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Espectro Taurino: La grandeza del toro bravo

Sábado, 29 Jul 2017    CDMX    Jorge Raúl Nacif | Opinión   
"...luchando entrega su vida en pos de una creación..."

La noticia de las "reformas" a la tauromaquia en las Islas Baleares, que no son otra cosa que una prohibición encubierta, ha generado diversos comentarios de los antitaurinos, lo cuales ponderan la "protección" que se le da al toro y al hecho mismo de no permitir su muerte en el ruedo.

Los anterior nos lleva a retomar algunas ideas que habíamos externado en columnas anteriores, centrándonos precisamente en el toro de lidia y en la grandeza que significa su muerte en el ruedo.

No debemos quedarnos nunca en lo superficial de los acontecimientos, sino que es privativo conocer a fondo el significado esencial de cada uno de los elementos y su naturaleza. En nuestros tiempos esto es difícil, pues en todos los sentidos se nos vende una vida "light".

Resulta importante señalar toro de lidia no sale al ruedo como mera víctima o para ser humillado, como creen los "protectores", sino que impone un respeto muy especial y es el eje de la Fiesta. Como especie criada y protegida por los ganaderos de bravo, tiene en su esencia el instinto de la bravura.

La lidia termina con la muerte del toro, pues no deja de ser un rito sacrificial, pero también puede morir el hombre. El sentido más profundo de la Fiesta (en nuestra particular opinión) radica en la posibilidad de que, en aras de una creación, el diestro expone su propia vida.

Y es que algo que es central en el espectáculo taurino es la muerte del toro como una culminación de la obra maestra, pero también es verdad que el torero expone su vida cada vez que sale a ruedo, así que la muerte es un elemento esencial de la tauromaquia.

Al pelear en la arena, el toro es fiel a su objeto de crianza y a sus atributos propios. Y por supuesto, muere con grandeza, pues luchando entrega su vida en pos de una creación.

Sin embargo, y como los taurinos recalcamos generalmente, es precisamente gracias al toreo que se cuida a la especie, la cual está totalmente protegida. Y en lo particular, cada uno de los ejemplares lleva una vida que es mucho más digna que la inmensa mayoría de las reses de abasto.

En realidad el toro bravo no existiría si las corridas desparecieran. No solamente se extinguiría un espectáculo milenario y con una gran cantidad de aristas, sino que dejaría de existir en nuestro mundo una especie dentro de la fauna. Defender al toro intentando acabar con las corridas es en realidad todo lo contrario, pues va en contra de la especie misma.

Por lo expuesto en estas líneas, podemos concluir que eliminar la muerte del toro en la plaza es quitarle al toreo parte de su autenticidad. Con ello y con toda la lista de descabelladas limitaciones de la ley, es en realidad una manera velada de prohibición.


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