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El magnífico pregón taurino de Carlos Fuentes

Viernes, 13 Mar 2020    Morelia, Mich.    Quetzal Rodríguez | Infografía: LM   
"..Vio el símbolo de la interminable contienda entre la..."
Carlos Fuentes pronunció el XXI Pregón Taurino de Sevilla el 20 de abril de 2003, mientras que su posterior edición se concluyó en junio del mismo año y su cubierta se adorna con una orla del artista sevillano Juan Valdes, el volumen se precede por unas líneas con autoría del Conde de Luna, que agradece la colaboración de todos aquellos que hicieron posible dicho pregón.

Fuentes da inicio a su Pregón recordando la primera tarde en que acudió a una corrida de toros en su vida y como siendo hijo de embajadores pasó su niñez fuera de México, lugar de su nacimiento, siendo hasta su adolescencia cuando pudo acudir a la plaza del antiguo Toreo, razón por la cual explica que fue un "niño sin fiesta".

Aquel día tuvo la suerte de contemplar una gran faena de Manolete, un espada, cuya figura, El Greco, seguramente, había dejado escapar de uno de sus lienzos de santos o de guerreros. Fuentes, observando al maestro cordobés con más detenimiento, se percató de que: 

"La larga y esbelta figura mística tenía la cabeza en un cielo reservado, acaso, para los grandes maestros de la tauromaquia, pero esa misma figura espiritual poseía un atractivo físico, sensual de masculinidad…"

Tras la vida y la muerte del matador y del toro, Carlos Fuentes vio el símbolo de la interminable contienda entre la naturaleza que quisiera abrazamos con su sofocante amor materno y la voluntad humana empeñada en conquistar la arena, en fundar el espacio donde erigir la polis, lugar con voluntad de situarse al abrigo de las contingencias naturales.

Fuentes confesó que aquella tarde más de medio siglo de distancia, comprendió y se dio cuenta de que: "mexicanos y españoles tenemos el privilegio, pero también la carga, de entender que la muerte es vida. O sea: todo es vida, incluyendo la muerte, que es parte esencial de la vida".

Afirmó el pregonero –utilizando una metáfora lorquiana– se fundió en México con el gran muro azteca de las calaveras, el Tzompantli, y se mestizaron dos universos sacrificiales –ambos rituales–, pero uno sacrificio humano para aplacar a los dioses y renovar con sangre el renacimiento del día; el otro sacrificio simbólico para representar y salvar del olvido o la indiferencia la tensión entre hombre y naturaleza.

Fuentes pregunta, argumenta y rubrica sobre uno de los ejes que serán el leitmotiv de esta disertación que ya quedará para posteridad: 

"¿Qué es –específicamente– el rito taurino, sino una manera de devolverle a la naturaleza, porque para ser humanos nos hemos separado de ella, algo que le es propio a la naturaleza misma: la ofrenda de una ceremonia que reconoce el orgullo y la fuerza del entorno físico que, a la vez, nos alienta y amenaza?".

Bibliografía:

Fuentes Carlos. "Pregón taurino de Sevilla". Editorial Real Maestranza de Caballería de Sevilla. 2003.


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