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El comentario de Juan Antonio de Labra

Jueves, 20 Feb 2020    CDMX    Juan Antonio de Labra | Opinión     
"...el toro funge como principal protagonista de una celebración..."
Parece que de unos años a la fecha la Península de Yucatán ha ganado en exposición, y las noticias desde el sureste mexicano fluyen con más constancia hacia el centro del país, que poco a poco va reconociendo en este singular territorio su importancia para la tauromaquia.

Porque si bien es cierto que Mérida, y su histórica plaza, acapara la atención de los acontecimientos, debido a su mayor cobertura mediática, no hay que dejar de reconocer la relevancia de la actividad anual que hay en los 106 municipios que conforman el territorio yucateco.

En todos ellos pervive una enorme tradición taurina y se celebra una abultada cantidad de festejos, algunos formales, otros no tanto, pero todos con el mismo denominador común del toro de lidia como parte indispensable de las fiestas del santo patrón de cada localidad.

De tal forma que el toro funge como principal protagonista de una celebración donde el ritual taurino que viene a conformar esa maravillosa simbiosis entre lo indígena, en este caso propio de los pueblos mayas de la región, y lo español. Vamos, sincretismo en estado puro.

Y no por encontrarse Yucatán a más de mil 300 kilómetros de la capital de México, debemos menospreciar lo que ahí acontece. Sería relevante tratar de comprender la existencia de una Fiesta con carácter propio, que se vive con pasión y entrega por parte del público.

Muestra de ello es la temporada de la Monumental Mérida, en la que la empresa que dirigen 
Alberto Hagar y Tito Basulto, demuestra el permanente cariño que sienten por su Fiesta, y la organización de las corridas, ahí donde el toro sale con todo su trapío a cuestas, en un 
espectáculo que reviste mucha seriedad.

Así que, conjuntamente con la plaza "Nuevo Progreso" de Guadalajara, la Monumental Mérida es el otro escenario torista de la República Mexicana, y si a veces sus autoridades son un tanto intransigentes, o poco flexibles, todo va en consonancia con ese orgullo yucateco por conservar la seriedad.

En este coso que tiene 90 años de haberse edificado, ha pasado lo más granado de la torería mundial, y en sus tendidos se han sentado aficionados de cepa que viven con interés todo lo que sucede no sólo en Mérida y los municipios más representativos del estado, donde los resultados de sus festejos tienen más repercusión hacia el exterior, sino lo que acontece en el resto de México y España.

Por ello hay que entender a Mérida como un bastión del sureste mexicano, y conferirle importancia a lo que ahí sucede, pues significa estar atentos a una forma muy peculiar de vivir la fiesta de los toros, que representa un aire fresco para la tauromaquia de México.


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