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Tauromaquia: Punto de inflexión... y de reflexión

Lunes, 09 Abr 2018    Puebla, Pue.    Horacio Reiba | La Jornada de Oriente   
...ésos señores se manejan a capricho, su obsesión es rechazar toros..
Sábado de Gloria y Domingo de Resurrección. La temporada europea toma vuelo –también en Arlés, donde Luis David Adame abrió la puerta grande. De este lado, Tlaxcala vivió una noche mágica, con astados a tono con las condiciones de un festejo en que el más joven de los actuantes frisaba los 69.

Allá, en cambio, el juego y presentación de los toros se prestó a muchas especulaciones. Dentro de unos criterios donde predomina la búsqueda de las expresiones de acre censura por encima del elogio de la bravura, que ha vuelto a estar muy presente tanto en Madrid como en Arles, e incluso en Sevilla. Y, sin embargo, el relato se ha inclinado hacia el señalamiento de lacras reales o supuestas. En todo caso, la calidad de numerosas reses alienta la esperanza en una temporada donde la línea de comportamiento de los bovinos ya ha deparado varias sesiones de toreo de alto nivel, en feliz continuidad con lo observado en el último tramo de la campaña anterior. Lo de ahora está avalado por un indulto y un toro de vuelta al ruedo en plena Pascua.

De "Lastimoso" a "Viscoso"

En Arlés, la Resurrección trajo, en la tercera de su feria, un toro colorado de Jandilla que fue una máquina de embestir. Con clase y son, humillado y alegre. Cayó en el lote del francés Andy Younes para cerrar la tarde de su alternativa. Y el chico, lejos de arredrarse, le plantó cara y dio fe de sus posibilidades presentes y futuras. Con seguridad y con finura. Tras el indulto paseó dos orejas, lógicamente de otro toro. El padrino, Miguel Ángel Perera, en su sitio siempre, también izó par de auriculares, de su primero. Y una cortó Ginés Marín, el joven testigo de tan prometedor doctorado. Fue el de Jandilla un encierro en tipo y de gran calidad.

En "Las Ventas", mientras tanto, el suceso más aireado fueron los tres apéndices y la consecuente puerta grande que se abrió para dar paso a Álvaro Lorenzo, otro de ésos buenos toreros jóvenes que empiezan su temporada con pocos contratos y sin embargo tienen con qué alzar la voz y quitar moños. Le correspondió un lote de escándalo, que da fe de la recuperación de El Torero, la ganadería que fue de Salvador Domecq.

Mención aparte para "Viscoso", auténtico toro de vacas, incansable en su embestida, ejemplar de cadencia, estilo y repetitividad, premiado con una merecida vuelta al ruedo. Álvaro Lorenzo se distingue por sus sobrias y clásicas maneras, especialmente muleta en mano. Y aprovechó sin pestañear las posibilidades de un gran lote, con el que se ajustó siempre para torear con largura y mando. Solamente una objeción: lo breve de sus tandas, de tres o cuando mucho cuatro muletazos ligados en redondo. Aquel par de reses, el cierraplaza "Viscoso" sobre todo, demandaban algo más que la corrección técnica y estilística expuesta por el muchacho: eran para emborracharse de toreo. Otra vez será. Por lo pronto, tres orejas y la salida a hombros por la Puerta de Madrid son contraseña más que prometedora.

Arte y enfados en la Maestranza

A nadie satisfizo el encierro de Victoriano del Río para el emblemático Domingo de Resurrección. Algo natural, tratándose de un hato de hechuras terriblemente desiguales, con solamente dos animales propicios al lucimiento. Y un inválido –el toraco que abría plaza– que hubo que devolver. Y dos boyancones que terminaron sus días completamente remisos y rajados. Y uno más con malicia para dar y prestar, aunque había propiciado un excepcional tercio de varas. Corrida, vista así, de lo más normal. Con el sambenito de la impropia presentación de varios astados. Pero en la que se vieron una faena excelente de Ferrera y otra –genuinamente grande, redondísima– de Roca Rey. Pero, claro, había que cargarle las tintas al ganado y por ahí enderezó sus comentarios la sabiduría rampante. Prurito muy de los tiempos que corren. Por su parte, el ganadero se quejó de los veterinarios. Y poco tardaron los cronistas en hacerle segunda.

