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Espectro Taurino: Un ejercicio complejo

Sábado, 16 Dic 2017    CDMX    Jorge Raúl Nacif | Opinión   
"... analizar la real complejidad de una transmisión radiofónica..."

Muy interesante resultó la transmisión de audio generada el pasado martes desde la plataforma oficial de la Plaza México para llevar las incidencias de la esperada corrida benéfica, la cual no fue televisada y, por ende, la señal radiofónica contó un especial relieve.

Fue un privilegio para mí participar en esta transmisión, así como en todas las de la presente Temporada Grande. En concreto, la responsabilidad de lo realizado el martes pasado fue realmente importante, debido a la categoría del festejo.

Lo anterior me ha llevado a analizar la real complejidad de una transmisión. Estoy seguro que la crónica radiofónica en vivo es uno de lo ejercicios más complejos de la actividad periodística, ya sea en una corrida de toros, un partido de futbol o cualquier evento de índole social o política.

Debuté en una transmisión radiofónica en enero de 2012, en San Luis Potosí, y desde hace dos años y medio cuento ya con turno para narrar toro. Aunque va pasando el tiempo, jamás se deja de aprender e identificar aspectos por mejorar dentro de esta actividad.

De entrada, aparece la exigencia de contar con una voz educada y con correcta dicción, además de la claridad para conectarla perfectamente con la generación de ideas a nivel cerebral. Resulta fundamental el hecho de no ser "plano"; por el contrario, y cuando así lo determine cada circunstancia,  realizar cambios de niveles en la voz.

La crónica radiofónica exige también un ritmo muy especial, el cual debe mantenerse. Al no contar con apoyo de la imagen, el cronista se convierte en "los ojos" del radioescucha, por lo que debe tener cuidado en describir los detalles y convertir su trabajo en un "relato pormenorizado".

Decía la periodista Julieta Lujambio, que fue mi profesora de periodismo radiofónico en la universidad, que la crónica debe llevar a nuestro público al lugar de los hechos; vamos, hacerlo sentir que se encuentra ahí, gracias a su imaginación, la cual debemos ir alimentando en cada palabra. Naturalmente que en este punto entra también el concepto de "amenidad".

Por lo tanto, el cronista no solamente debe señalar lo que sucede, sino también tener la capacidad de transmitir emociones. Aquí surge otra característica que no debemos perder de vista: la sensibilidad.

Por supuesto que una cualidad esencial es ser dueño de un amplio dominio del lenguaje y el léxico concreto de la actividad a narrar, como en este caso serían los términos del argot taurino.

Al mismo tiempo, el cronista debe contar con amplios conocimientos para no solamente describir, sino interpretar lo que sucede en el redondel. No debemos olvidar que la crónica es un género híbrido dentro del periodismo, por lo cual demanda un amplio conocimiento de la materia.

En este sentido, resulta también muy positivo contar con algún comentarista experto, como lo sería un torero retirado, para aportar ese "toque fino".

Ahora bien, dentro de los eventos hay algunos tiempos muertos. Sin embargo, el cronista radiofónico no debe quedarse callado, salvo en casos muy especiales. Por ello, debemos tener recursos para llenar esos espacios, ofreciendo contexto o bien haciendo gala de cultura taurina o conocimientos en general, lo cual, cierto es, adereza la transmisión.

Incluso, estoy convencido que no están por demás algunos momentos simpáticos o de cierto "cotorreo", siempre y cuando sean muy medidos, además de no alejarnos del hilo conductor de la transmisión, que siempre será lo que sucede en el ruedo.

El trabajo periodístico nunca ha sido fácil y debemos valorar el que se lleva a cabo de manera profesional. Juzgar es muy fácil, sobre todo detrás de un teclado y bajo el anonimato de una red social, pero conocer ya no lo es tanto.


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