El rejoneador Emiliano Gamero realizó la faena más emotiva de la noche durante el tercer festejo de Calaveras celebrado esta noche en la Monumental de Aguascalientes, pero malograda con el rejón de muerte, a lo largo de una corrida en la que Arturo Macías y José Garrido estuvieron esforzados.

Los momentos de mayor calado de la noche fueron ante el cuarto, un toro de Bernaldo de Quirós que saltó al ruedo visiblemente corraleado y al que poco a poco fue metiendo en vereda. Y aunque era un tanto incierto y pegaba arreones, el agitanado caballista tiro pa´ lante con desbordaba afición para formar un lío.

Con base en temple y cercanías, hizo vibrar a los tendidos a lomos de "Volcán" y ejecutó piruetas en las que expuso de verdad. Bien pudo Emiliano Gamero cortarle las dos orejas de no haber estado errático con el rejón de muerte, pero más allá de lo numérico ha dejado en claro que sigue avanzando.

Su primero fue de Rancho Seco, astado alto y hondo que necesitaba que el caballista le llegara mucho a la cara para poder encelarse, y cuando esto ocurría tenía buen son pero sin llegar a romper. Así lo entendió Emiliano, que tuvo pasajes de alto nivel y perdió la posibilidad de una oreja debido a sus fallas con el de muerte.

El extremeño Pepe Garrido denotó que puede ser del gusto del público mexicano, pues tiene buen aire y dejó pinceladas de empaque, como los mecidos lances a la verónica con los que recibió al sexto, el único toro de Guanamé que ofreció alguna que otra posibilidad de triunfo.

También con la muleta hubo algunos derechazos templados, aunque el trasteo vino a menos en la medida en la que el ejemplar fue perdiendo gas. Su primero tuvo complicaciones y el hispano estuvo digno delante de él, resolviendo sin más la papeleta que tenía enfrente.

El torero de la tierra, Arturo Macías, no tuvo fortuna y enfrentó a dos toros de Guanamé que no le permitieron el mayor lucimiento, salvo las saltilleras a su primero y dos series con la muleta en la derecha en las que reposo bien en terreno y pudo torear con buen trazo, aunque el tema no rompió.

Su segundo era un dije, bello de estampa, pero el juego en el ruedo no correspondió a sus hechuras ya que se quedaba corto, ofreciendo medias embestidas y desarrollando sentido. Con disposición, que esa nunca falta en Macías,alargó de más una faena que se fue diluyendo.

A la postre el público hidrocálido salió de la plaza un tanto desilusionado, aunque ahí quedó el buen sabor de boca que dejó Emiliano Gamero, que se va ganando un lugar en el cariño de esta afición.