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Tauromaquia: "Clarinero" y su tiempo

Lunes, 17 Abr 2017    Puebla, Pue.    Horacio Reiba | Opinión   
"... faceta maestra de Clarinero fue, justamente, la entrevista..."

Falleció Rafael Morales "Clarinero", cronista queretano de vasta trayectoria, cuando a punto estaba de cumplir 97 años. Larga vida la suya, cuyo eje estuvo siempre en el toro, el toreo, la Fiesta. Novillero de la legua en los años 40, de periodista adoptó como alias el nombre de aquel Pastejé inmortalizado por Fermín Espinosa en El Toreo el 31 de enero de 1943, misma fecha en que Silverio cuajó para los restos al célebre "Tanguito".

Ni qué decir tiene que este "Clarinero" queretano sentía por la tauromaquia una pasión irrefrenable, que lo llevó a dominar los diversos palos de la reseña, el análisis, la reflexión y la información taurinas, desplegadas en todos los medios a su alcance. Escritos y hablados.

Autor de numerosos libros sobre toros y toreros, "Clarinero" escribió además para la revista Tiempo, cuyo director era Martín Luis Guzmán, unas cartas taurinas anteriormente a cargo de Juan Pellicer Cámara, que fuera juez de plaza en la México y destacadísimo cronista, hermano del poeta tabasqueño Carlos Pellicer, a quien se podía ver cada domingo en la Monumental.

Pero sería la entrevista la actividad informativa en la que Rafael Morales alcanzó el grado de maestro. La desarrolló asiduamente por la radio ("Clarinazos por Clarinero", su programa dominical, permaneció varias décadas en el aire) y era una de las páginas más buscadas de El Redondel, precisamente porque, a su oportunidad para elegir al personaje de la semana, unía la habilidad de hacer hablar a sus entrevistados de lo que realmente sentían y más interesaba al aficionado, permaneciendo él como un interlocutor discreto, casi oculto, mientras reservaba prácticamente todo el espacio de la charla al personaje protagónico.

Fue con Clarinero con quien Paco Camino habló en primicias del "temple lento" que le hizo descubrir el toro mexicano, y a quien declaró El Capea, tras cortarle a "Corvas Dulces" de Garfias su primer rabo en la capital, su orgullo de haber obtenido semejante galardón ante "el público más exigente y conocedor del mundo". Naturalmente, no es que ambos figurones se murieran por reconocer a viva voz una y otra cosa: hacer que el entrevistado se sincere requiere del entrevistador un oficio, un tacto y unos conocimientos que no están al alcance de cualquiera. Por eso afirmo que la faceta maestra de Clarinero fue, justamente, la entrevista.

Las secciones taurinas de su tiempo

Estamos hablando de un recorrido que, grosso modo, abarca de finales de los años 40 hasta casi clausurar el siglo XX. Cuando el aficionado agotaba la prensa del lunes para enterarse de cómo habían visto la corrida no menos de diez revisteros expertos que eran además excelentes prosistas y avezados conocedores de la Fiesta, muy al tanto de sus tejemanejes internos y, cómo no, dispuestos a argumentar –en muchos casos sesgadamente– de los toros y los diestros de sus preferencias o aversiones particulares.

En ese clima de esgrima mental, sabrosamente condimentada, se nutrió y se desarrolló la pasión y la competencia taurina de varias generaciones de aficionados. Y por eso se entiende y justifica lo dicho por Pedro Gutiérrez Moya acerca de la calidad crítica y analítica del cónclave que reunía en sus tendidos la gran cazuela metropolitana.

Y también, estoy por afirmarlo, la de los públicos de las principales plazas de los estados, que no sólo veían toros a menudo sino los tenían cada domingo en televisión abierta, y leían con interés y delectación, en los diarios de la capital que hasta su ciudad llegaban, a los cronistas de sus preferencias, sabedores de que cada publicación disponía de más de uno, en una gama que abarcaba desde viejos sabios como Verduguillo, Ojo, Manuel Horta, García Santos, Septién García, Renato Leduc, Sosa Ferreyro, Bohórquez, Don Luis, Don José, Tapabocas o Flamenquillo, hasta los que estaban en plena madurez –Alameda, Malgesto, José Octavio Cano, Pellicer, Carlos León, José Manuel Ramos, Jarameño, Rafael Solana hijo, Alberto A. Bitar, Paco Hidalgo, Giraldés, Macharnudo, y esporádicamente Luis Spota, Blanco Moheno y algún otro colado notable: reseñas, crónicas y artículos ornamentadas con fotografías de gran belleza plástica, además de los instructivos y agudos cartones de Abel Quezada o los humorísticos del Chango García Cabral; y no podían faltar, en temporada grande, los trazos maestros de Pancho Flores, Navarrete, Reynaldo Torres o Epifanio Ortega, y hasta fotos de pequeñas esculturas, salidas de las manos  de Humberto Peraza o Raymundo Cobo e inspiradas en los instantes cimeros de la corrida, todo lo cual daba a las páginas taurinas, generosas en número, un gusto y una variedad que no tenían, ni de lejos, las demás secciones de los diarios, fuesen éstos deportivos o de información general.

