Después de plantear el desolador panorama que enfrenta la industria taurina ante el COVID-19, en un comentario editorial de este portal se han lanzado una serie de interesantes preguntas: "¿Qué hará la fiesta de los toros para reinventarse? ¿Cómo saldrá de esta grave problemática? ¿Qué harán los empresarios para atraer público a las plazas? ¿Cuál será la mentalidad de los toreros en el futuro? ¿Cómo gestionarán los ganaderos sus hatos para no perderlos y rentabilizar sus bancos genéticos?"

Innovación proviene del latín innovare y quiere decir novedad. Coloquialmente lo utilizamos en el sentido de nuevas ideas, inventos y su aplicación en las empresas y en la economía. Schumpeter fue quien introdujo este concepto en su "teoría de las innovaciones", donde explicaba que economía y la sociedad cambian cuando los factores de producción se combinan de una manera novedosa. 

Y vaya que el mundo ha cambiado desde que Schumpeter publicó su obra a finales de los años treinta del siglo pasado. El mundo de los negocios actual –en donde está inmersa la tauromaquia como un espectáculo público– es diverso y complejo, rápidamente cambiante, rico en conocimientos, con mucha competencia y esta competencia global. En ese mundo cambiante, de competidores ágiles es insuficiente una visión conservador que busque prioritariamente mantener el comportamiento acotado y los resultados predecibles. 

Ante el cambio se requiere adaptación. Para la adaptación, requerimos flexibilidad. Para la flexibilidad se necesita aprendizaje. Y para el tipo de aprendizaje requerido hacen falta nuevos modelos, modelos dinámicos.

Desafortunadamente, la Fiesta Brava mexicana llevaba décadas aletargada, intentando copiar lo que sucedía en España y dejándose manipular por las figuras de ultramar. 

Ante la crisis sanitaria, escuchamos noticias que los ganaderos españoles van a sacrificar ganado y así reducir costos. En México, en cambio, con gran imaginación inventan tientas a puertas cerradas para conseguir recursos que permitan resarcir las pérdidas ocasionadas por la pandemia. 

Paco Carmona y José Morente  afirman que México marca la pauta en el toreo moderno. "A México en el toreo, le echamos en España mucha menos cuenta de la que merece. Y, en nuestra opinión, allí se cuecen muchas de las claves de lo que luego vemos por nuestras plazas. No podemos negar que existen influencias mutuas pero la gran capacidad creativa de los toreros mexicanos alentadas por un público más predispuesto, hace que sea mayor la incidencia del toreo mexicano en el español que al revés. Lo contrario de lo que siempre se ha dicho o pensado" (Blog La razón incorpórea).

Ojalá que los taurinos mexicanos aprovechen la pandemia para liberarse de la tauromaquia española buscando un equilibrio entre tradición e innovación. El amor a la tradición no es en modo alguno incompatible con el afán de progreso. Porque una tradición que no se renueva mostraría que está muerta, y sería entonces una carga que habría que arrastrar sin saber por qué. Por otra parte, el progreso es imposible si no surge de una historia pujante, como la del toreo mexicano, que ahora puede florecer.

Como lo señala Rafael Gómez Nava: "Innovar es un mandato que exige identidad, pues esta da sentido, distingue y consigue que la iniciativa de hacer empresa sea verdaderamente valiosa".

Ante la crisis ocasionada por el COVID-19, el pasado y presente se dan cita con el tiempo futuro. Es el momento que los taurinos nos comprometamos con la innovación. Porque para un espectáculo como la tauromaquia, el nombre actual de fidelidad a su propio proyecto es innovación. Esta exigencia puede resultar incómoda para la razón perezosa, dispuesta a repetirse con tal de no realizar el esfuerzo de pensar lo nuevo. Pero es la única forma efectiva de superar la adversidad y, al mismo tiempo, encontrarnos con la verdadera tradición mexicana.