En sus "Crónicas Taurinas", Carlos Septién García narra la emoción del espectáculo taurino, misma que sirvió para dotar de valores y conocimiento al público mexicano de la primera mitad del siglo XX, que hizo de la opinión y la crítica una pieza fundamental que logró alta resonancia dentro de la literatura mexicana.

Para El Tío Carlos la crónica taurina debe poner a la vista del lector el alcance de las reglas y la disciplina técnica que dota y configura al arte de torear en un ejercicio de perdurable belleza, donde aparecen los retratos del acontecer en el ruedo con miradas permanentes hacia el tendido buscando originales significados y asociaciones.

Ante poco más de una veintena de  entregas publicadas en el diario El Universal, El Quinto no oculta su predilección por Silverio Pérez, verdaderos cuadros cinematográficos los que captó su retina, pasionales e interminables peroratas entre partidarios silveristas que concluyen entre la lluvia de sombreros que lo transfiguran en verdadero ángel de retablo.

La legendaria faena al toro "Manzanito" de Pastejé que le valió los máximo trofeos al Califa Cordobés, obra cuyo contenido fue adelantando la muleta hacia los belfos, prendiendo al toro del propio testuz, la cintura quebrada a cambio de los cinco mejores naturales que el cronista presenció durante su vida de aficionado.

Los 21 pases naturales en cinco series del maestro Fermín Espinosa "Armillita", frente a un toro de Piedras Negras, expresión sólida, cabal y perfecta de la más rancia y limpia doctrina torera: esa que formaban y probaban en mil tardes de sol y de hachazos los Romeros, los Paquiros y los Guerras.

Un réquiem por José Rodríguez "Joselillo" frente a un yo poético que lo cuestiona previo al paseíllo melancólico del ruedo de las cruces: "¿Qué, no oyes ya la música de los responsos poniéndote la lumbre de la gloria en el alma?, ¿Qué, no ves tu cuerpo ya cubierto con el traje de luces de la resurrección?".

Carlos Arruza y "Bardobián", la plaza en algo así como un gigantesco suspiro, Arruza y el milagro que permite que el pitón le toque la cintura que deja a 50 mil personas con el aire contenido, un hombre de blanco y oro que está jugando al toro en un toreo que también es blanco y áureo como las espigas.

Escritos que van más allá de la simple enumeración de hechos que parecen develar el verdadero sentido y misterio del espectáculo, sistemáticas dicotomías entre espíritu y materia, inteligencia e instinto; hombre y bestia; fiesta y drama que codifican una antología por demás apasionante.

Septién García, Carlos. "Crónicas Taurinas". Ediciones del Gobierno del Estado de Querétaro. Colección Autores de Querétaro. 1991.