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Metáfora taurina de Carlos Fuentes

Viernes, 29 Jun 2018    Morelia, Mich.    Quetzal Rodríguez | Foto: El Universal   
...viendo lidiar a Manolete en México, aquel lejano domingo...
No importaba el asunto sobre la mesa, Carlos Fuentes disertaba con elegancia, profundidad y humor sobre temas inimaginables, su ausencia, aún significa un vacío en la cultura mexicana difícil de completar, su presencia –como olvidarlo– representaba al intelectual que ocupa todos los ámbitos: la política y la filosofía, los méritos de escritores jóvenes o la interpretación histórica de los procesos que dieron paso a la fundación de la identidad mexicana.

Para este aficionado taurino, el tema de la identidad nacional estaba en el centro de sus preocupaciones literarias, su narrativa es de una índole profundamente cosmopolita; sin embargo, el mismo escritor es quien infiere lo siguiente: "Viendo lidiar a Manolete en México, aquel lejano domingo de hace ya más de medio siglo, me di cuenta de la más profunda relación del alma hispánica y el alma mexicana". 

Con Fuentes puede decirse que a lo largo de cinco décadas de escritura, sus diversos  procedimientos con la pluma se fueron atemperando (novela, cuento, ensayo) y su obra aspiró de algún modo, a convertirse en un magno fresco de narraciones literarias semejante a aquellos murales de dimensiones hiperbólicas diseñados por sus admirados Orozco, Siqueiros o Rivera. Desligado de la visión parroquial o local que imponía cierta tradición reivindicativa en la literatura hispanoamericana.

Fuentes dejó de  manifiesto que culturalmente España y América van de la mano, un torero como hilo conductor, un torero como metáfora en la historia del arte, el mismo escritor así lo menciona: "Manuel Rodríguez Manolete, se ha dicho tanto, era una figura que El Greco había dejado escapar de un cuadro de santo o guerrero (…) Manolete de pie en el mismo campo del Quijote, el redondel de la Mancha, el territorio manchego y manchado en el cual no es posible distinguir la sangre derramada de la sangre renovada".

Una simbiosis cultural que deja de manifiesto en su "Terra Nostra", donde la ficción atrapa al lector con un mundo de espectros y claroscuros: sus figuras permanecen en la penumbra de Velázquez, Murillo, del Bosco, El Greco y Zurbarán y, adelantándose en el tiempo, presagian los grabados de Goya, sobre esta idea en particular, el escritor Jorge Volpi detalla: "Un cosmos hecho con espejos, la España Imperial encuentra su otro rostro –su otra mitad, deforme y luminosa– al otro lado del Mar Océano, en ese otro universo que es América".

Y es precisamente en su obra el  "Espejo enterrado" donde Fuentes explica como a partir de un dolor magnífico se funda la relación de Iberia con el Nuevo Mundo, interesantes son sus divagaciones sobre lo táurico como ejercicios ¿acaso rituales? ¿sumisiones de la naturaleza? aparece Creta, Zeus y Hércules, personajes relacionados con la cultura del toro hasta concluir con  Manolete como símbolo nexo del alma hispánica y mexicana.

El autor de "La muerte de Artemio Cruz" detalló sobre la milenaria relación del ser humano con el toro, donde ambos  son una vez más, como en el Laberinto de Minos, la misma cosa. El matador será el protagonista trágico de la relación entre el hombre y la naturaleza. El actor de una ceremonia que evoca nuestra violenta sobrevivencia a costas de la naturaleza.

Para Fuentes se trata de una arena en la  que españoles y mestizos somos parte de un todo, incluso de una misma madre, Manuel Rodríguez como símbolo mítico erótico y Pedro Romero como el hijo rebelde por no llevar cicatrices en el cuerpo. El  mismo Carlos Fuentes lo deja en claro en el siguiente pasaje: "el virginal cuerpo de Pedro Romero, el torero perfecto que nunca derramó su sangre en la arena, no merece las lágrimas negras de una sola de las madres vírgenes de España".

En contra parte, la primera novela de Fuentes, "La región más transparente", es un texto obsesionado con el tema de lo mexicano; al mismo tiempo, el personaje que más comparte esta obsesión con el autor, Ixca Cienfuegos. Su deseo de provocar un regreso al glorioso pasado de su país a través de los sacrificios humanos representa una degradación de la idea de la búsqueda de una identidad cultural coherente y auténtica. 

En conclusión, ¿qué significó la tauromaquia para Carlos Fuentes y cuál es su papel dentro de una cultura? A lo que con su mente preclara tuvo oportunidad de contestar: "Si la tauromaquia es fiesta y es rito, no debe olvidar que sus raíces más antiguas se hunden en la tierra trágica de una humanidad que se sabe a la vez heroica y frágil, que abandona su solar nativo para vivir las grandes epopeyas de la historia y regresa a reconocer que, heroico, el ser humano también es falible".

Bibliografía:

Fuentes, Carlos, "El espejo enterrado", Fondo de Cultura Económica, México, 1992.

"XXI Pregón Taurino Sevilla 2003", Universidad Nacional Autónoma de México, 2003.

Volpi, Jorge, "Carlos Fuentes o el desafío contra el tiempo", en Anales de literatura hispanoamericana, No. 37, 2008, pp. 75 77.


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