Banners
Banners
altoromexico.com
Banners

Anecdotario de Giraldés: Obligado a hacer quites

Viernes, 06 Ene 2017    Tijuana, B.C.    Valeriano Salceda   
"... soy torero y estoy obligado a hacer quites..."

A finales de los años veinte del siglo pasado, los hermanos Manolo y Pepe Bienvenida, becerristas, con trece y catorce años, consiguieron despertar entre los taurinos un enorme interés.

Algunos toreros españoles, advirtiendo que los niños Bienvenida interesarían más que ellos y les podrían quitar fechas, consiguieron apoyador por el gobierno impedir que los niños torearan...¡en su propio país! Si la perra es brava, hasta a los de casa muerde.

Al viejo Manuel Mejías "Bienvenida" no se le cerraba el mundo. Salió de España con sus hijos y se dedicó a hacer la América. Los éxitos fueron muy grandes, ganaron muchísimo dinero y torearon hasta en ¡Nueva York!, en un estadio, en 1927.

Creció tanto la fama de los Bienvenida y fueron tan notables sus triunfos, que firmaron contratos para actuar en países que, como Guatemala, no pueden considerarse taurinos. Se presentaron en esa nación el 13 de enero de 1929... lleno a reventar y triunfo extraordinario de los dos hermanos. Volvieron a torear el domingo siguiente y el 3 de febrero.

En Guatemala actuaba la compañía de teatro española Herrero-Tordesillas, con tan malos resultados que estaban ya a punto de la quiebra... debían en el hotel, en el restaurant... en todos lados.

Enterados los Bienvenida  de  las  fatigas que pasaban sus paisanos  fueron  a  verlospara ayudar.  A Manolo  Bienvenida se le ocurrió  preguntar: "¿ Hay  alguna  obra en la que actue  un  joven  como  yo ?"

Se acordaron  de  Las  Flores,  de  los  hermanos  Álvarez  Quintero.  Salía  un joven  de quince  años  interpretando el papel de Gabriel.  “Vamos   a   ensayar… Yo  haré  ese  papel".

El día  8  de  febrero,  en el teatro Abril  de Guatemala, Manolo Bienvenida se  presentó  como  actor. Se  agotaron  las  localidades en las  dos  funciones ese  día y en los  dos siguientes. La  compañía  teatral  se  salvó  y Manolo  no  cobró   ni  un centavo.

Cuando  todos  los  que  trabajaban  en la compañía  le dieron  las  gracias,  él   sólo les dijo: "No tienen nada  que  agradecer… soy  torero y estoy  obligado  a hacer quites".


Comparte la noticia


Banners
Banners