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El triunfo de Silveti en el Corpus de Sevilla

Viernes, 08 Jun 2018    Morelia Mich.    Quetzal Rodríguez | Foto: Arjona   
Cortó las dos orejas y salió a hombros de la Maestranza de Sevilla
Calles cubiertas de juncia, acompañamiento con candelas y hachas de cera, incensarios, cantores, el carro alegórico empujado por hombres donde se efectuaban representaciones mudas, el arca destinada a sostener al Santísimo, los danzantes; el Corpus Christi ha sido durante siglos la fiesta sevillana por excelencia, la fe es asunto público y participa toda la urbe y la Real Maestranza presente en el Civitas Dei y en la puesta en escena que se convierte en metáfora de la propia sociedad andaluza.
 
Atentos al previo acontecimiento dicen los diarios: "A medida que se acerca la celebración de nuestra gran corrida de toros, la expectación cunde entre los aficionados de manera extraordinaria, no solo de Sevilla, sino de la provincia y de la región (…) La Asociación de la Prensa, correspondiendo al prestigio de la plaza y de su entendido público –el primero de España– ha organizado una corrida de toros (…) Con el toreo clásico del Niño de la Palma, el valor de Silveti y las elegancias toreras de Jesús Córdoba. Y, por si fuera poco, seis hermosos ejemplares de don Salvador Guardiola".

Todo sigue su curso ritual, la festividad del Corpus Dios está en la ciudad y los sevillanos así lo entienden. Se incluyen en la procesión pasos de los santos más ilustres de la historia eclesial de la ciudad: las santas Justa y Rufina, San Fernando, San Isidoro, San Leandro, así como la Inmaculada (devoción mariana de gran arraigo), el Niño Jesús, la pequeña custodia con la reliquia de la Santa Espina y la gran custodia con el Sacramento.

La expectación crece y los impresos lo recuerdan: "La animación fue extraordinaria, especialmente después de que los aficionados vieron el desencajonamiento en la plaza de los seis soberbios ejemplares escogidos y enviados por el prestigioso criador de reses bravas don Salvador Guardiola. Los aficionados salieron gratísimamente impresionados, haciendo encendidos elogios de la presentación de los hermosos toros (…) La terna de maestros, todos ellos de categoría artística, pueden ofrecernos una gran tarde de toros”.

El recorrido de la procesión se convierte en un enorme escenario donde el pueblo puede presenciar, sentado o de pie, el discurrir de la misma. Por su magnitud no es comparable a ninguna otra de las procesiones que se celebran en la ciudad en cualquier época del año litúrgico, y sigue desde su principio hasta su final un programa iconográfico. El pueblo que presencia el discurrir del Corpus establece un largo mutis  con respecto a la procesión, cuando corea el «Cantemos al Señor» que entona el coro polifónico integrante del cortejo.

Dice la crónica: "Para Silveti la tarde fue de éxito. Cortó las dos orejas de su primero y salió a hombros de la plaza. Le tocó en suerte el mejor lote y el mejicano [sic] sacó de ello provechoso fruto (…) dejando en el público una impresión inmejorable de torero valiente y de torero artístico. Si vino a Sevilla con ambiciosas metas no cabe duda que las consiguió plenamente y las conquistó en buena lid Silveti ganó a pulso la inclusión de su nombre en futuros carteles sevillanos".

Las santas trianeras, que procesionan a ambos lados de la Giralda, según cuenta la tradición que la sostuvieron en un terremoto, son una muestra de la victoria del cristianismo sobre el paganismo. Las hermanas alfareras nacen en Sevilla en el siglo III, quedan huérfanas y se ganan la vida fabricando vasijas que vendían en las calles. Un día se realiza una procesión de la diosa Venus, le piden a Justa y Rufina una contribución, pero éstas se niegan y expresan su fe en Jesús, destrozando la imagen de la diosa.

Aquí aparece Silveti de nueva cuenta: "Su manera de torear en el primero, con lances bellísimos de suavidad y mando con las manos bajas puso el ambiente en muchas atmosferas. (…) Dos pases altos pasando toda la caja del animal fueron el inicio (…) Prodigó los redondos y el cambio de mano de muleta por las espalda engendraba los pases de pecho colosales coreados por olés con alegre fondo de la música torera. La suavidad de los derechazos tenía una continuación en los personalísimos pases por bajo de airoso remate. (…) Silveti con las dos orejas que Barrera le llevó, dio dos vueltas al ruedo entre incesantes aclamaciones".

Una fusión de lo cristiano y lo pagano; un microcosmos de esencias y olores a juncia, romero e incienso, identifican de forma muy particular ese majestuoso día.

Bibliografía:

Diario ABC de Sevilla, 16 de junio de 1954.

Diario ABC de Sevilla, 17 de junio de 1954.


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