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Teatro: "El torero más valiente"
Por: Quetzal Rodríguez | Infografía: LM
Viernes, 06 Dic 2019 | Morelia, Mich.
"…Tuvo como referencia genérica el teatro de Lope de Vega y Lorca…"
Para el escritor Miguel Hernández, el teatro se trataba de un motivo estético: la búsqueda del arte total, con raíces clásicas, tanto en el sentido calderoniano del teatro de "gran tramoya" como en el más moderno sentido wagneriano. La confluencia de palabra, poesía, canto, música, danza y aparato escénico —atrezzo, vestuario, iluminación— producirían un teatro en su plenitud como integración de las artes.

En homenaje al torero Ignacio Sánchez Mejías, corneado por un toro en la plaza de Manzanares el 11 de agosto de 1934 y fallecido dos días después, escribe Miguel Hernández en apenas dos meses la pieza dramática "El torero más valiente".

A partir de la anécdota de la muerte de un torero, Hernández acomete un drama de asunto mítico e intemporal: abandona la trascendencia religiosa y se decanta por el mito de mayor excelencia folclórica del momento, el mito del torero enamorado herido en la lidia del toro.

 El torero, solo entre multitudes, pasa a ser alegoría del hombre cuya vida se caracteriza por la soledad que se desprende de la incomprensión, la insolidaridad y la maledicencia. Y a la vez es hombre–dios que merece erigirse en mito. 

Miguel Hernández tuvo como referencia genérica el teatro de Lope de Vega y Lorca, que era popular y con éxito. De la tradición lopesca toma los bailes, los chistes, las canciones de gracia y juventud, la repetición de motivos y presagios. E incide en lo popular con la incorporación de escenas como la de la tradición funeraria.

Acentúa los rasgos populares con abundantes elementos narrativos e incorpora, con fluida espontaneidad, elementos tradicionales, música y cantos. Las tres escenas iniciales quiebran la técnica teatral con tres narraciones, puesto que nunca se verán representadas –sino narradas– las acciones más dramáticas, dada la dificultad de trasladar estos motivos taurinos a escena.

En el acto primero, el escritor oriundo de Orihuela llega a deificar al matador de toros: el matador se encontrará en custodia sostenido por los brazos de los admiradores; el cuerpo yacente de José, descrito como "cirio pascual taurino", que será elevado y paseado en procesión por toda la sala. 

La asociación con Cristo resulta evidente, pero ahora interesará más a Hernández el mito que la fe religiosa. La supuesta rivalidad entre Sánchez Mejías y su cuñado Joselito "El Gallo", inspiró la recreación de los sucesos. El afamado Joselito dio la alternativa, en 1919, a Sánchez Mejías. 

Al año siguiente, comparten cartel en Talavera de la Reina: Mejías es testigo de la cogida mortal de Joselito por el toro "Bailaor". Retirado del toreo ese mismo año, reaparecerá Mejías en 1934: y no tardará en ser fatalmente herido en la plaza. La obra consta de tres actos en los que representa la contienda por la fama de los diestros José y Flores. José se ha enamorado de Soledad, hermana de Flores, y Flores se enamora de Pastora, hermana de José. 

El conflicto surge cuando José no permite a Flores que pretenda a Pastora. Reconciliadas las parejas, Pastora, ya casada, y Soledad preparan la fiesta de bodas de ésta, mientras los dos recuñados se aprestan a ir a una corrida benéfica. En la plaza, Flores muere tragicómicamente de un botellazo. 

La maledicencia popular acusa a José de no ayudar a Flores en el trance con la suficiente presteza, por cobardía o por librarse de su rival. De esta injuria nacen el recelo y el rencor de las dos jóvenes. José será incapaz de sobrellevar una situación que le ha acarreado la pérdida del amor de su mujer y decide retirarse de los toros. 

Pero, como Ignacio Sánchez Mejías, no se corta la coleta y regresa a la plaza para sufrir una cogida mortal. En una suerte de barracón de feria, contemplamos el sepelio: José yace sin vida. Se trata de un final que funde la muerte con la festividad de un ambiente ferial, tan del gusto de una nueva influencia estética y artística.

"El torero más valiente" es una obra que agradará a quienes admiren al poeta (con lirismo a borbotones), a los especialistas en teatro (porque se suma a una arraigada tradición con una hábil y ágil construcción dramática), a los aficionados a los toros (que descubrirán su pasión) y a los lectores en general, porque alcanza singulares valores literarios y dramáticos.

Bibliografía:

Hernández, Miguel. "El torero más valiente. La tragedia de Calisto. Otras prosas". Alianza Tres. Madrid. 1986.