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"Grano de Oro murió como torero": Louceiro

Miércoles, 06 Feb 2019    CDMX    Martín Banda | Foto: Fernando Camacho     
Narra el trágico momento de perder el caballo estrella de su cuadra
Inconsolable, como quien pierde un ser querido, así encontramos a Pedro Louceiro III, quien el sábado pasado sufrió la pérdida de su caballo estrella "Grano de Oro", a causa de un infarto sufrido durante la corrida de Val Quirico, y para el rejoneador de dinastía ya no habrá quien lo despierte con sus reparos.

Para el rejoneador ya no habrá quien lo despierte con sus reparos matutinos, ni quien haga las travesuras en la cuadra de caballos donde el palomino de la raza Akhal-Teke era el más veterano.

La vida de "Grano de Oro" quedó marcada desde los tres días de su nacimiento cuando su madre murió y lo dejó huérfano.

"Desde ese día lo tomé en mis brazos y comencé a alimentarlo con un biberón, fue como mi niño, como mi bebé. El lazo que creamos él y yo fue tal que ahora que se ha ido lo echo mucho de menos", expresó Louceiro conmovido.

El rejoneador de dinastía comentó que quienes conocieron al caballo podían percibir que no se trataba de un caballo cualquiera, ya que su fuerza y magnetismo irradiaba algo diferente.

"Algún día una persona que sabe de estas cosas, me dijo que cuando llegó a las caballerizas percibió de un lado de estas un fuerza extraña, sublime, mágica, y cuando vio a Grano de Oro supo que el caballo era especialmente diferente a los otros", narra el caballista.

Cuando el potro alcanzó los cinco años, Pedro lo debutó en las plazas de toros: "Luego de criarlo y verlo como algo especial, sin saber si funcionaría o no lo fui poniendo y él desde el principio se mostró como un caballo muy entregado, a mi mismo me sorprendía. ¡Era un pedazo de torero!", señala.

En el ruedo, cuando salían toros bravos, de esos que no se detienen ante nada, de los que los rejoneadores llaman "diablos", Pedro sabía que el único que podría hacerles frente era Grano de Oro.

"Este caballo se crecía y entre más toro había, más caballo había en el ruedo. A mí me daba mucha seguridad, andando en Grano de Oro saliera lo que saliera por toriles yo iba seguro. Muchas veces tuve que lidiar a los toros con él solo, pues aunque era un caballo para recibir, lo podía utilizar también para banderillas y para matar porque sabía que podía sacarme del problema. No había ninguno otro en la cuadra como él", afirma Louceiro.

Nacido el 31 de diciembre de 1999, "Grano de Oro" fue un caballo torero 13 años en la cuadra de Louceiro hasta el día de su reciente muerte.

"Ese día trágico, el sábado, en el festejo de Val Quirico paramos al toro con el primer rejón de castigo. Y sí me avisó que algo andaba mal. Me seguí doblando y al ir por el segundo rejón levanté la vista para ver cuál sería el paso a seguir. Levanté la vista, le di una instrucción y se quedó trabado. Se me hizo muy extraño".

"Le di un segundo aviso, más enérgico y entonces hizo el esfuerzo. Noté en sus manos un movimiento irregular, Pensé: "es un infarto". Traté de acercarlo más hacia la puerta de cuadrillas para atenderlo y antes de llegar se me desplomó. Él hizo un movimiento como para querer levantarse pero no pudo. Relinchó un par de veces, fuerte, luego pensé en tomarlo entre mis brazos y que muriera ahí conmigo. Dio dos relinchos más, suaves, en otro tono y supe que se estaba despidiendo".

Cuenta que enseguida Diego Ventura y sus otros compañeros y subalternos rodearon la escena, sintiendo el dolor también como suyo.

"Lo que me parece increíble fue que el toro, con un rejón de castigo y cuando más se duelen y tienen el ruedo como suyo, también estuvo parado, alejado, viendo la escena como en señal de respeto".

Enseguida taparon al caballo con capotes y tuvo que continuar la lidia. "No podía concentrarme en la faena, pero tuve que sobreponerme". Para Pedro el dolor de haber perdido "a su hijo en sus brazos", el momento también le guarda una recompensa, y de eso ha quedado una imagen tan dramática -como poética- obra del fotógrafo Fernando Camacho, cuya sensibilidad captó ese instante con todo lo que conllevaba.

"En mayo del año pasado abrí en Val Quirico un hípico. Así que él murió como en casa. Los desarrolladores al enterarse de la vida de Grano de Oro me ayudaron a enterrarlo ahí mismo y me dijeron que en el lugar donde quedó se levantará un monumento a su memoria con una placa que narre su vida".

"Que triste hubiera sido que muriera en otra plaza de toros, porque entonces con mucho dolor hubiera tenido que decirle a los carniceros que lo hicieran pedazos y se lo llevaran, ya que por ley está prohibido transportar por las carreteras un caballo muerto, para enterrarlo en el rancho de Monterrey, donde vivimos".

"Grano de Oro" dejará huella entre los caballos toreros porque él me enseñó el verdadero poder de la entrega y el valor en la confianza. Su misión aquí con nosotros la cumplió desde el primer momento que nació, porque la primera vida que él cambió fue la mía. Hace tiempo lo pesé y dio 350 kilos en la báscula. Siempre me preguntaba cómo un caballo tan ligero como él podía con toros de 600 kilos".

"Él me enseñó a respetar el cómo someterlo, sin maltratarlo y ahora que se fue dejó esa enseñanza y la posibilidad que de haber muerto en el anonimato, haya muerto en un ruedo, toreando, y de que en el lugar donde está sea reconocido por todos los visitantes que acudan al hípico, que sepan que ahí reposa un caballo torero que se llamó Grano de Oro", dijo.

Tras su muerte, el caballo palomino que brillaba como el sol dorado, dejó un hijo de nombre "Heredero". Hoy un potro de cinco años, alazán, pero con la misma marca en la frente de lucero y con sus patas blancas. "Ahora que regrese a Monterrey ya lo veré diferente. Si antes ya lo quería ahora lo voy a querer mucho más y veremos en un futuro si también tiene el don de su padre", finalizó Louceiro.


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