Cuando uno pretenda escribir una rigurosa historia sobre las revistas especializadas ya en la  España del siglo XX, "El Ruedo" deberá ocupar un espacio preeminente por su rigor y calidad. Del 2 de mayo de 1944 al 1 de febrero de 1977, del número cero al número 1696, en la vida de la publicación pasaron muchas cosas, "El Ruedo" dejó de ser el "Suplemento Taurino de Marca" (Diario deportivo Marca) en el número 126, pasando a denominarse desde ese momento "Semanario gráfico de los toros".

Puede decirse que la primera revista de toros, propiamente dicha, de la que se tiene constancia es publicada el 3 de junio de 1867 en el periódico español "El Imparcial" y que lleva la firma de la "Don Éxito", pseudónimo de Eduardo de la Loma. El texto de las entonces nacientes revistas se centra únicamente en lo ocurrido en el ruedo, lo cual no quiere decir que éstas estén exentas de alusiones a la política o cualquier otro suceso que mereciese la socarrona diatriba.

Otra alteración o cambio que consolidó la revista de toros, a diferencia del folletín y que menciona Olga Pérez Arroyo consistió en la primacía del firmante, casi todos los periódicos del último tercio del siglo XIX incorporan la firma a sus relatos de toros. 

Para el escritor José Luis Ramón, una serie de factores influyeron de manera determinante en su posición de privilegio: en primer lugar, que "El Ruedo" se convirtió en la revista que enlazaba con las grandes publicaciones del siglo XIX y de las primeras décadas del XX, tanto por su seriedad y fiabilidad, como por su contenido.

De igual manera, que en sus páginas supo aunar de manera magistral el presente con el pasado, los temas informativos con los de la cultura taurina; y finalmente, porque su propiedad pertenecía a Prensa y Radio del Movimiento (organismo que aglutinaba a los medios de difusión del Estado), lo que le aseguró una cómoda posición económica que no tuvieron las publicaciones de editoriales privadas.

Ahora bien, desde la perspectiva comunicativa, "El Ruedo" en tanto medio de comunicación especializado resalta porque en sus páginas se ventilaron los problemas más inquietantes y sonados en materia taurina de la época, entre las que destacaron el conflicto y ruptura de relaciones taurinas España-México, el mal endémico de las caídas de los toros, las proposiciones para elaborar un nuevo reglamento taurino que adaptara el toreo a las nuevas exigencias del público, la polémica sobre el aumento de las retribuciones a los banderilleros, entre otras cosas.

"El Ruedo" fue además, punto de convergencia de los escritores, periodistas e intelectuales más importantes de su tiempo, igual junto a la firma del erudito hispanista José María de Cossío podía encontrarse la del Premio Nobel Jacinto Benavente, en una página la columna de "El Cachetero" y en la siguiente un texto de Natalio Rivas, así, desfilaron nombres como Manuel Casanova, Juan León, el escultor Sebastián Miranda, el crítico de arte Mariano García de Palacios y, ya posteriormente, firmas como las de Muriel Feiner o José Antonio del Moral.

Dentro de ese ambiente intelectual en las páginas de "El Ruedo" resalta el "Planeta de los Toros", alumbramiento que obedece gracias a la imaginativa pluma de Antonio Díaz-Cañabate, sección fija de la cual su responsable fue capaz de jugar con el lector y le propuso estrategias variadas para que su "Planeta" fuese un recurso literario para hablar de la Tauromaquia en cualquier circunstancia, ante ello, el investigador Juan Carlos Gil González apunta: "Como no le gustaba la realidad taurina inventó otra imaginaria para criticar a los toreros que le tocaba enjuiciar".

"El Ruedo" siempre miró a la historia con respeto, buscando en ella no sólo sus raíces, sino también la iconografía y los personajes que formaban el entramado de la Fiesta. En la historia, en los toreros antiguos, famosos o menos famosos, en los grandes temas y en la anécdota curiosa, "El Ruedo" encontró su acervo, a él le dedicó una parte considerable de sus esfuerzos. 

Las páginas de arte fueron una magnífica seña de identidad en "El Ruedo", mantenida semana tras semana durante casi veinte años. Además de las portadas, que durante décadas significaron un soberbio escaparate de las distintas escuelas del arte taurino.

Esta edición, fundada por Manuel Fernández Cuesta, nos deja ver una de las revistas taurinas más importantes de la historia del periodismo desde su nacimiento hasta su desaparición, quizá de tiempos mejores del toreo y que, de manera muy probable, no volverán.

Gil González, Juan Carlos, "Realidad y ficción en un medio especializado: El Ruedo y el Planeta de Díaz-Cañabate", en Revista de Estudios Taurinos Nº 25, Sevilla, 2008, pp. 209-234.

Pérez Arroyo, Olga, "El periodismo taurino, historia de un género periodístico hispano", Estudio del Arte, Madrid, 2002.

Ramón Carrión José Luis, "Una vuelta a El Ruedo, a los 65 años de su fundación", en Cuadernos de Tauromaquia, nº 7, año 3, de marzo de 2010, pp. 97-110.