Aunque Andy Cartagena y Ginés Marín salieron a hombros de la Monumental de Zacatecas. Pero a esa húmeda puerta grande la faltó clamor. Es decir, que esas cuatro orejas que se repartieron los dos toreros hispanos del cartel, se hubiesen concedido con mayor rigor, manteniendo así el mismo criterio que privó en el palco de la autoridad durante el resto de la feria.

Y salvo en esas dos faenas puntuales realizadas por Cartagena y Marín, el resto de la tarde se fue en vanos intentos por agradar, producto del descastado juego del encierro de Bernaldo de Quirós, compuesto por toros bien presentados, bonitos, algunos excedidos de kilos, pero que se pararon demasiado pronto y no aportaron emoción a la corrida, salvo el cuarto.

El interesante debut de Andy se saldó con una segunda faena de tintes vistosos y alegres que agradó al público, presagio de que su temporada en México puede ser exitosa, no obstante que no trajo a todas las figuras de su cuadra porque varias de ellas aún se encuentran cumpliendo el período de cuarentena en España.

Ese cuarto toro de la tarde tuvo nobleza y se desplazó con movilidad y ritmo, condición que contribuyó para que Cartagena realizara un entonado tercio de banderillas montando a "Cupido", "Humano" e "Inocente", caballos con los que demostró su excelente doma y un gran dominio de la escena, en medio de la algarabía de la nutrida concurrencia.

Y a diferencia de lo ocurrido con el que abrió plaza, al que hizo una faena intermitente y tras fallar repetidamente con el rejón de muerte, ahora sí estuvo certero a la hora de matar para culminar una labor que gustó a la afición.

Tuvo que ser con un ejemplar de regalo, de la ganadería de Santa Bárbara, con el que Ginés obtuvo sus mejores pasajes del festejo. Y prácticamente desde que se abrió de capote toreó con temple y calidad, en medio del continuo aliento de la gente, que lo cobijó con sus palmas y sin importar la lluvia que caía.

Ginés mostró su actual proyección, consistente en una pasmosa claridad de ideas, la naturalidad con la que anda por el ruedo, y un valor sereno que le permite ponerse en el sitio para torear con aplomo. Y es que con los dos toros de su lote, pertenecientes al hierro titular, apenas y pudo bosquejar sendos trasteos hasta que apareció el de regalo, un toro manejable que tuvo un buen pitón derecho y no acusó su larga estancia en los corrales, pues fue entorilado como sobrero durante los cinco festejos del ciclo.

Los redondos ejecutados en los medios, debajo de la tormenta, le granjearon la entrega del público, que lo esperó en todo momento y se quedó con ganas de verlo cuajar una obra más redonda. Ya será en otra ocasión, pues su evolución es evidente, y eso es importante en un torero que apenas comienza.

Juan Pablo Sánchez sorteó dos toros que no se movieron, y con los que trató de hacer bien las cosas, pero sin ningún tipo de conexión con el tendido. Fue una pena que su primero no tuviese fuerza, ya que sí atesoraba clase. Así que el hidrocálido hoy pasó de puntillas por Zacatecas, sin poder aprovechar a cabalidad la inesperada sustitución de Joselito Adame.