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Tauromaquia: Futbol, toros y literatura

Lunes, 25 Jun 2018    Puebla, Pue.    Horacio Reiba | Opinión   
"...el taurófilo de pro suele fruncir el ceño y echar pestes..."

Esto no es una columna de futbol. Conviene señalarlo, porque son días en que el mundial de Rusia lo acapara todo, ante lo cual el taurófilo de pro suele fruncir el ceño y echar pestes contra la vorágine televisiva. Pero toros y futbol, futbol y toros, no siempre han caminado por sendas opuestas. Que lo digan los viejos aficionados capitalinos que convirtieron el breve tránsito del estadio de la Ciudad de los Deportes a la vecina Plaza México en un clásico dominical, con su ruidosa, sabrosa y debatida tertulia de por medio.

Esto, tan usual en la capital mexicana, también solía ocurrir en Guadalajara, Puebla o Morelia. Mas, ¿qué pasaba mientras tanto en la España posterior a la guerra civil, de la que emergió renqueante la fiesta brava y crecientemente fortalecido el balompié? Dejemos que dos históricos cronistas de toros y futbol lo expliquen, ahora que políticos separatistas del país vasco –la pólvora catalana tiene la mecha larga– han puesto en cuestión nada menos que la feria del toro en Pamplona, obligando a una enérgica reacción ganadera ante su amenaza de convertir los famosos encierros mañaneros en americanizado festival texano.

Vicente Zabala padre

En un memorable reportaje histórico sobre la Fiesta  –publicado como suplemento dominical en ABC en 1977– el difunto y gran cronista madrileño exponía sus puntos de vista acerca de la paulatina sustitución de la pasión taurina por la fiebre futbolera, que continúa en expansión, dentro y fuera de España. Veamos:

"Todavía no nos hemos dado cuenta del daño que esos años confusos y desconcertantes de la posguerra hicieron a la Fiesta en España. Era momento de reconstrucción en todos los niveles. Pero lo único que se quedó sin restaurar fue el prestigio y la categoría de nuestra fiesta… Igual que el deporte contó con los cuidados de una Delegación Nacional y se potenciaron las diferentes Federaciones, los toros deberían haber contado en aquel tiempo con un organismo capaz de promocionar como se merecía algo tan genuinamente nuestro como es la Fiesta Nacional… Vi crecer el fútbol espectacularmente gracias a una promoción maravillosamente orquestada. Increíbles campañas de prensa y radio –posteriormente en televisión–, quinielas y todo lo que se requería para lanzar a bombo y platillo un deporte todavía muy rezagado por entonces con respecto a la tauromaquia en el ánimo popular". (ABC, 31 de julio de 1977).

"La juventud y los toros"

Prosigamos con el relato de Vicente Zabala: "Los precios se disparan. Los toreros comienzan a cobrar cantidades exorbitantes, máxime para una época en que el hambre es el denominador común de los españoles y escasea hasta el pan… No es de extrañar que la juventud se fuera alejando de la fiesta por pura falta de medios económicos… Los del fútbol tienen la feliz idea de crear la posibilidad de afiliarse al club preferido por la módica cantidad de un durito al mes. El recibo le permite al niño presenciar dos partidos de competición y algún que otro amistoso, con lo que le sale la tarde del domingo por poco más de dos pesetas… Sorprende que los empresarios taurinos, al comprobar el rotundo éxito de los del balón, que se ven obligados a ampliar sus estadios, no imiten a sus rivales. Por el contrario, para ellos "Todos los niños pagan"… de esta manera van marginando a nuevas generaciones de la fiesta nacional". (ABC, 7 de agosto de 1977)

Alfredo Relaño

Menos rotunda pero no menos válida es la perspectiva de Alfredo Relaño, formidable cronista deportivo que ha convertido sus “Memorias en blanco y negro” en una de las columnas más leídas del periodismo deportivo hispano. De ahí hemos tomado dos donde relaciona muy agudamente los toros con el futbol. No pierda usted detalle:

"Ahora se me hace extraño recordarlo, pero cuando yo era un niño, allá por los años cincuenta, la gente de edad solía preguntarnos a los chicos:

