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Fallece el matador Fernando de la Peña

Viernes, 06 Dic 2019    CDMX    Juan Antonio de Labra | Foto: Archivo   
Debido a una complicación respiratoria, a la edad de 80 años
El matador Fernando de la Peña falleció esta madrugada en Monterrey a las 04:45 horas, como consecuencia de una complicación respiratoria, luego de haber estado delicado de salud en las últimas semanas, aunque siempre de buen ánimo no obstante su condición de invalidez que lo mantuvo postrado durante cuatro largos años.

Fernando Peña Monsiváis nació en Monterrey, 16 de marzo de 1939, y se aficionó a los toros en su adolescencia, a mediados de los cincuentas, cuando empezó a ver torear a un primo hermano, Manuel González, que ya andaba rondando la taurinísima Monterrey, la agreste ciudad norteña que ha parido un puñado de excelentes toreros.

Su cercanía a los novilleros de la época, entre los que destacaban Américo Garza "Romerita" o Héctor Saucedo, fue aprendiendo el oficio. Escuchaba hablar de toros en los cafés de las calles de Zaragoza y Allende. Y fue el gran taurino y exigente escritor taurino don Evaristo "Tito" Osuna, el primero en advertir sus cualidades durante un festival, y su recomendación le sirvió para debutar como novillero el 8 de septiembre de 1957 en la Monumental. En este primer festejo le cortó dos orejas a un novillo de La Playa, la emblemática ganadería doña Bertha Domínguez de Quijano.

A partir de entonces su carrera novilleril tomó vuelo y actuó en 70 festejos, siendo la Plaza México uno de los escenarios que avaló sus finas maneras. Su presentación en el coso de Insurgentes tuvo lugar el 3 de julio de 1960 con novillos de Santa Martha. Toreó hasta once novilladas sin tocar pelo debido a su inconsistencia con la espada. No obstante, salió a hombros varias veces porque dejó su sello de torero artista, y hasta consiguió llenar en dos ocasiones la plaza en sendos mano a mano con Jaime Rangel.

En 1962 marchó a España de la mano del taurino Rafael Torres, cuyo padre había sido apoderado de Jesús Córdoba. En ese primer año toreó 19 novilladas y pisó la plaza de Las Ventas de Madrid hasta en cuatro ocasiones, siendo una de ellas en la isidrada de 1963, que tuvo lugar el 25 de mayo. Y en su palmarés en Madrid consta el corte de un par de orejas: la primera el 29 de julio de 1962, y otra más el 1 de mayo de 1963, respectivamente.

En Sevilla se quedó anunciado en la feria de abril del 63 ya que pescó una neumonía que lo tuvo enfermo varias semanas. Sin embargo, una vez repuesto pudo actuar en otras plazas como Barcelona, Valencia, Zaragoza o San Sebastián, con buenos resultados.

Fue precisamente en la desaparecida plaza de "El Cofre" cuando Antonio Ordóñez lo vio torear y lo puso en Madrid con una novillada suya. El recado que le mandó el mítico rondeño fue gratísimo para sus oídos: "Díganle al mexicano que toreé a mis novillos con el capote como lo hizo el otro día en San Sebastían".

Después de esta fructífera incursión española, De la Peña tomó la alternativa en la plaza de Barcelona, hecho que tuvo lugar el 12 de septiembre de 1963, de manos de Antonio Bienvenida. 

El toro del doctorado se llamó "Fechorías", perteneciente al hierro de Graciliano Pérez Tabernero. Y en Las Ventas, Antoñete le entregó los trastos en presencia de Luis Parra "Jerezano" para que lidiara un toro de Escudero Calvo. En esta corrida sufrió una cornada en la axila derecha y no pudo matar al segundo toro de su lote.

En la Plaza México confirmó su doctorado el 12 de enero de 1964, de manos de su paisano Humberto Moro, que le cedió la muerte del toro "Jaleador" de la divisa de José Julián Llaguno, ante la mirada de Joaquín Bernadó.

Cuando parecía que la carrera de Fernando de la Peña iba a consolidarse, tras su confirmación en la México, mantener la dignidad le apartó de los ruedos. En esa época el empresario era el inefable cubano Ángel Vázquez, que presionó con un grupo de toreros para que no cobraran derechos de televisión. Fernando estaba entre los opositores, que lideraban Luis Procuna y Jesús Córdoba. Esta actitud le costó su carrera. A la edad de 34 años, en 1974, cuando ya no soportó más el veto, decidió retirarse.

Desde entonces se buscó la vida decentemente, sin amarguras, primero en una fábrica de madera y desde hace algunos años, a los más recientes, comercializando unas preciosas imágenes religiosas en cerámica que se pueden admirar en distintas plazas de tientas de las ganaderías mexicanas o en las capillas de las plazas de toros. Su trato sencillo y refinado siempre fue un atinado bosquejo de su toreo.

Una operación de espalda lo confinó a estar sin caminar, y así aguantó estoicamente varios años en los que no perdió su buen humor y ganas de vivir siempre enterado de lo que pasaba en el mundo del toro, con una entereza y una dignidad que le honran.

Desde aquí enviamos nuestras más sentidas condolencias a su familia, especialmente a su esposa, Irene Quiroz, y a su hija Fernanda.

Los servicios funenarios del matador De La Peña se realizarán este viernes, entre las 20:00 y las 00:00 horas, en Capillas Valle de la Paz, de la Avenida Alfonso Reyes 408, colonia Los Sauces, en San Pedro Garza García. El sábado estará abierta de 08:00 a 12:00 horas, y a las 13:00 horas se llevará a cabo una misa. Descanse en paz este gran ser humano y querido amigo.


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