Fue el domingo 25 de septiembre de 1966 cuando el maestro Jesús Solórzano Pesado (fallecido apenas el pasado 15 de marzo) se convirtió en matador de toros al recibir la alternativa en la plaza Monumental de Barcelona, España, convirtiéndose así en uno de los toreros mexicanos en doctorarse en la llamada Ciudad Condal

Aquella tarde que ya ha sobrepasado el medio siglo, el primogénito del llamado Rey del Temple llevó como padrino a Jaime Ostos, mientras que por testigo de la ceremonia fungió Fermín Murillo. Los toros fueron de la ganadería salmantina de Atanasio Fernández, que gozaba de muy buen cartel.

El astado del doctorado llevó por nombre "Rayito". Esta corrida se llevó a cabo en el marco de la muy tradicional Feria de la Merced, cuya parte taurina corría a cargo del empresario Pedro Balañá. El toricantano solventó la papeleta ante las complicaciones de los toros de su lote.

Esta alternativa aconteció luego de dos temporadas como novillero en España, donde logró triunfos de importancia en escenarios de primera categoría. Semanas antes de la efeméride hoy referida, el 29 de junio de 1966, Chucho debutó en Las Ventas de Madrid, ante ejemplares de Amelia Pérez Tabernero.

Solórzano llegó a la alternativa con 24 años de edad, pues nació en la Ciudad de México el 16 de julio de 1942. Tras sus primeros pasos como novillero, siempre arropado por su padre y los amigos cercanos de la casa (como los maestros Armillita y Arruza) se presentó en la Plaza México el 14 de julio de 1963, delante de un encierro de Zamarrerro.

La confirmación de alternativa en este monumental escenario fue la tarde del 19 de febrero de 1967, de manos de Manuel Capetillo y en presencia de Antonio Chenel "Antoñete", con el toro "Zapatero", de la ganadería de Santo Domingo.

Personaje de concepto conciso y una muy acusada personalidad, Chucho Solórzano fue claro ejemplo de lo que representa la cultura tauriuna. Y si bien es cierto es muy recordado por la gran faena a "Fedayín", de Torrecilla, el 14 de enero de 1974 en la Plaza México, el maestro dejó otras tantas huellas en su paso por la Fiesta.