El escritor, poeta y pensador Alfonso Reyes es uno de esos intelectuales de largo alcance que cambiaron el rumbo de la crítica literaria hispanoamericana, obra escrita que abarca ensayos, conferencias y charlas.

Su amigo José Luis Martínez las define como: meditaciones sobre nuestro destino mexicano y americano y juegos poéticos; austeras reflexiones sobre el fenómeno literario (…) la antigüedad clásica traída hasta nuestras actuales preocupaciones y llamadas de atención hacia lo más destacado de la modernidad.

Reyes, una de las voces más claras a la hora de leer e interpretar el mundo era aficionado a la tauromaquia, será el mismo escritor el que evoca este pasaje en su texto "La familia Guerrero", y nos dice:

"A Moisés debo el haber presenciado mi primera corrida de toros (…) todos los domingos Moisés me llevaba a la Plaza de Toros Santa Lucía. Moisés hacía que me obsequiaran banderillas (…)  Aprendí a desdeñar las valentonadas del picador Carranza, y a apreciar, junto al arte sobrio y seco de Cuatro Dedos, Caro Chico, Silverio Chico, el arte cirquero, saltarín, de Llaverito, que naturalmente satisfacía mejor mis expectaciones infantiles"

En su famosa entrega literaria "Ifigenia cruel", referida de más de un modo a la muerte de su padre, incursiona en la tragedia al tiempo que describe las oposiciones poéticas entre los elementos primordiales, y le confiere un acento personal, producto ello de una sensibilidad educada en Homero, el Siglo de Oro y el Modernismo.

En sus textos titulados "Tren de Ondas" y "Alivio y traición de la palabra", "he de contar mi única y modestísima hazaña taurina", dice Reyes: "Grande era el luto. Reinaba en Talavera de la Reina una cargazón emocional que ya no encontraba resquicio para otro sentimiento (…) Era el Gallo, que venía a recoger los despojos del que más quería (…) Y así, con los brazos bajos y un poco abiertos, como si llevara en las manos una muleta y un estoque invisibles, a pasos solemnes y cautelosos, ofreciendo el pecho, serio y atento el rostro, el maestro avanzó, callado, hacia el Toro de la Muerte".

El llamado "Ateneo de la Juventud", con Reyes como una de sus figuras sobresalientes, son el primer centro libre de cultura para dar forma social a una nueva era de pensamiento, impugnando, entre otras cosas, el criterio moral del porfirismo, hacen circular a autores como Platón, Schopenhauer, Kant y Nietzsche. Además, de su necesidad imperiosa de incorporar la noción de luchas de clases al concepto de Estado.

Su texto "Carta a Filomeno" trata de lo siguiente: "un corresponsal, desconocido o imaginario, le cuenta a Reyes, con pormenores de bien enterado, en qué consisten las faenas taurinas, para luego aplicar su técnica a las faenas amorosas, tan entendido en los recursos de que conviene echar mano, como erudito en las referencias cultas con que las ilustra.

Sin dejar de observar el presente y pasado nacional, mucho de su empresa intelectual era política, pero entendida dentro de la dimensión universal e histórica, tal como la había estudiado en los clásicos, los de la Grecia antigua y los del Renacimiento europeo, caso particular su "Atenea Política" que incluye un pasaje en relación a la ganadería de Miura como espacio donde la inventiva humana y la psicología hacen de las suyas.

Será su "Ruina de las instituciones", aborda la tauromaquia en su connotación ritual y lo aplica de la manera siguiente: "De suerte que el toro no era sagrado porque el dios lo hubiera tocado, sino que el dios mismo había llegado a existir por la sobrecarga de energías sagradas del toro, sus poderes creadores (…) De paso, vamos entendiendo los ritos cretenses del toro y los demás afines a aquéllos, y aun el desvío que hace sacrificar seres extranjeros para saciar al Minotauro".

En Reyes su dedicación cotidiana y su maestría prosística, sientan las bases del profesionalismo en la literatura mexicana, un profesionalismo que conforma un público y practica un oficio al margen de la improvisación. Con "Visión del Anáhuac", comenzó un proyecto nacional,  donde cuestiona y da las pautas de lo que él considera “el alma nacional”; dejó, además, la poesía como elemento para enaltecer el carácter humano y la tauromaquia como recuerdo de que la belleza y la inspiración nunca estarán de más en nuestra América Latina.

Martínez, José Luis, "Literatura mexicana siglo XX 1910-1949, lecturas mexicanas cuarta serie", Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, México, 2001.

"Las memorias de Alfonso Reyes", en Nueva Revista de Filología Hispánica (NRFH) No. 2, 1989, pp. 487-504.

Reyes, Alfonso, "La familia Guerrero" y "Carta a Filomeno", en "Obras completas de Alfonso Reyes", tomo XXIV, Letras Mexicanas, FCE, 1990.

"Alivio y traición de la palabra", en "Obras completas de Alfonso Reyes", tomo VIII, Letras Mexicanas, FCE, 1996.

"Atenea Política", en "Obras completas de Alfonso Reyes", tomo XI, Letras Mexicanas, FCE, 1960.

"La ruina de las instituciones", en "Obras completas de Alfonso Reyes", tomo XX,  Letras Mexicanas, FCE, 2000.