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La primera tauromaquia

Viernes, 30 Mar 2018    Morelia, Mich.    Quetzalcóatl Rodríguez | CC Tres Marías   
...la profesionalización implicó el nacimiento de las tauromaquias...
La Tauromaquia hunde sus raíces en los ritos antiguos mediterráneos y, a través del tiempo, se va configurando como una actividad vinculada al poder totémico del toro que cumple una función sacra y liberadora de las fuerzas del hombre, desde ritos iniciáticos de virilidad, adiestramiento de caballeros durante guerras medievales, nupcias y celebraciones reales, hasta la presencia de caballeros alanceadores en plazas y cercados durante el siglo XVIII.

Este periodo histórico no sólo implica la "invención" de la corrida de toros moderna, sino también, la época de tránsito desde el aristocrático toreo a caballo a otro de corte popular, por un lado, en el que el protagonismo definitivo lo adquieren los toreros de a pie; la progresiva profesionalización de estos nuevos agentes del espectáculo y, por otro, la construcción de las primeras plazas de piedra con su simbolismo neto de espacio peculiar para la convocatoria masiva.

Dicha profesionalización implicó el nacimiento de las llamadas "Tauromaquias", es decir, una obra o libro que trata sobre esta disciplina cultural, siendo la primera la titulada "Tauromaquia o Arte de Torear" atribuida al torero José Delgado "Pepe Hillo", publicada en Cádiz en 1796 y, muy probablemente, redactada por el aficionado José de la Tixeira siguiendo las orientaciones del torero; la opinión clarificadora de Antonio García-Baquero respecto a este tratado queda de manifiesto cuando expresa: "Una legislación estricta que determine todos los matices de la lidia y de los lidiadores y destierre definitivamente del ruedo de la plaza cualquier forma de intrusismo improvisador (…) [así como] asegurar a los nuevos protagonistas de la fiesta un puesto en la sociedad jerárquica de la época con los principios fundamentales que presidian la organización gremial del trabajo".

En efecto, el gran hallazgo de los nuevos profesionales de la Tauromaquia va a consistir en que a la hora de codificarla tendrán muy presente las reglas que rigen en el universo laboral del que proceden, ante ello, las nacientes "Tauromaquias" aspiran a convertirse en el estatuto fundamental del arte del toreo, es decir, un código de validez universal que debiera ser acatado por todos (toreros y aficionados) y en el que quedan convenientemente registrados todos los elementos, lances y suertes que intervienen durante la lidia.

Así pues el torero (o su escribano) justifica la realización de su obra mencionando lo siguiente: "No hay duda que en un tiempo en que está en su punto la afición de los Toros, y tan adelantado el arte de torear hacía falta una obrilla que demostrara sus reglas, realizara sus suertes y patentizara el débil y fuerte de un arte tan brillante".

La investigadora Yolanda Fernández hace referencia de los principios socialmente fundamentales de dicha codificación, un primero que implica elevar a la categoría de profesión el oficio taurino y, consecuentemente, promocionarlo y ascenderle en la escala social, etapa de transición de una llamada “fiesta” a un naciente espectáculo propiamente dicho.

José Delgado al tratar  el toreo de capa de «la suerte de frente o a la verónica», nos dirá que «ésta es la suerte que se hace de cara al toro, situándose el diestro en la rectitud de su terreno ... y sus reglas son a proporción de los toros», estableciendo toda una causalidad en su ejecución, según se trate de un toro «boyante y claro», de uno que se «ciñe» o bien de otro que «gana terreno y remata en el bulto».

El escritor Carlos Moya pone puntos sobre las íes y recuerda que sobre la arena el oficio taurómaco se jerarquiza funcionalmente, en lo alto el nuevo diestro o maestro, por debajo de él, los peones que integran su organizada cuadrilla. Se dibujan con ello los escalones de un progresivo aprendizaje profesional para los más dotados aspirantes.

Como afirmara Pepe Hillo la finalidad que le guía al realizar su obra no es sólo dar reglas para los profesionales de la fiesta, sino también para el público, de modo que de esta forma: "los espectadores, instruidos a fondo en los fundamentos elementales de la Tauromaquia, sepan decidir sobre el verdadero mérito de los lidiadores, adquiriendo por ella un conocimiento que la ha de hacer mucho más grata la diversión".

En conclusión, las tauromaquias no sólo sentaron al público definitivamente en las gradas y lo redujeron a espectadores, sino que presionaron; también a la autoridad para que confirmase y fuese cómplice del nuevo orden de la fiesta, nuevo orden que podría resumirse en tres conceptos básicos: los profesionales en el ruedo, el público en la grada y el orden y el concierto por encima de todo.

Bibliografía:

Delgado, Jose "Hillo". "La Tauromaquia o arte de torear, obra utilísima para los toreros de profesión, para los aficionados y toda clase de sugetos (sic) que gustan de los toros", imprenta de Manuel Ximenez Carreño, Cádiz, 1796.

Fernández Cuesta, Yolanda. "Aproximación histórica a las tauromaquias", CEU Universidad de San Pablo, Cuadernos de Tauromaquia 9, Madrid, 2007.

García Baquero-González, Antonio. "Fiesta ordenada, fiesta controlada, las tauromaquias como intento de conciliación entre razón ilustrada y razón taurina", en Razón de la tauromaquia, obra completa, Universidad de Sevilla, 2008.

Moya, Carlos. "La invención de la corrida moderna", en Sacrificio y tauromaquia en España y América, Universidad de Sevilla, Colección Tauromaquias No. 1, 1995.


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