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Efemérides: Manolo y "Amoroso", hace 40 años

Lunes, 23 Dic 2019    CDMX    Juan Antonio de Labra | Foto: Botello     
El mandón cuajó una faenas cumbre un gran toro de Mimiahuámpam
Hace exactamente 40 años, el 23 de diciembre de 1979, Manolo Martínez realizó una de sus mejores faenas realizadas en la Plaza México al bravo toro "Amoroso", de San Miguel de Mimiahuapam, al que cuajó a placer en medio de la locura colectiva del público que había en los tendidos.

Por entonces, el torero de Monterrey había tenido una gran temporada. Estaba en su grado de mayor madurez taurina, y en cuanto a expresión artística había rayado niveles insospechados que lo habían convertido en el ídolo de la afición capitalina. De hecho, en La México sigue ostentando el récord de más paseíllos de la historia, con un total de 91, así como 10 encerronas (a plaza llena, es importante mencionarlo), y un total de 10 rabos cortados como matador de toros.

Precisamente una de esas corridas fue su corrida número mil, que se celebró el 5 de agosto de ese mismo año. La tarde de "Amoroso" compartió créditos con Lázaro Carmona, torero español al que confirmó la alternativa en presencia de Miguel Espinosa "Armillita".

Y fue una tarde de esas de luz y sombra tan características del mandó, pues al primer toro de su lote, corrido en segundo lugar, de nombre "Villancico", lo dejó vivo tras haber estado desastroso con la espada. Pero unos minutos más tarde saltó a la arena "Amoroso", y aquello fue otra película completamente distinta, pues consiguió trocar las lanzas por cañas, en una estampa muy recurrente a lo largo de su paso por los ruedos.

La faena de "Amoroso" tuvo un grato antecedente, cercano en el tiempo, como fue la faena de "Teniente", otro bravo ejemplar del mismo hierro, que tuvo lugar en la Monumental de Aguascalientes el 25 de abril de 1978 (un año y ocho mese antes), al que también indultó tras bordarle el toreo.

El temple, el trazo, la personalidad y, en suma, el arte de Manolo Martínez, brillaron en todo su esplendor con "Amoroso", que embistió con una enorme calidad a una muleta en la que cabía una inmensa expresión.

Parece extraño que, a más de 40 años de este suceso, todavía siga siendo Manolo el rasero para medir a cualquier torero mexicano que pretende conquistar la plaza capitalina. Se trata de un referente que permanece encaramado encima de aquel pedestal de soberbia que él mismo construyó. Porque Manolo supo dividir, que fue un consejo que, en su día, le dio el inolvidable Lorenzo Garza, su padrino de alternativa y paisano, otra figura que marcó toda una época en la fiesta de los toros de México.


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