Círculo virtuoso

¿Qué significaba todo lo anterior? Que el toreo estaba en el centro de la escena pública, poseía fuerza propia y sumaba adeptos no como resultado de una promoción deliberada, sino al influjo de lo que ocurría en el ruedo y reflejaban, vívidamente relatado, desmenuzado y discutido, todo tipo de medios –impresos y audiovisuales, noticiarios cinematográficos incluidos–, para deleite tanto del aficionado fiel como de las masas ávidas de emociones, sin distinción de clases sociales.

Los precios de las localidades eran muy razonables, los de los diarios, las revistas y el cine otro tanto, las corridas se transmitían cada domingo por televisión abierta y la retroalimentación entre los distintos actores y factores de la Fiesta fluía con perfecta naturalidad.  

La caída

Años procelosos fueron los 80, la década del siglo XX con menos festejos en la capital. En correspondencia, las secciones taurinas empezaron a contraerse, pese a que los cosos de los estados continuaban funcionando a todo tren, con el inconveniente de una falta de rigor cada vez mayor, que la reapertura de la Plaza México, en 1989-90, no conseguiría desterrar. Y que al ser asumida sin ambages por la empresa Alemán-Herrerías dio como resultado la progresiva decadencia de la tauromaquia en nuestro país, arrastrados asimismo al hoyo la Plaza México y su otrora competente público, ya limitado a "gente bonita" y alborotadores etílicos, un coctel no por costoso –adiós precios populares– menos tóxico y deplorable. 

Lo que sobrevive

Sería una flagrante injusticia negar que existen actualmente señores de la pluma y la palabra a la altura de los mejores de otros tiempos. Pero así como aquellos conformaban una animada y numerosa grey, variadísima de estilos y puntos de vista, los que ahora puedan hacer sus veces caben en los dedos de una mano, de suerte que ni falta hace mencionarlos por nombres y apellidos.

Y es un hecho que, habiendo excelentes portales especializados en Internet, los conoce y consulta exclusivamente el muy aficionado, nunca el simple curioso habituado a ojear eventualmente un diario o revista, que cuando enciende el televisor lo único que encuentra es futbol o deportes norteamericanos a destajo, y eso en canales de paga. Porque en los medios de acceso general, la información taurina quedó reducida a su mínima expresión, ya sin los atractivos condimentos de antaño.

Hasta existen diarios deportivos que la suprimieron por completo, para ponerse a tono con lo políticamente correcto… y porque lo que hoy vende son el chisme, los memes y las fotos de chicas ligeras de ropa, por no hablar de espacios obviamente pagados y destinados a pormenorizar interminablemente sobre eventos y deportes de moda.

Rectificación

Informa la Empresa Pagés, de Sevilla, que Joselito Adame "está firme" en el cartel del domingo 23 en la Maestranza (con Urdiales, El Cid y toros de Fuente Ymbro). Menos mal, y ojalá tenga mucha suerte, pues por decisión y torerismo no quedará. Parece, eso sí, que como es corrida de preferia no habrá televisión, lo que no ocurre con todas las demás del ciclo abrileño.

Una feria en la que Morante parte plaza cuatro veces y tres Manzanares –incluida la corrida que ambos torearon este domingo de Resurrección–, y van por dos Roca Rey –tercer espada de ayer–, El Juli, Talvante, El Fandi, López Simón, Padilla, Ferrera, Manuel Escribano, Pepe Moral y Antonio Nazaré.

Ciertamente, hay figuras –Ponce, Castella, Perera– que también firmaron un solo festejo, pero con ternas de primera, a diferencia de Joselito y sus compañeros de cartel, que en realidad fueron puestos por la empresa a un nivel semejante al de meritorios como Álvaro Lorenzo, Esaú Fernández, Ginés Marín, José Garrido, Javier Jiménez e incluso Paco Ureña, o veteranos a la vuelta de todo, como los hermanos Rivera Ordóñez.     

Por cierto, el debut sevillano del hidrocálido Leo Valadez está anunciado para la novillada del 14 de mayo con utreros de Guadaira, y los noveles Colombo y Toñete como alternantes.


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