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El comentario de Juan Antonio de Labra

Jueves, 26 Oct 2017    CDMX    Juan Antonio de Labra | Opinión     
...aquel relevo generacional se sucedió sin esfuerzo, de manera...
Hace unas cuantas semanas Joselito Adame cumplió diez años de alternativa, y el día de hoy, Octavio García "El Payo" está celebrando nueve desde que Morante le dio el abrazo en la plaza de Pachuca. En ambos casos, parece que fue ayer. El tiempo pasa deprisa, no cabe duda.

La reflexión viene a cuento porque estos dos toreros son los más representativos de la época actual, y también de la llamada "nueva generación de toreros mexicanos" que se formó en Europa. En cierta medida, se convirtió en la punta de lanza que abrió camino para los aspirantes a novilleros que emprendieron el mismo rumbo años más tarde.

En ese segundo bloque encontramos a Mario Aguilar, Juan Pablo Sánchez, Arturo Saldívar y Diego Silveti, de los que el primero, por desgracia, ya casi no torea, no obstante que atesoraba unas magníficas cualidades para haber llegado mucho más lejos.

Y un par de años debajo se colocaron otros, como Sergio Flores, que terminó de redondear el magnífico círculo de aquel sobresaliente proyecto denominado Tauromagia Mexicana que no ha vuelto a impulsar ningún torero.

Hacia finales de la década pasada, aquel relevo generacional se sucedió sin esfuerzo, de manera natural y escalonada, hasta que hace unos cuaro años sufrió un intempestivo "parón". Y entre la generación de Sergio Flores, que en la actualidad es el más sólido, y los de reciente alternativa, no se perciben nombres que despierten tanto interés como aquéllos.

De los que han recibido la alternativa en un lapso de los últimos dos años, el único que ha mostrado ambición y cualidades es Luis David Adame, y claro, por ahora sería prematuro juzgar a Leo Valadez, que apenas tomó la alternativa hace unos cuantos días en la plaza de Zaragoza.

Pero entre estos dos últimos y Flores, hay varios años sin novedades atractivas para el público, salvo las que están latentes en los nombres de Fermín Espinosa "Armillita", Diego Sánchez o Gerardo Rivera, que han sido espadas que han demostrado proyección y que podrían tener un repunte significativo si recibieran más oportunidades. Y esos otro pocos, como Gerardo Adame o Michelito, que siguen luchando incansablemente por abrirse un hueco.

La mayoría de quienes se han doctorado en este inter, ha sido sin importancia ninguna, y parece ser que casi por cumplir con un trámite. Porque visto lo visto, el panorama está tan cerrado y difícil, que si no están dentro de ese reducido grupo de privilegiados que copan los carteles de todas las ferias, las posibilidades de torear muy escasas.

Ojalá que los novilleros que están triunfando en la actualidad se puedan consolidar en poco tiempo, y que su llegada a matadores de toros tenga la mínima garantía de proyectarlos hacia un futuro a corto plazo que contribuya a no dejar de segur produciendo espadas que interesen al público.

Porque de otra manera, en cinco o seis años más, la denominada "nueva generación" ya estará un tanto cansada y la Fiesta siempre necesita de sangre nueva.


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