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Espectro Taurino: Un aprendizaje personal

Sábado, 02 Jun 2018    CDMX    Jorge Raúl Nacif | Opinión   
"...generar una emoción que parta del sentimiento..."

A lo largo de las diversas presentaciones de mi libro "Conceptos Taurinos" en varios puntos de la República Mexicana, los aficionados me han lanzado preguntas acerca de la elaboración de la obra y demás tópicos, pero hubo una en concreto que me hizo reflexionar a profundidad.

El cuestionamiento surgió del doctor Martín Gallegos, la semana pasada en Querétaro. "Y tú, Nacif, ¿qué aprendiste en todo el proceso de la elaboración del libro?" De momento respondí con generalidades, pero reflexionando en casa me di cuenta que el aprendizaje fue amplio y diverso.

En primer lugar, aprendí que la tauromaquia es un rito, mismo en el que se puede generar arte, un arte efímero que brota del sentimiento que genera el torero al "tirar la moneda al aire" y lograr "abandonarse".

Y por supuesto, no con todos los toros puede el torero expresar sus sentimientos a tope. Como toda manifestación artística, el artista debe sentir primero… para después hacer sentir a los demás.

Sin embargo, este punto es aliciente para todos los aficionados que acudimos a los toros, pues otorga esa expectación ilusión en cada tarde para que pueda brotar el arte del toreo, ese que purifica espiritualmente e inunda el alma al grito de "Olé".

Aprendí también que la concepción del toreo moderno ya no es sólo poder imponerte o dominar al toro, sino también esa capacidad de crear belleza delante de los pitones. El arte es algo ciertamente abstracto y subjetivo, pues una de sus características principales es generar una emoción que parte del sentimiento y, en este terreno, se rompen géneros.

Aquí entra uno de los aspectos fundamentales del toreo: crear arte ante el peligro. Naturalmente que para que el arte brote en el ruedo, deben cumplirse ciertos principios.

El fundamental, luego del valor para ponerse delante de una res brava, es el de la técnica, pilar para que el torero cuente con la capacidad de lidiar y de crear una obra. Si no se tiene técnica, la mínima indispensable por lo menos, resulta imposible que el torero de alguna manera "se olvide de ella" y pueda dar rienda suelta a lo que siente.

También puede tener cierta importancia el porte estético por parte del torero, pero consumando en conceptos como colocación, temple, ligazón y manejo de los terrenos, los cuales se logran entendiendo las condiciones del toro y pensando con claridad, con base en los conceptos fundamentales del toreo en cuanto a su ejercicio.

Y por supuesto, como expresamos párrafos atrás, esa capacidad del torero para transmitir una emoción hacia los aficionados, el poder componer un sentimiento en lo que muchos diestros llaman el “ejercicio espiritual” del toreo, el abandonarse el artista en su obra, algo que se consigue como fundamento del cimiento técnico y, posteriormente, en la expresión del alma.

Naturalmente que en este sentido no hay verdad absoluta. Respetando los cánones del toreo, cada torero expresa a como mejor lo sienta, y en esa variedad se encuentra el gusto y la diversidad de admirar diferentes estilos y conceptos artísticos, tal y como sucede en las actividades en la que se desgrana el arte. Y así como no hay pintor igual a otro, tampoco hay (o no debiera haber) torero igual a otro.


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