¿Razones? Las de costumbre: ésos señores se manejan a capricho, su obsesión es rechazar toros haciendo mal uso de la potestad que el reglamento les otorga, así no hay fiesta posible. Que el toro de Sevilla no es el de Madrid (paréntesis: más de una vez se dio el caso de algún astado rechazado en, vamos a suponer, Murcia, que posteriormente se lidió en Las Ventas sin ningún problema). ¿Qué hacer ante eso? Si uno es ganadero y le consta, como afirmó el señor Del Río, que "tuve que parchar mi encierro con toros que nunca hubiera reseñado para Sevilla", la cuestión sería resistirse a hacer esto. Y la salida: o lidiar los tres o cuatro aprobados, ni uno más –que se parche el encierro al gusto de los veterinarios–, o, si "por dignidad" y "autorrespeto" –argumentos comunes y a veces falaces– no se acepta ir con media corrida, retirarla toda y aguantar el chaparrón.

El caso es que "Jara", el colorado, bajo y precioso tercero, dio un juego magnífico. Y Roca Rey estuvo imponente. Y de nuevo la crítica: que si esta vez el peruano abandonó el "tremendismo" y se puso a "torear de verdad". ¿Acaso no lo había hecho en Valencia, donde por Fallas bordó memorablemente a aquel toro de Núñez del Cuvillo? En ese momento, todo mundo se dijo maravillado. Pero a semanas de distancia, resulta que fue simple tremendismo. Y los naturales de Sevilla arte purísimo. Como para dar la razón a nuestra Tauromaquia anterior, donde se comentaba lo que Morante censuró como "tancredismo", aunque sin mencionar nombres. Pero, en fin, Andrés Roca Rey es limeño, no andaluz ni valenciano.

Y resulta que, la misma tarde sevillana, un ibicenco-extremeño, Antonio Ferrera, sintió el toreo y lo expresó a placer a favor de la nobleza del cuarto, "Despreciado", un bonito negro jirón. Lo hubiera desorejado –en agravio comparativo del peruano, al que sólo se le concedió un apéndice de "Jara"–, pero un mal pinchazo y un espadazo defectuoso se llevaron el probable trofeo. Y ni hablar de la mala suerte de Manzanares, que lidió lo peor del encierro. O la buena, pues su primero lo volteó como para partirlo en dos durante la faena y libró el trance con apenas un pisotón en el empeine.

Luis David y Alcurrucén, con nota alta

De vuelta a Arles, nos encontramos con que Luis David Adame se presentó el lunes 2 para cerrar la feria y se encontró con una corrida de Alcurrucén parejamente noble y repetidora. Sus alternantes, El Fandi y José Garrido anduvieron muy a gusto y salieron a oreja por barba. Pero el hidrocálido los superó, no solamente en el balance –a los dos suyos los desorejó–, sino también en lo que hace a despaciosidad de su muleta y el ceñimiento con las astas. Era su primera corrida en territorio francés desde la alternativa (Nimes, 18-09-16). Y repitió la salida en hombros.

Poco cupo para aztecas

Tanto Luis David como Joselito, su hermano, harán campaña española, según es ya usual en ellos, sin rehuir la desigual lucha. José torea este jueves en Sevilla encartelado con Luis Bolívar y Rafael Serna, terna modesta, con toros de La Palmosilla. Irá también, a probar suerte, el apizaquense Sergio Flores, prácticamente por su cuenta, pues las empresas de allá no se han dignado volver hacia él la cara, salvo Madrid –para uno de sus carteles isidriles del montón– y Vic-Fezensac, donde se lidian cada año los toros más desaforados de la temporada francesa.

Andan también por la península, buscando sacar cabeza, los novilleros Alejandro Adame –hermano menor de los matadores aguascalentenses– y Arturo Gilio, joven retoño de la dinastía coahuilense. Y nada más. Lejos de los tiempos no lejanos en que –según la demagógica afirmación– los Choperitas "apostaron fuerte por los mexicanos". Cómo no.

Recado personal

Correo de don Lucio Bandala llamándome a refrenar mi entusiasmo de la semana anterior en relación con la memorable corrida de los abuelos en Tlaxcala. "Salió todo muy bonito, pero ¿no habría sido mejor dejarlo en festival del recuerdo?... ¿Qué necesidad había de torear de luces ganado tan chico?"

Por cierto, qué verónicas tan finas de Miguel Villanueva. Y qué enjundia tan torera la de Ponce de León. Y qué faena más arrebatada y personal de Rafaelillo, formidable de inspiración y asentamiento con el colorado que cerraba plaza. Pero hago acuse de recibo de su recado al señor Bandala. Y lo agradezco por todo lo que vale como material para la reflexión.


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