La noche del pasado martes 9 de mayo, el diestro potosino Fermín Rivera protagonizó una taurinísima velada con los socios de la peña tapatía Mal de Montera, con quienes no tuvo reparo para satisfacer la sed de conocimientos taurinos y acerca de la vida del torero de dinastía.

Con un estilo abierto, sobrio, cordial, afable y ausente de inútiles adjetivos, el matador mexicano extendió templado la charla hasta entrada la medianoche.

"Cuando falleció mi abuelo, mi madre y yo, con dos años de edad, nos mudamos a La Alianza para acompañar a mi abuela –ahí cursé la primaria. Mi tío Curro abrió una escuela del toreo en Monterrey, y en esas fechas la trasladó a San Luis Potosí. Así que mí contacto con el toreo fue permanente".

La charla incluyó el interés por la comparecencia de Rivera en Madrid, y, como a través de toda la tertulia, Fermín fue muy claro. "Todos los toreros deseamos confirmar en Las Ventas. Las cosas no han podido cuajar, pero no tengo prisa. Luego de tantos años, las condiciones –hombre, sé que los hierros de prestigio están copados– deben darme la posibilidad para mostrar mi expresión plenamente. De otro modo, ir por ir, no le veo mucho sentido".

¿Cómo es el toro que usted requiere matador? –Preguntó un peñista– "Hay hierros que pueden gustarme más que otros; pero mi trabajo está enfocado en todos los toros. Me preparo para eso. Sí me gustaría tener mejor suerte en los sorteos, pero la fiesta es así, y así la asumo".

Luego de un sinfín de anécdotas, de vivencias. De platicar sus momentos gratos y los que no han sido, el torero de San Luis Potosí compartió su profundo agradecimiento para quienes han creído en él. A Beto y Polo Preciado. Especialmente al público que le ha tenido paciencia y lo espera. Vamos, que a todos quedó claro que Fermín Rivera está a punto, y se lo compartieron.

"Lo bonito de esto es que cualquier día salta ese toro, en esa plaza, en ese momento para el que yo me preparo siempre y que te lleva a los siguientes niveles".

Para concluir vino la sesión abundante de fotos del recuerdo; la firma de autógrafos; los regalos al torero, y la infaltable dedicatoria para la Peña.

La cena. No faltó la cena deliciosa que borda uno de los socios de la entendida Peña Mal de Montera de Guadalajara.

Cuánta razón tuvo Juan Belmonte al afirmar: "Se torea, como se es".