Los tres toreros de la tarde de hoy se afanaron por agradar, y en menor o mayor medida, intentaron sacar a flote una tarde difícil debido al escaso juego que ofrecieron los toros de Xajay.
Paradójicamente, la faena de mayor calado llegó en el séptimo, un toro cárdeno de regalo, de finas hechuras, que tuvo transmisión y con el que Arturo Saldívar volvió a mostrarse mentalizado para alcanzar el triunfo que no pudo ser, ya que no estuvo fino con la espada.
Porque a ese toro ya le tenía cortada una oreja de ley, luego de un haber hecho un trasteo bien estructurado y recio, en el que intercaló varios pasajes de variedad que sorprendieron a la gente.
Así de dispuesto había estado con los otros dos toros su lote, siempre cerca de los pitones, con una encomiable actitud, la misma que desplegaron Paco Ureña y Leo Valadez con sus toros, que sólo les dejaron enseñar hambre de triunfo.
El murciano le dio algunos muletazos sentidos y cadenciosos al toro que abrió plaza, el de más trapío de la corrida, pero que no tuvo la fuerza suficiente para haber permitido que la faena creciera.
Delante del cuarto, un toro velero, también trató de robarle pases en la corta distancia y la gente agradeció que se pusiera en ese sitio para ejecutar una faena con buenos pasajes, que no pudo rematar con la espada.
Leo Valadez mostró su seguridad y la solidez de un concepto del toreo que combina la frescura con la reciedumbre, y así cuajó detalles con capote y muleta que la gente supo reconocer, como sus quites por zapopinas y chicuelinas que gustaron mucho.
Pero esas ganas de mostrarse se diluyeron conforme languideció la falta de raza de los toros que no le dejaron mostrarse a plenitud.
Vamos a ver si mañana la suerte favorece el espíritu festivo y torero de una feria que no ha hecho más que empezar, y de la que se esperan cosas muy buenas. Que así sea.