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Espectro Taurino: Legado de maestría

Sábado, 27 Oct 2018    CDMX    Jorge Raúl Nacif | Opinión   
"...dilatada trayectoria que dejó siempre aroma en los ruedos..."

El 28 de octubre de 2014 murió uno de los toreros referenciales de los últimos tiempos, José María Manzanares. Fue en su finca de Cáceres donde, por causas naturales, dejó de exisitir a los 61 años, dejando como legado una imborrable huella en el planeta de los toros.

El maestro José María Manzanares, de concepto claro y depurada técnica, fue sin duda una gran figura del toreo de la segunda mitad del siglo XX. Entre sus múltiples logros a lo largo de una impecable trayectoria, resaltan en el apartado las tres Puertas Grandes que consiguió en Las Ventas de Madrid.

Nacido el Alicante el 14 de abril de 1953 e hijo del que fuera banderillero Pepe Manzanares, debutó sin caballos en 1969, en un festejo celebrado en la plaza de Andújar. Con los del castoreño hizo lo propio el 24 de mayo de 1970, en Benidorm.

Soñado fue el día de su alternativa, el 24 de junio de 1971, en su natal Alicante, ya que se alzó con un triunfo de máximos trofeos. Aquel día, llevó como padrino a Luis Miguel Dominguín y por testigo a Santiago Martín "El Viti", con toros de la ganadería de Atanasio Fernández.

Un año después sería su confirmación en Las Ventas de Madrid, el 18 de mayo, con Palomo Linares y el mexicano Eloy Cavazos, en la lidia de un encierro de Garzón. Manzanares saldó el debut madrileño con triunfo, pues le tumbó una oreja al primer ejemplar de su lote.

La ratificación de José María en la Plaza México fue el mismo año de 1972, el 3 de diciembre, de manos de Joselito Huerta y Curro Rivera por testigo, delante de un toro de Torrecilla. Aquel día iniciaba una relación con nuestro país en la que llegó a tener tardes de verdadera relevancia.

A lo largo de su dilatada trayectoria dejó siempre aroma en los ruedos y ha sido de los matadores con un mayor número de corridas en su estadística.

La última de éstas fue en la Real Maestranza de Sevilla, el 1 de mayo de 2006, un festejo de carácter mixto en el que actuó a lado del rejoneador Pablo Hermoso de Mendoza y el entones novillero Cayetano. Tras lidiar al quinto ejemplar, le pidió a su hijo José Mari que le cortara la coleta.

Las emociones de aquella tarde brotaron en su punto cumbre cuando el maestro fue levantado en hombros por varios profesionales que ese día se encontraban en la plaza y salió por la Puerta del Príncipe, a pesar de no haber triunfado esa tarde. Estampa llena de torería, como así fue siempre su trayectoria.


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