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El comentario de Juan Antonio de Labra

Miércoles, 31 Ene 2018    CDMX    Juan Antonio de Labra | Opinión     
...la veteranía de Jerónimo acabó, sin querer, con las ilusiones de...
Hace apenas unas horas se dio a conocer la noticia de la inclusión de Jerónimo en la corrida de aniversario de la Plaza México. Se trata de un hecho que habrá causado júbilo entre los que apoyan la causa de los toreros desamparados, esos que tienen que enfrentar diversos obstáculos para ver sus nombres en carteles importantes.

Decir "desamparados" no implica ninguna otra connotación que lo que encierra su significado; es decir, que remite al estado de abandono en el que suelen encontrarse, a pesar de que muchas veces han demostrado aptitudes para formar parte de corridas estelares.

Pero aquí no sólo fue la entonada actuación de Jerónimo del domingo 7 de enero la clave para que fuera tomado en cuenta, sino también su mayor antigüedad a la de Sebastián Castella, cuya opinión seguramente influyó en la decisión de la empresa.

Así que la veteranía de Jerónimo acabó, sin querer, con las ilusiones de Fabián Barba y Gerardo Adame, que también triunfaron para haber sido tomados considerados para el 5 de febrero, sobre todo Barba, que en esta plaza ha tenido gestos muy toreros a lo largo de su carrera.

Desde finales del siglo XIX, en le época de El Guerra, el que mandaba se encargada de no abrir plaza. Pero quizá fueron Joselito El Gallo, Manolete o El Cordobés, años más tarde, que ejercieron su fuerza en los despachos para ir siempre como segundos espadas.

En cambio, ha habido ciertas figuras que no han dado la menor importancia a ese asunto, como es fue el caso de Manolo Martínez, que hasta se daba el lujo de triunfar con el primer toro de la tarde, en ese que dicen que la gente está distraída y aún no ha entrado en el ánimo de la corrida.

Ahí están como ejemplo las faenas que Manolo cuajó a toros como "Gotita de Miel" de Xajay, el 25 de febrero del 79, o aquella otra a "Piropo", de San Martín, el 23 de mayo del 82. En ambos casos, el de Monterrey les tumbó las dos orejas al abrir cada corrida. Así, tan campante, con la gente loca de emoción.

Otras figuras abusaron del "número del caballito", como el aficionado decía despectivamente a la presencia de un rejoneador que actuaba primero, so pena de dejar el ruedo lleno de hoyos y la consiguiente tardanza en arreglar el redondel.

Abrir o no abrir plaza no tiene demasiada relevancia. Es una simple cuestión de veteranía y no se puede ir en contra del paso del tiempo. Al final, todo depende de cómo salga ese primer ejemplar de la tarde y la capacidad del que se pone delante para cortarle las orejas. Y cuando un torero cuaja un toro de verdad, a la gente le da lo mismo en qué lugar se haya lidiado.

Así que ahora para Jerónimo lo de menos es el orden en que le tocará torear. Su mayor logro es que lo hayan puesto un 5 de febrero en la Plaza México y ahora está obligado a aprovechar esta gran oportunidad. Ojalá que lo consiga.


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