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Espectro Taurino: Un maestro querido

Sábado, 03 Nov 2018    CDMX    Jorge Raúl Nacif | Opinión   
"...tardes de toros que serán siempre bien recordadas..."

Era el 2 de noviembre de 1997 y la Plaza México ponía en marcha una nueva Temporada Grande, cartel en el que se anunciaba la confirmación de un torero español por aquel entonces poco conocido en nuestro país, Manuel Caballero, acontecimiento que hoy llega a las dos décadas.

Caballero llegó a ser un torero muy querido en México y aquel día fue punto de partida para una relación que se extendió hasta la despedida del albaceteño, quien llegó a regalar tardes de toros que serán siempre bien recordadas por la clase y el empaque que manifestaba.

Aquel día de hace 20 años, el tlaxcalteca Rafael Ortega fungió como padrino y fue el encargado de cesión de trastos, mientras que el michoacano Fernando Ochoa atestiguó la ceremonia. El toro de la ratificación se llamó "Sampamí", con 485 kilos, de la ganadería de Manolo Martínez.

Aunque no terminó por acoplarse Manolo ante ese primer ejemplar, en buena medida por su falta de contacto con el ganado mexicano, el tema remontó delante del segundo de su lote, ante el que mostró ese toreo templado y cuajó muletazos en redondo, pulseando bien las embestidas.

Bien pudo haber cortado una oreja, pero el acero le jugó una mala pasada y necesitó echar mano del descabello. Sin embargo, el público le tributó una ovación y hasta la vuelta al ruedo dio Caballero, entrando desde aquel momento en el ánimo de la afición de la Plaza México.

Manuel Caballero nació en la ciudad de Albacete, España, el 29 de enero de 1971. Debutó en público a los 11 años, en 1982, y se presentó ya como novillero formal en un festejo con picadores el 6 de marzo de 1988, en Osuna, y conquistó un triunfo de dos orejas.

Como novillero salió a hombros de Las Ventas de Madrid en 1990, y ya como matador lo hizo en dos ocasiones, en 1997 y 1998. Recibió la alternativa en Nimes, Francia, el 20 de septiembre de 1991, llevando como padrino al maestro Dámaso González y como testigo a Jesulín de Ubrique, con toros de Jandilla.

Siempre con la seriedad del toreo bueno, Caballero ratificó en la capital de España la tarde del 19 de mayo de 1992, dentro de la Feria de San Isidro, de manos de José María Manzanares y Roberto Domínguez como testigo, ante toros de Garzón.

Su última tarde en España fue en Albacete, el 17 de septiembre de 2004. Semanas después, el 21 de noviembre, hizo lo propio en la Plaza México, festejo en el que le tumbó el rabo a un toro de Reyes Huerta. Su adiós definitivo tuvo lugar en Colombia, concretamente en la ciudad de Medellín, el 12 de febrero de 2005, cuando compartió salida en volandas con César Rincón.


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