A finales de los años veinte del siglo pasado, los hermanos Manolo y Pepe Bienvenida, becerristas, con trece y catorce años, consiguieron despertar entre los taurinos un enorme interés.
Algunos toreros españoles, advirtiendo que los niños Bienvenida interesarían más que ellos y les podrían quitar fechas, consiguieron apoyador por el gobierno impedir que los niños torearan...¡en su propio país! Si la perra es brava, hasta a los de casa muerde.
Al viejo Manuel Mejías "Bienvenida" no se le cerraba el mundo. Salió de España con sus hijos y se dedicó a hacer la América. Los éxitos fueron muy grandes, ganaron muchísimo dinero y torearon hasta en ¡Nueva York!, en un estadio, en 1927.
Creció tanto la fama de los Bienvenida y fueron tan notables sus triunfos, que firmaron contratos para actuar en países que, como Guatemala, no pueden considerarse taurinos. Se presentaron en esa nación el 13 de enero de 1929... lleno a reventar y triunfo extraordinario de los dos hermanos. Volvieron a torear el domingo siguiente y el 3 de febrero.
En Guatemala actuaba la compañía de teatro española Herrero-Tordesillas, con tan malos resultados que estaban ya a punto de la quiebra... debían en el hotel, en el restaurant... en todos lados.
Enterados los Bienvenida de las fatigas que pasaban sus paisanos fueron a verlospara ayudar. A Manolo Bienvenida se le ocurrió preguntar: "¿ Hay alguna obra en la que actue un joven como yo ?"
Se acordaron de Las Flores, de los hermanos Álvarez Quintero. Salía un joven de quince años interpretando el papel de Gabriel. “Vamos a ensayar… Yo haré ese papel".
El día 8 de febrero, en el teatro Abril de Guatemala, Manolo Bienvenida se presentó como actor. Se agotaron las localidades en las dos funciones ese día y en los dos siguientes. La compañía teatral se salvó y Manolo no cobró ni un centavo.
Cuando todos los que trabajaban en la compañía le dieron las gracias, él sólo les dijo: "No tienen nada que agradecer… soy torero y estoy obligado a hacer quites".