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Espectro: Liturgia y tradición

Sábado, 05 Ene 2019    CDMX    Jorge Raúl Nacif | Opinión   
"...acudir a una tarde de toros va acorde con la grandeza del rito..."

Sabido es que la fiesta de los toros es un rito profundo y que, como tal, cuenta con una liturgia que se ha llevado a cabo a través de los siglos como parte de los elementos culturales que profesan una serie de valores humanos que engrandecen el espíritu.

Acudir a una plaza en tarde de toros, va acorde con la grandeza del rito del toreo. Como tal, la afición se comporta con respeto, pues en el ruedo hay un hombre dispuesto a jugarse la vida en pos de una creación que puede desembocar en sublimes momentos artísticos.

Estoy de acuerdo en que las empresas y los diversos estamentos taurinos hagan un esfuerzo por acercar a la gente joven a los tendidos de las plazas de toros, renovando algunos aspectos para atraer a ese público que, de inicio, no es taurino ni antitaurino.

Sin embargo, hay una brecha entre la creatividad y el hecho convertir un recinto casi sagrado -como lo es un coso taurino- en una monumental cantina. Así ha pasado en algunos escenarios de nuestra geografía nacional, donde antes y después de los festejos hay exceso de alcohol, música y ambiente tipo antro.

Hay lugares para todo, ni duda cabe. Una plaza de toros no es para eso, desde mi óptica. Y más aún cuando el exceso de bebidas de extraño octanaje llega a los tendidos, convirtiendo el ritual taurino en una monumental borrachera, donde lo que menos importa es el hombre que "tira la moneda al aire" para ensalzar su destino.

Si a eso agregamos la cantidad de vendedores que estorban durante la lidia, cuando esto incluso está prohibido por los reglamentos de varias localidades, el tema se pone complicado.

No estoy diciendo que no se generen dinámicas para acercar a lo jóvenes a las plazas de toros, pero habrá que ponerle creatividad para éstas vayan acorde con lo que significa la Fiesta Brava, un espectáculo tan fascinante como dotado de una gran seriedad.

Una plaza convertida en antro o cantina da más herramientas a los políticos corruptos para argumentar que los niños no entren a los cosos. Los ríos de alcohol tienen poco que ver con el folclor de lo que históricamente ha sido estar en el tendido de un coso taurino.

¡Una cervecita y la bota bien estarán! No obstante, lo de hoy es una exageración y, francamente, me genera tristeza como aficionado y defensor de los valores que encarna la tauromaquia.

Ahí queda la reflexión. Muy feliz año 2019 para todos los lectores de esta columna. Muchas gracias por confiar siempre en Al Toro México y conceder el privilegio de sus visitas cotidianas. Un fuerte abrazo para todos ustedes.


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