Al Toro México | Versión Imprimible
Muere el novillero retirado Paco Ahumada
Por: Redacción | Foto: Archivo
Jueves, 26 Mar 2020 | CDMX
Era nieto de don José Vasconcelos y toreó a finales de los sesentas
El novillero retirado Paco Ahumada falleció ayer en la ciudad de Cuernavaca, a la edad de 72 años, como consecuencia de un cáncer de próstata al que enfrentó con la misma entereza y sabiduría con la que vivió una existencia plena de sensibilidad.

Francisco Ahumada Vasconcelos nació en la Ciudad de México el 14 de marzo de 1947. Era hijo de don Herminio Ahumada y Carmen Vasconcelos, quien a su vez era hija del gran intelectual don José Vasconcelos, cuya influencia dejó huella en México.

La afición de Paco por los toros le llegó a temprana edad, y sólo pudo dar  un mejor cauce como torero, una vez que había terminado sus estudios en Derecho, que cursó en la UNAM. Hacia finales de los años sesentas toreó alrededor de 30 novilladas, algunas en plazas de relevancia como Ciudad Juárez o Acapulco, entre otras, aunque no llegó a debutar en la Plaza México en un festejo formal.

Desde su juventud entabló una entrañable amistado con don Luis Barroso Barona, que lo acogió como un hijo más en la finca de San Miguel de Mimiahuápam, y más tarde también en Jaral de Peñas, donde pasó muchos días de campo bravo y en los que se deleitó toreando con clase a las becerras de varias camadas.

De hecho, Paco fue uno de los protegidos de don Luis, así como otros novilleros de la época entre los que, en su momento, también se encontraba Manolo Martínez. A través de esta relación trabó amistad con otros ganaderos de la dinastía de los Barroso, para los que siempre fue un amigo muy querido de la familia, y lo invitaban a tentar a sus fincas con mucha frecuencia.

Y don Luis le concedió el gusto de torear de luces en la Plaza México, donde le echó un toro en un festejo privado, mismo que tuvo lugar por allá de 1970, y en el que compartió cartel con Jorge Blando, Rogelio Leduc y Félix Mejía.

Su sosegado estilo para hablar, además de su cultura, y su trato refinado, hacían de Paco un ser con el que conversar era muy agradable porque era un gran aficionado que se sintió torero hasta el final de sus días, que terminaron en compañía de sus hermanas, que lo arroparon con tanto cariño en estos años difíciles.

Desde aquí enviamos nuestras más sentidas condolencias a su familia y demás amigos, que eran muchos. Descanse en paz.