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Espectro: Dos años sin Chucho Solórzano

Sábado, 16 Mar 2019    CDMX    Jorge Raúl Nacif | Opinión   
"...un hombre que acumuló altas cuotas de sabiduría..."

Pese a que no conviví con él durante mucho tiempo, el maestro Chucho Solórzano se convirtió en una persona muy querida para mí y cuyo consejo nunca faltaba, así como esas frecuentes llamadas telefónicas con el simple motivo de entablar charlas taurinas... y de la vida.

A dos años de su repentina partida (15 de marzo de 2017), todavía se le extraña. Por tal motivo, he querido dedicar este espacio para recordar a un hombre que acumuló altas cuotas de sabiduría a lo largo de una vida impregnada por no pocos matices.

Jesús Solórzano Pesado nació en la Ciudad de México el 16 de julio de 1942, primogénito del matrimonio conformado por el matador Jesús Solórzano Dávalos y la señora Carmelita Pesado Hagenbeck.

Tras sus primeros pasos como novillero, siempre arropado por su padre y los amigos cercanos de la casa (como los maestros Armillita y Arruza) se presentó en la Plaza México el 14 de julio de 1963, delante de un encierro de Zamarrerro.

Fue el domingo 25 de septiembre de 1966 cuando el maestro Jesús Solórzano Pesado se convirtió en matador de toros al recibir la alternativa en la plaza Monumental de Barcelona, España, convirtiéndose así en uno de los toreros mexicanos en doctorarse en la llamada Ciudad Condal

Aquella tarde que ya ha sobrepasado el medio siglo, el primogénito del llamado Rey del Temple llevó como padrino a Jaime Ostos, mientras que por testigo de la ceremonia fungió Fermín Murillo. Los toros fueron de la ganadería salmantina de Atanasio Fernández, que gozaba de muy buen cartel. El astado del doctorado llevó por nombre "Rayito" y partició también el rejoneador Álvaro Domecq hijo.

Esta alternativa aconteció luego de dos temporadas como novillero en España, donde logró triunfos de importancia en escenarios de primera categoría. Semanas antes, el 29 de junio de 1966, Chucho debutó en Las Ventas de Madrid, ante ejemplares de Amelia Pérez Tabernero.

La confirmación de alternativa en la Plaza México fue la tarde del 19 de febrero de 1967, de manos de Manuel Capetillo y en presencia de Antonio Chenel "Antoñete", con el toro "Zapatero", de la ganadería de Santo Domingo.

Personaje de concepto conciso, clásico y una muy acusada personalidad, Chucho Solórzano fue claro ejemplo de lo que representa la cultura taurina. Y si bien es cierto es muy recordado por la gran faena a "Fedayín", de Torrecilla, el 14 de enero de 1974 en la Plaza México, el maestro dejó otras tantas huellas en su paso por la Fiesta.

Solórzano jamás se retiró "oficialmente" del toreo. Como empresario también tuvo éxito,  organizó muchas ferias y fue constructor, junto a Manolo Espinosa "Armillita" y Jorge Ávila, de la plaza de Cancún, donde dieron tantos toros por más de dos décadas.

El maestro murió el 15 de marzo de 2017, dejando la huella indeleble de su personalidad y torería, pero sobre todo de su calidez como ser humano. Entre sus enseñanzas, sin lugar a dudas, recuerdo su proverbial frase: "Disfruta el proceso de todo lo que emprendas".


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