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"Es un honor ser juez de plaza": Marimar de Ávila

Miércoles, 12 Feb 2020    Monterrey. N.L.    Martín Banda | Foto: Aldo González   
Es la primera juez de plaza en la historia de la tauromaquia de México
En un medio tan hermético como es el de la Fiesta Brava, en su mayoría dirigido y actuado por el hombre, la mujer desde el siglo pasado se ha ido abriendo paso poco a poco hasta figurar de pronto en algunos papeles de importancia en el espectáculo.

Ya sea como ganaderas, toreras, apoderadas, doctoras o periodistas, las mujeres han irrumpido en la escena taurina con mucho éxito, sobre todo las que decidieron abrazar la profesión dentro del ruedo como novilleras, matadoras, banderilleras, rejoneadoras e incluso picadoras de toros, como lo señalan las estadísticas taurinas, sobreponiéndose muchas de ellas a prohibiciones como las de España a principios del siglo pasado.

Basta recordar para nuestras actuales generaciones de aficionados, algunos nombres de mujeres en el toro como lo han sido la rejoneadora peruana Conchita Cintrón, o las matadoras españolas Cristina Sánchez y Mari Paz Vega, o la mexicana Hilda Tenorio, por citar algunas, quienes han figurado en carteles que hemos visto en los últimos 50 años o menos.

En México sólo faltaba que a los puestos ya descritos anteriormente figurara la de una mujer juez de plaza, pero no le cause sorpresa: en el estado de Zacatecas, la psicóloga de profesión Marimar de Ávila, reconocida aficionada, nieta de ganaderos, sobrina, tía y prima de toreros es ya oficialmente la primera juez de plaza que ejerce esta función en el biombo en México.

"Tengo cinco años como asesora del juez de plaza en la Monumental de Zacatecas y en la Feria de Jalpa, de diciembre pasado, me invitaron por parte de la Comisión Taurina y el Cabildo para presidir como máxima autoridad y ya tuve mi debut en Jalpa, como juez de plaza", expresa orgullosa la gentil zacatecana.

Cuenta que proviene de una familia taurina y que por lo tanto el haber nacido, crecido y vivido en ese ambiente taurino, fomentó en ella el gusto por la tauromaquia.

"Mi abuelo fue don Manuel Ibargüengoitia, ganadero de San Antonio de Triana y lo Llaguno también lo llevo en la sangre. Mi mamá, Rosa María Ibargüengoitia Cortázar, fue la hija más grande de mi abuelo Manuel, que tuvo ocho hijas, y es por ellos, por mi mamá y mi abuelo, a quienes les debo esta pasión y amor que siento por la fiesta de los toros", dijo.

Su tía Bertha, una de las ocho hermanas, fue esposa del matador regiomontano Manolo Martínez y sus primos son los matadores Manolo Martínez, Luis Ignacio Escobedo y Andrés Suárez del Real. También son sus primos Antonio y José Miguel Llaguno, descendientes de sangre ganadera, de los hierros de Torrecilla y José Julián Llaguno.

"Mi papá murió cuando yo tenía unos cuatro años, así que mi abuelo fue prácticamente como un padre para mis otras dos hermanas y para mí. Con él pasábamos la mayor parte del tiempo en el rancho en Villa de Coss, y nuestros juegos a veces eran acompañarlo mientras él revisaba los libros de la ganadería y nos ponía a nosotras a hacer lo mismo en nuestros propios cuadernos", recuerda con nostalgia.
 
A su tío Manolo Martínez, lo vio poco, debido sobre todo al gran ajetreo que vivía la entonces figura viajando de un lugar a otro.

"Como torero es alguien a quien admiraba y respetaba mucho. Como tío, pocas veces llegamos a coincidir, pero las veces que lo vi siempre me impuso muchísimo respeto", dijo.

Culminada su carrera profesional de la que se graduó como psicóloga clínica y ejerció un año y medio, Marimar encaminó sus pasos a la vida política de Zacatecas, en la que se ha desenvuelto todo este tiempo.

Fue a partir de entonces cuando se dio la oportunidad de formar parte del biombo de la autoridad en la monumental de su tierra, como asesora.

"Al principio yo no estaba muy convencida. Nunca me imaginé haciendo algo así y la forma en que a mí me enseñaron a ver los toros es muy distinta. Cuando hablé con el juez, Manuel Esparza, le dije cómo veía yo al toro y lo que desconocía de suertes.

