La fiesta de los toros es impredecible, y el hecho de no saber qué va a pasar a lo largo de una corrida, debería ser siempre uno de los mayores atractivos del espectáculo. Eso es lo que hay que vender cuando una persona se acerca a la taquilla y compra un boleto. En realidad, lo que está comprando es un cúmulo de emociones, que no se sabe a ciencia cierta cuáles serán sus derroteros.

Hoy era un día especial en Aguascalientes. Y aunque quizá no había la expectación que se esperaba, ni la plaza lució llena, por desgracia, sí que se intuía que podían pasar cosas interesantes durante la confrontación inicial de los hermanos Adame en la plaza Monumental.

Los quites se sucedieron unos a otros con más variedad que rivalidad, además de exceso, por momentos, pues los dos primeros toros de la corrida no valían para tanta intervención capotera. ¿Acaso pueden tener dos hermanos toreros rivalidad? No lo creo. Pero se agradece la voluntad de ambos de dar espectáculo. Sería bonito que retomaran los quites al alimón que en su día hacían los hermanos Armillita, por ejemplo, y eso sería un punto a favor de la dinámica de verlos juntos. Y qué bueno que desistieron de coger los palos –como lo habían hecho recientemente en Pachuca– pues ninguno de los dos domina esta suerte.

Admiración y cariño era lo que se respiraba en el ambiente, y por ello fue muy significativo el brindis que Joselito le hizo a Luis David antes de comenzar su primera faena. La gente se volcó en una cálida ovación, y Adame estuvo entonado con un toro noble y dócil de San Isidro.

Luis David toreó con enjundia al segundo, un toro deslucido de Teófilo Gómez, en medio de la animación de un público que lo recibió con agrado, alentándolo a lo largo de toda la faena, que no pudo rematar con el acero.

En un alarde de raza, Joselito se fue a porta gayola a recibir al segundo toro de se lote, un ejemplar perteneciente al hierro de Montecristo, cuyas preciosas hechuras no mintieron, pues embistió de categoría, con bravura y clase, el ideal del toro de lidia para cualquiera ganadero.

Después de un vistoso quite por zapopinas, Joselito disfrutó el toreo y lo hizo con temple, relajado, gustándose ante las magníficas embestidas de "Trojano", que evocó, en cierta medida, a aquel otro famoso "Trojano" que El Juli indultó en 2005 en la Plaza México.

Fue una lástima que la faena no hubiese discurrido en los medios, ya que el viento obligó a Joselito a refugiarse en el tercio, ahí donde estuvo centrado y torero delante de "Trojano", que fue a más en un trasteo que el público jaleó con fuerza. Y como toro bravo que fue, "Trojano" murió embistiendo con gallardía y humillado, permitiendo al torero de Aguascalientes ejecutar una contundente estocada a un tiempo que le granjeó un valioso triunfo de dos orejas.

Acicateado por lo que había hecho el torero más importante de la dinastía, Luis David se fue a plantar también de rodillas, más próximo a la boca de riego, y ahí quiso cambiar con el capote la impetuosa embestida de un toro de Los Encinos que lo reventó de dramática manera cuando le echó mano con tremendo celo.

El dramatismo del momento fue patético, pues Luis David quedó inerme sobre la arena, y las asistencias hasta tuvieron que tirarlo cuando intentaban levantarlo, porque "Tito" volvió a hacer por el grupo. Los momentos de incertidumbre que siguieron a esta lance fueron agobiantes, porque no se sabía que había pasado, y parecía que había sufrido una fractura de cadera, además de ese fortísimo golpe que el toro le había dado en la cabeza con una pezuña. Y se temió lo peor cuando lo llevaban rumbo a la enfermería.

De pronto el ambiente se preñó de preocupación y tristeza. El toro permaneció largos minutos sin que nadie dirigiera la lidia, ya que Joselito se había metido en la enfermería, y al cabo de un rato tuvo que encargarse de "Tito", que cambió mucho y duró poco, mientras el torero estaba con la menta conectada su hermano.

El quinto, también de Los Encinos, no ofreció nada de juego, y Joselito lo despachó rápida, aunque sin demasiada eficacia con la espada. Se le notaba muy desconcentrado, y era natural. Luego saltó a la arena otro toro de San Isidro, basto de tipo, que no debió venir a un compromiso como éste. Y así, por feo, ¿puede ser?, la gente lo protestó hasta que el juez lo echó para atrás.

Con todo en contra, y un ambiente enrarecido por las circunstancias que se habían vivido, Joselito tuvo que apechugar y no desaprovechó la nobleza del ejemplar sustituto, de la divisa de Marrón, al que hizo una faena alegre y variada, ligada en un palmo, mediante la cual consiguió transformar todo a su favor y eso tuvo un gran mérito.

La fulminante estocada de la que el toro salió muerto de la mano, y rodó patas arriba sin puntilla, de forma espectacular, hecho que le puso otras dos merecidas orejas en las manos, aunque aquello no estaba como para celebrarse, tras lo ocurrido a su hermano, y decidió no dejarse cargar a hombros y marcharse rápido hacia la Clínica Guadalupe para estar a lado de Luis David.

Una noche aciaga vivieron hoy la familia Adame, sobre todo porque el delicado percance sufrido por Luis David le arrebata la confirmación de alternativa en La México de manos de José, compromiso que estaba a la vuelta de la esquina. Pero así es el toreo… de contrastes, de grandeza, y de una apabullante emoción cuando los toreros salen a entregarse, como lo hicieron los dos hermanos, que hoy, el mayor de ellos, protagonizó una gesta cargada de drama y salió muy bien librado tras estoquear un total de cinco toros.