconografía taurina, describiendo sus aspectos anecdóticos, muy acorde con un gusto popular que demandaba ese tipo de pinturas.

Diferente a los anteriores fue la ambiciosa composición del cuadro "La muerte del maestro" que puede considerarse como uno de los ejemplos más representativos del género taurino, aunque también puede calificarse como una pintura de carácter historicista. Representa al torero Bocanegra yacente en la capilla de la plaza de toros de Baeza tras haber sufrido una cogida mortal en una corrida de toreros noveles celebrada el 20 de junio de 1889. 

La pintura, de gran formato y compleja composición, tiene una larga historia. Villegas comenzó a realizar unos primeros bosquejos en 1893, la obra quedó intermitentemente parada y no la terminó hasta 1910, finalizándola con una versión distinta a la original. De hecho se conoce que fue modificado en varias ocasiones alterando su primera composición.


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