"Él me dijo: "es precisamente lo que quiero, yo como aficionado estoy más inclinado a verlos como aficionado y el que tú los veas de otra manera eso ayudaría a que hiciéramos muy buen equipo" y la verdad así ha sido estos cinco años. Nos hemos entendido increíblemente y hemos hecho un buen trabajo. Nunca me imaginé estar en una posición así. Espero que este año siga la invitación y lo mucho o lo poco que pueda aportar, ahí estaré", señaló.

Y esa forma de ver los toros de una manera distinta, pronto dio frutos para la mancuerna Juez–Asesora.

"En la primera corrida de Feria venía un encierro de Caparica. En el sorteo había cierta discusión sobre si se jugaba o no uno de los toros. A mí me gustaba mucho ese toro y se lo comenté al juez y me escuchó. Ahí me demostró que siempre me iba a dar mi lugar y que en verdad iba a tomar en consideración mis consejos. Lo metió a jugar y fue el mejor toro de ese año. Lo lidió Sergio Flores y para mí, en los cinco años que llevamos ha sido la mejor corrida que he visto", aseguró.

Pero siendo un espectáculo dominado por los hombres, ¿cómo la recibió la afición en la plaza en cuanto notó su presencia en el biombo de la autoridad?

"El primer año fue difícil porque honestamente el mundo de los toros es un mundo completamente de hombres y sí fue como raro ver a una mujer en el biombo. Incluso desde el primer día en el sorteo la gente se sacaba de onda, no tenían idea de porqué estaba ahí y había cierta incomodidad, pero el juez me presentó con los apoderados y agarraron la onda.

"Conforme fueron pasando los días y las corridas me fui ganando mi lugar y demostrando que no estaba nada más por moda o un tema de género. Pero si tienes el conocimiento y te ganas el lugar, es la mejor manera de demostrarlo y creo que lo logré. Ya llevo ahí cinco años".

Con esta experiencia adquirida, a fines del año pasado llegó la oportunidad de presidir ahora sí, como juez o jueza de plaza, el palco de la autoridad en Jalpa, Zacatecas.

 "He presidido dos corridas. La primera fue muy accidentada por el tema de los chiqueros ya que esta plaza no los tiene como tal y más bien son cajones tipo jaripeo o rodeo. Uno de los toros se inutilizó. Se batalló un poco con los apoderados, pero no les quedó de otra, se portaron bien y fueron educados.

"En la segunda el primero del año, el matador Zotoluco, quien vino como apoderado de Joselito Adame, me deseó mucha suerte, fue muy caballeroso conmigo y sus palabras sí me llegaron y la corrida al final salió muy bien. La gente se portó muy bien de que estuviera ahí, me sentí muy a gusto con ellos".

En Jalpa, la jueza De Ávila cuenta con el apoyo de Roberto Barrio Medina, como asesor y con Francisco Javier Enríquez Martínez, como juez de callejón.

Pero… ¿qué pasará el día que tenga que presidir una corrida en la que actúen sus primos Ibargüengoitia y estén las tías y tíos reunidos en el tendido?

"Ya me ha tocado con ellos en Zacatecas y ha sido difícil, la verdad sí es complicado. No falta quien diga que se comprometen los intereses. He estado como asesora y el juez es el que tiene la última palabra, pero no sé qué pasaría el día que esté frente a ellos como jueza. Si les va mal me dará mucha pena. Si se vuelve complicado, pero en ese momento tienes que desligarte de todo", afirmó.

Cuestionada si anhela que llegue ese "día familiar", la implacable juez asegura que solo hará valer el reglamento, como le corresponde, incluso tratándose de José Tomás, el torero que más admira.

"La verdad sí me gustaría muchísimo presidir una corrida de ellos. Si me toca, me toca, pero tanto que esté deseando yo creo que no. Ni ellos tampoco lo creo. No es que sea severa, pero ellos saben que, si se les va el toro, se les va... puedo ser un poco estricta, ellos no estarían muy ansiosos de que llegara ese día. 

Lo que realmente deseo es que mi labor no solo sea ir y dar orejas, sino que tenga trascendencia e importancia mi función como jueza de plaza. Para mí como mujer es un honor, pero que ese reconocimiento sea más por mi trabajo, que es lo más importante", finalizó.


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