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Efemérides: 85 años del doctorado de Garza

Lunes, 06 Ago 2018    CDMX    Jorge Raúl Nacif | Foto: Archivo   
Rescatamos un texto para recordar este suceso

El 6 de agosto de 1933 tuvo lugar la primera alternativa de Lorenzo Garza, lo que constituye una interesante efeméride para el toreo mexicano debido a la trascendencia histórica que tiene el llamado Ave de las Tempestades, genio y figura de nuestra tauromaquia.

Aquella tarde de 1933, Garza se doctoró en la plaza de Santander, España. Su padrino fue José Mejías Jiménez "Pepe Bienvenida", que le cedió al toro "Repentino", mientras que como testigo fungió Antonio García "Maravilla", en la lidia de ejemplares de la ganadería de Celso Cruz del Castillo.

Antes de esta tarde de la alternativa, Garza Arrambide realizó campaña española durante los años de 1932 y 1933, cuando pudo torear alrededor de 15 novilladas. En el mes de marzo, se presentó en la plaza de Madrid, donde volvió un mes de después y sufrió una cornada.

Luego del mencionado doctorado en Santander, Lorenzo, nacido el 14 de noviembre de 1909, en Monterrey, Nuevo León, tomó la determinación de renunciar a la alternativa y volvió al escalafón de novilleros.

Y es que, tras algunas tardes de poca fortuna, el regiomontano dio un paso atrás para regresar a forjarse en las filas novilleriles, etapa que se desarrolló principalmente en España y que le permitió llegar a una nueva alternativa con mayor prestigio, la que fuera definitiva en su carrera.

De esta forma, la segunda alternativa de Lorenzo Garza tuvo lugar en el coso de la ciudad de Aranjuez, también en España, el 5 de septiembre de 1934, llevando como padrino al genial Juan Belmonte y como testigo a Marcial Lalanda, con toros de Ángel Sánchez.

Confirmó en la Ciudad de México el 25 de noviembre del mismo año y fue su padrino Jesús Solórzano. El 14 de abril de 1935 ratificó el doctorado en la capital de España, teniendo como padrino a Manuel Jiménez "Chicuelo" y Joaquín Rodríguez "Cagancho" por testigo.

Torero dotado de una muy acusada personalidad, algo que sin lugar a dudas se echa en falta en los tiempos actuales, Garza generaba intensas emociones en los aficionados que acudían a las plazas. Ovacionado o abucheado, era un torero que jamás solía pasar inadvertido.

Así se forjó el que a lo largo de los años se consolidó como una leyenda del toreo mexicano y que, ya retirado, volvió a vestirse de luces para conceder la alternativa a la que fuera una figura posterior, como lo es Manolo Martínez, el 7 de noviembre de 1965, delante de un encierro de Mimihuápam.

Lorenzo Garza falleció en 1978 y ocupó un sitio relevante en nuestra tauromaquia, pues ha pasado a la historia como uno de los más grandes referentes.


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