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Especial: 90 aniversario de la plaza de Mérida

Domingo, 27 Ene 2019    CDMX    Francisco Coello | Foto: Archivo Puerto   
Fermín Espinosa "Armillita" y Luis Freg, con toros de Piedras Negras
Hoy, 27 de enero de 2019, la muy conocida plaza de la avenida Reforma, en la colonia García Ginerés de Mérida, Yucatán, llega a sus 90 años de vida. Fueron los hermanos Fernando y Antonio Palomeque Pérez de Hermida quienes hicieron suya la iniciativa de poner en marcha esa obra, la cual comenzó desde 1925.

La festejada, se inauguró el 27 de enero de 1929 con un cartel envidiable: Luis Freg y Fermín Espinosa "Armillita", quienes lidiaron cuatro ejemplares de Piedras Negras. Como entonces, los aficionados acudirán al coso envueltos en ropajes blancos. Ellos, tocados de su guayabera blanca, inmaculada, sin faltar el sombrero de jipijapa. Ellas vistiendo el "hipil" blanco con preciosos bordados de flores multicolores.

Esta plaza no solo ha tenido esa función específica, por lo que la de la calle 25 en Mérida, también ha servido para otros eventos deportivos o de índole política (uno de los cuales trajo consigo resultados lamentables). Su capacidad actual rebasa las 5,400 localidades.

Mérida, ciudad a la que en 1930 se desplazó el ya célebre cineasta ruso Sergei Einsenstein para filmar en la propia plaza imágenes y más imágenes para una de las cintas más emblemáticas de la cinematografía universal. Me refiero a "¡Que viva México!", donde el protagonista de aquellas mágicas y luminosas escenas taurinas, fue David Liceaga, mezcladas luego con otras imágenes donde también aparecen, ya en la plaza "El Toreo" Marcial Lalanda y hasta Carmelo Pérez.

En la suma de evocaciones sobre la que ha sido esa historia de la tauromaquia en Mérida, tema pendiente entre los historiadores, sobre todo aquellos asuntos donde debe estudiarse lo peculiar en muchas interpretaciones ocurridas en el ámbito rural. Allí está el caso de las fiestas mestizas, más bien de carácter patronal, el "gramadero", la vaquería que concentra un vestigio donde "En lo ritual, habrá misa y peregrinaciones. En lo profano vaquerías, comida y sabroso chocolomo". Al respecto, nos dicen Patricia Martín y Ana Luisa Anza que:

"La vaquería da inicio con el torito. El pirotécnico y el jaranero. Y arrecia el bailongo, pletórico de ternos multicolores, pañuelos y zapatos bordados, flores adornando las cabezas recién peinadas... Aquellas vaquerías históricas que los españoles ofrecían a sus trabajadores el día en que llegaban a sus haciendas a contar las vacas –como lo hicieron los mayas cuando sacrificaban venados-, aquellas donde se bailaba interminable la jarana, que no es más que una adaptación de la jota aragonesa. Total: un híbrido maya-español.

La fiesta sigue... y aparecen las vaquillas toreadas en un ruedo armado sólo para ese propósito a base de maderas amarradas y jamás sostenidas por un solo clavo. Un alarde de arquitectura maya moderna".
 
Otra tradición que se conserva.

Al fin, el chocolomo. Otro híbrido del contacto cultural. Choco (caliente, en lengua maya) y lomo (el de la res, en castellano). Lomo caliente. Carne caliente. Caliente por estar recién sacrificada la res. Esa que recién se toreó y que ahora venden fuera del ruedo, en un puesto ambulante para ser preparada y comida inmediatamente.

"Un buen chocolomo es aquel que, como dicen, cuando se prepare aún debe estar brincando la carne, casi vivo, nerviosa en las ollas porque fue toreada".

Sin olvidar, claro está a los toreros, los "Pay Wakax", los "Xtol" o el caso de muchas haciendas ganaderas de las que poco sabemos, sobre todo respecto a su dinámica particular.

En el imaginario popular, muchos recuerdan entre otros personajes al "Negro Miguel", como es el caso de Luis Cevallos Mimenza, allá por 1934:

TIPOS POPULARES QUE PASARON

(El Negro Miguel)

Iba siempre por las calles
pregonando presuroso,
el producto de su esfuerzo:
Su sorbete delicado;
la guanábana sabrosa,
y el famoso mantecado,
que era entonces preferido
por su gusto delicioso!

Luchador como ninguno,
nunca quiso estar ocioso!
Con un genio de mil diablos
siempre fue malhumorado;
hacía en toros el "tancredo"
de albayalde embadurnado,
y la plaza de arenero
era suya en cualquier coso.

Espectáculo fue aparte,
el mirarlo correteando
con la arena, por la plaza,
o el chicote reventado,
para echar a los corrales
algún toro tardo o flojo...

Fabricó como ninguno
la sabrosa butifarra!
Y a pesar de tanta lucha
fue su suerte tan chaparra...
Que debido a la viruela
quedó el pobre sin un ojo!

Mérida, la que vio por última vez a Manuel Rodríguez "Manolete" un 9 de febrero de 1947, antes de su regreso a España y antes también de la tragedia en Linares. En esa ocasión, alternó con Fermín Rivera y Gregorio García, quienes se enfrentaron a un encierro de Palomeque.

Plaza de toros de Mérida, la tan célebre plaza del sureste mexicano, caracterizada desde hace muchos años, en presentar al toro bravo en toda su dimensión, celebra hoy domingo sus 90 años y lo hace también, con un cartel que no desmerece en nada la ocasión: Enrique Ponce Joselito Adame, mano a mano con toros de Marrón.

Esperamos que los anales de este significativo espacio taurino ennoblezcan la memoria, una vez más.


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