Hace justamente 19 años, el 19 de diciembre de 1998, murió en la ciudad de Sevilla el siempre bien recordado maestro Antonio Ordóñez, a la edad de 66 años, un torero que dejó huella en la Fiesta Brava al ser ejemplo de pureza y arte en el redondel.

Rescatamos un fragmento de la nota con la que el diario El País informó su muerte, en la edición de un día después, el 20 de diciembre de 1998:

"El ganadero, empresario taurino y matador de toros retirado Antonio Ordóñez, de 66 años, falleció ayer en Sevilla a las cinco y media de la tarde víctima de una larga enfermedad. En la madrugada del día anterior, el torero había sido ingresado en la Clínica Sagrado Corazón aquejado de anemia. Falleció doce horas después. Su cadáver fue inmediatamente trasladado a su domicilio sevillano de la calle Iris.

"Hoy está previsto que sus restos sean incinerados en Sevilla para, posteriormente, trasladar sus cenizas a Ronda, su ciudad natal, donde en la plaza que le dio más satisfacciones, serán esparcidas. Meses antes, consciente de la gravedad de su enfermedad, había declarado: ´En este toro no hay sobrero´".

Antonio Ordóñez Araujo nació en Ronda el 16 de febrero de 1932. Hijo de El Niño de la Palma y miembro de una de las dinastías taurinas más importantes, vistió por vez primera el terno de luces cuando tenía 16 años y en 1949 debutó como novillero en Las Ventas de Madrid.

Fue precisamente en la capital de España donde tomó la alternativa, lo que aconteció el 28 de junio de 1951, delante del toro llamado "Bravío", de Galache, de manos de Julio Aparicio y Miguel Báez "Litri" como testigo, vistiendo un traje en celeste y oro.

En la Plaza México confirmó su alternativa la tarde del 30 de noviembre de 1952, llevando como padrino a Silverio Pérez y como testigo a José María Martorell, ante un toro de la ganadería de Torrecilla al que le cortó una oreja.

Figura del toreo y con muchas tardes de gloria, así como también percances de consideración, se despidió definitivamente en 1981, luego de ir y venir algunas veces, ya que su primer adiós fue en 1962 y volvió, para después hacer lo propio en 1971.

El maestro Antonio Ordóñez fue también ganadero y propietario de la asolerada plaza de Ronda. Sus nietos son los matadores de toros Francisco Rivera Ordóñez y Cayetano Rivera Ordóñez.