-Y a ti, chaval, ¿qué te gusta, el fútbol o los toros?... reflejo de una rivalidad que fue ácida a principios de siglo, cuando la España castiza veía el deporte como una moda esnob y extranjerizante, y una amenaza para la Fiesta. ¿Que qué nos gustaba a los niños? Pues la verdad es que nos gustaban las dos cosas, el fútbol y los toros. Por aquel tiempo, aún se jugaba al toro y cada cual decía "yo soy Manolete" o "yo soy Joselito", porque sólo consiguen ser inmortales los toreros que mueren en la plaza… Cuando me resistía a ir a la peluquería mi padre me convencía siempre con el mismo argumento: "Ahí se corta el pelo Gregorio Sánchez", el gran torero de Santa Olalla. Y era verdad, porque vivía en el barrio, y en la peluquería tenían una foto dedicada de él… 

Pero eran los años de Di Stéfano y Kubala, los primeros de la Quiniela y el Carrusel deportivo y, caray, aquello tenía mucho tirón. ¿Por qué elegir? ¿No se podían compatibilizar ambas aficiones?... Claro que se podía, y se podía desde hacía mucho tiempo, sólo que yo entonces no lo sabía. No sabía, por ejemplo, que Ignacio Sánchez Mejías, cuñado de Joselito, compañero suyo de cartel la trágica tarde de Talavera (él mismo mató a "Bailaor") y víctima a su vez catorce años después de una cornada mortal en Manzanares (para dolor e inspiración de García Lorca), había sido en su rápida y fructífera vida presidente del Betis… Lo cogió en Segunda, lo llevó el primer año a la final de Copa militando aún en esa categoría y lo subió un año después a primera división. Primer equipo andaluz que alcanzaba esa categoría… También consiguió el traslado del viejo campo del Patronato al de Heliópolis, luego llamado Benito Villamarín. Hace años aún podía verse en el vomitorio de la puerta 1 una placa conmemorativa del traslado del Betis a ese campo "Siendo presidente D. Ignacio Sánchez Mejías". Las obras y la incuria han hecho desaparecer aquella placa. El fútbol ha robado la patente de las grandes rivalidades nacionales, pero no ha conseguido que la gente se ponga guapa para ir a verlo…" (El País, 5 de junio de 2007).

En cuanto al revuelo que en los años sesenta provocó El Cordobés, sorpréndase usted con la comparación que Relaño establece entre la pasión taurina de entonces y el furor popular y mediático desatado por el futbol y en especial por Lionel Messi y Cristiano Ronaldo, máximas estrellas del Barcelona y el Real Madrid, presentes en Rusia 2018: "Eran los años del estallido de El Cordobés"

Es difícil explicar a quien no lo vivió el grado de popularidad que alcanzó en esos años El Cordobés, con su leyenda del robagallinas y que llegó a ser habitual de las cacerías de Franco. Revolucionario en su toreo, detestado por los aficionados clásicos, arrebataba a los grandes públicos. Le llevaba El Pipo, un genio de la mercadotecnia cuando no se sabía lo que era eso. Ni juntando ahora a Nadal, Gasol, Alonso, Messi, Cristiano, Iniesta, Marc Márquez y los mejores toreros del momento, se construiría una montaña de popularidad como la que levantó él. Fuera de España fue tan célebre como aquí. El libro "O llevarás luto por mí", de Lapierre y Collins, fue best seller mundial. Aún recuerdo que el día de su presentación en Madrid, en mayo de 1964, en mi colegio nos dieron suelta una hora antes para que se pudiera ver la corrida por televisión". (El País, 21 de agosto de 2014).

Caramba con don Alfredo, asiduo a Las Ventas por San Isidro y muy leído en estos días de mundial en sus tribunas de  Marca y El País, donde campa su autoridad, saber y sabor para tratar temas futbolísticos.            

"Conceptos taurinos, explicados por los protagonistas".

 Así se titula el último libro escrito por el joven periodista capitalino Jorge Raúl Nacif –de altoromexico.com– que la generosidad de su autor me ha hecho llegar. Destaca por su original estructura –entrevistas de fondo con 37 matadores y tres rejoneadores, todos mexicanos– pero asimismo por la sagacidad con que el estimado colega profundizó con cada interlocutor en algún concepto específico relacionado con el toreo, eludiendo la paja de las preguntas y respuestas previsibles para ir al grano de las profundidades temáticas que le interesaba recabar de quienes se juegan la vida en el ruedo. 

Dividido en tres tercios, aborda un orden de conceptos taurinos básicos (digamos: vocación, pureza, temple, hondura, clasicismo, miedo, etcétera), eligiendo para cada entrevistado el más relacionado con su personal tauromaquia y su manera de sentir e interpretar el toreo. El resultado no puede ser más afortunado. 

Un invaluable obsequio, que mucho agradecemos a Jorge Raúl. Y que no debiera faltar en la biblioteca de todo buen aficionado.


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