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Anecdotario de Giraldés: Padre de torero...

Viernes, 04 Nov 2016    Tijuana, B.C.    Valeriano Salceda   
Ni torero con papá, ni vedette con mamá, dice el refrán
Hay un dicho muy conocido entre los profesionales del toro: "Ni torero con papá, ni vedette con mamá". Es verdad, pues en muchos casos, al intervenir un padre en el manejo de la carrera de su hijo, intentando protegerlo demasiado, lo ha perjudicado enormemente. Hay excepciones, claro está: Bienvenida padre o Dominguín, como ya lo hemos referido aquí en anécdotas anteriores. Los dos fueron grandes profesionales que llevaron admirablemente tanto a sus hijos como a otros toreros que confiaron en ellos.

Agustín Parra "Parrita", torero de indiscutible categoría, recibió la alternativa en Valencia el 9 de mayo de 1945. Su padrino fue el inolvidable Manolete, y el testigo Carlos Arruza, dos fenómenos del torero, con toros de Galache. Esa tarde hubo un triunfo grande de los tres toreros y, por supuesto, también de la ganadería... el tiro de mulillas arrastró a los seis toros hacia el destazadero sin orejas.

El padre de Parrita, llamado Bartolomé, que fue muy buen banderillero en las cuadrillas de los ases del toreo, como Victoriano de la Serna, con el que estuvo colocado seis temporadas, y a su hermano Ángel Parra se le consideró como uno de los tres o cuatro mejores picadores de su época.

En su primera temporada como matador, Agustín se justificó plenamente y muchas tardes logró triunfos muy importantes al lado de los mejores, como los dos espadas de su alternativa, también de Armillita, Domingo Ortega, Pepe Luis Vázquez, entre otros. Parrita gustaba y triunfaba con fuerza, y llevaba pasos que le harían llegar muy arriba.

Apoyado por su padrino de alternativa y, sobre todo, por sus éxitos, logró que al comienzo de 1946, lo apoderara José Flores "Camará", el más importante de los apoderados de esos años, el mismo que llevaba la carrera del propio Manolete.

Después de firmarle a Agustín en muy buenas condiciones las primeras ferias del año como Castellón, Valencia y Sevilla, Camará viajó al campo para elegir las corridas que iba a lidiar su poderdante. En la ganadería de Antonio Pérez Tabernero, puesto de acuerdo con la empresa de Valencia, reseñó los toros de la primera corrida de la feria.

En la mañana del día de la corrida llegó Camará a los corrales de la plaza y no vio dos toros cuyos números estaban anotados en su agenda. Llamó a Severiano García, el mayoral de la ganadería salmantina, para preguntarle por los toros que no llegaron:

-Hola, Severiano -le dijo el experimentado apoderado al mayoral- ¿Por qué no están en la plaza dos de los toros que reseñamos?

-No están, don Pepe, porque el padre de Parrita vino a la finca y quitó esos dos toros de la corrida y no se embarcaron.

-¿Es verdad lo que me dices? No lo puedo creer.

-Pues créalo usté, don Pepe, porque es así.

Don José Flores "Camará" salió de la plaza, cruzó la calle Játiva, y se dirigió al Hotel Metropol donde estaba hospedado Parrita. Entró en la habitación del torero y le dijo:

-Tu padre fue a la finca de don Antonio y quitó dos toros reseñados por mí...

-Sí, don José, a él le gustaron más otros dos, según me dijo.

-Ah, pues me parece muy bien -contestó el veterano apoderado con toda calma-. Pues dile a tu padre que se haga cargo de tus asuntos. Hasta aquí hemos llegado.   

Sin decir más, el famoso apoderado no quiso quedarse a ver la corrida. Salió inmediatamente de Valencia, y quizá en el camino fue rememorando aquella vieja sentencia que apuntábamos aquí líneas arriba: "Ni torero con papá, ni vedette con mamá". Pero a veces, no entienden.


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