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El comentario de Juan Antonio de Labra

Jueves, 14 Nov 2019    CDMX    Juan Antonio de Labra | Opinión     
"...está mentalizado para soportar estas inclemencias e insultos..."
"Lorenzo Garza está en huelga de hambre"... hasta parece un titular del día de los Santos Inocentes, esos que ciertos periódicos suelen publicar en son de broma el 28 de diciembre o, peor aún, un encabezado surrealista si se considera la categoría y trascendencia que este nombre tuvo en la historia del toreo.

Pero no se trata de Lorenzo Garza Arrambide, desde luego, sino de Lorenzo Garza Gaona, que en su apellido lleva a cuestas la fama del Ave de las Tempestades, su abuelo, y también de otro de los pilares de la tauromaquia nacional: Rodolfo Gaona, su bisabuelo, aquel que rivalizó con Joselito El Gallo y Juan Belmonte en la época de oro del toreo en España.

Al margen de esta coincidencia sanguínea, lo grave es que este jueves todavía permanezca en huelga de hambre un torero como es Lorenzo, que se ha entregado en cuerpo y alma a su profesión, la que hoy afronta como un asceta sacrificado que se empeña en alcanzar un sueño.

Sin embargo, las oportunidades no han llegado. Eso es lo que más sorprende, ya que no se trata de un "cartucho quemado" o un torero que no valga la pena, sino muy por el contrario: ahí están a la vista sus buenos resultados cuando lo han contratado.

Lorenzo enfrenta esta huelga a costa de su integridad física, soportando frío intenso por la noche, sol inclemente al mediodía, y hasta el acoso de unas mujeres antitaurinas que en las horas más recientes se acercaron a su campamento a desearle la muerte, en una actitud que refleja el grado de perversión de estos inhumanos animalistas.

Pero Lorenzo está mentalizado para soportar estas agresiones, no en vano ha sabido aguantar el olvido de las empresas, sin importar que en 2010 fue el triunfador de la Temporada Chica de la Plaza México, y que una lesión en la espalda, así como una posterior fractura de clavícula, lo apartaron del ritmo que llevaba cuando tomó la alternativa en 2012.

¿Acaso es mucho pedir una corrida para confirmar el doctorado? En estos días en que está a la espera de un gesto de sensibilidad taurina por parte de la empresa, Lorenzo ha sentido el cariño de los compañeros, de los aficionados, de aquellos que se han solidarizado moralmente con él y lo han visitado en este difícil transitar por el pedregoso camino de la dignidad.

En una época de todo para pocos y nada para muchos, bien valdría la pena recordar que el toreo es grandeza, y el ejemplo de Rodolfo Rodríguez "El Pana" todavía palpita con fuerza porque se pasó siete años rogando para despedirse en la Plaza México… y aquella dorada oportunidad, que parecía la última de su tormentosa existencia, se convirtió, finalmente, en la resurrección de un ídolo.


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