La fiesta de los toros regresará a la ciudad de Puebla a su plaza de El Relicario. Y lo hará luego del fracaso taurino de Acrópolis, el moderno centro de espectáculos donde se han realizado escasas corridas sin éxito económico, no obstante el esfuerzo desplegado por la empresa durante 2017.

Varias fueron las razones que esgrimieron los aficionados para ausentarse, tales como el elevado precio de los boletos o la falta de ambiente en un recinto tan impersonal, preconcebido para celebrar con gran comodidad otro tipo de eventos. Estas "plazas", con toda su modernidad a cuestas, carecen de la atmósfera a la que está acostumbrada la gente que acude a los toros.

Menos mal que la piqueta todavía no se había llevado por delante el coso de Lomas de Loreto erigido por José Ángel López Lima, pues con eso la Fiesta ya hubiera sido amenazada de muerte en Puebla.

El comentario entre taurinos y aficionados locales es esperanzador de cara a los carteles que se dieron a conocer el lunes pasado, con la presencia del Secretario de Turismo de por medio, lo cual es una buena señal de que las autoridades poblanas están involucradas en este proyecto.

De entrada, los carteles presentan novedades, como es la reaparición de Enrique Ponce, que sólo ha toreado en El Relicario en contadas ocasiones, y también tiene su miga la despedida de Juan José Padilla, que tendrá ocasión de encontrarse por última vez con la afición poblana en su gira del adiós.

Retomando el comentario sobre los Coliseos, cabe agregar que no han funcionado para dar toros, salvo el de Torreón, el primero, que sigue inactivo para esta materia debido a la prohibición que perdura en Coahuila. Arturo Gilio, el "creador" de este concepto, se encargó de mover muy bien su plaza, que tuvo magníficas expectativas durante los primeros años.

Pero ni El Domo de San Luis Potosí ni el de Mérida tuvieron impacto dando toros, y sólo se cuentan algunas corridas exitosas en el primero, que celebró su última corrida en 2013, y que dentro de pocos días tendrá una pesada losa de cemento sobre lo que era la arena de su redondel. Para el recuerdo queda aquella fastuosa inauguración del año 2011, con una corrida de ocho toros. Pero ahí está, por fortuna, la hermosa plaza "El Paseo", con toda su solera a cuestas y sus más de 130 años de historia.

El Coliseo de Mérida, por su parte, dio un par de corridas a las que no fue el público yucateco, tan encariñado con su Monumental, que data del año 1929 y que sigue siendo una la plaza más emblemática del sureste, con una afición apasionada y seria.

En esta reapertura de El Relicario esperemos que la empresa que gestiona Curro Leal cuide todos los detalles, ya que tiene en sus manos el compromiso moral de devolver la importancia a un escenario donde se han escrito algunas de las páginas más brillantes de la Fiesta en el altiplano de México.