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Ponce inmortaliza el toreo en Latacunga

Viernes, 25 Nov 2016    Quito, Ecuador    Santiago Aguilar | Foto: Juan Pablo Aguilar         
El maestro compartió la salida a hombros con Andrés Roca Rey
Una imponente cátedra de tauromaquia ofreció este viernes el matador de toros español Enrique Ponce en la plaza de Latacunga al estructurar una faena inmortal en la que, la sabiduría, el valor y la solera se conjuntaron en un trasteo que rozó la perfección, segundo a segundo, lance a lance y pase a pase. 

Fue el el tercero de la tarde, "Cultural", con el hierro de Huagrahuasi, en el que se produjo el milagro del toreo con Enrique Ponce de oficiante de una cuidadosa y paciente obra magistral en la que descifró con precisión la lidia que reclamaba un toro que exigía claridad de ideas y poder en la muleta.

Despacio, muy despacio en los terrenos cercanos a las tablas primero  y en los medios después, el gran Ponce le mostró los caminos a su oponente para  que en la segunda mitad de la faena la res entregue el fondo de calidad y nobleza que permitió que la obra tome vuelo en forma definitiva.

La faena fue un catálogo de la tauromaquia de Enrique Ponce desde las verónicas prologales, el ceñido quite; los consentidores muletazos previos en los terrenos de los adentros y las incontables e inacabables series sobre las dos manos en los medios del redondel con el toro  agradecido y entregado.

La sucesión del toreo sobre las dos manos fue sazonado con la emoción de la palomita,  las emotivas poncinas y la genuflexión de los muletazos que antecedieron a la suerte suprema con la plaza en estado de conmoción. A la hora del encuentro, la anécdota del acero partido en un medio espadazo en lo alto, el uso del verdugillo y las inobjetables dos orejas y rabo que le fueron concedidas.

La vuelta al ruedo merecería otra crónica; despacio, muy despacio, como caminó y dijo el toreo en el ruedo, el valenciano fue recogiendo casi una a una las ovaciones de un público volcado a reconocer la monumental obra del lidiador. 

La faena de Ponce en Latacunga es, con diferencia, su obra más importante en ruedos equinocciales. En su primero ya avisó sobre su disposición, le cortó una oreja a un serio toro de mucha calidad, un pinchazo y una estocada caída impidieron el doble trofeo.

Andrés Roca Rey también cumplió una actuación redonda, pues le cortó las dos orejas a cada uno de su lote. Con el segundo de la tarde, de escasa duración, la variedad del toreo de capote y la seguridad al manejar la muleta con la mano baja, más un rotundo espadazo, sirvieron para presentar sus credenciales al torero peruano.

En el cuarto la faena tuvo categoría e importancia, un exigente toro de Huagrahuasi demandó del torero  mucha técnica y no menos valor. Las miradas y amagos de su oponente fueron superados con  impecable colocación y temple. La clave fue llevar al toro cosido a la muleta en series intensas al comienzo y emocionantes después. Al cierre el toreo de mínimas distancias y la seguridad con el acero, confirmaron el triunfo.

Ficha
Latacunga, Ecuador.- Plaza San Isidro Labrador. Lleno en tarde fría y lluviosa. Tres toros de Huagrahuasi (1o. 3o. y 4o.) y uno de Triana (2o.), de impecable presentación y notable comportamiento en su conjunto, de los que destacó el 3o. por su calidad. Pesos: 550, 546, 485 y 500. Enrique Ponce (gris perla y oro): Oreja y dos orejas y rabo. Andrés Roca Rey (tabaco y oro): Dos orejas y dos orejas.


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