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Tarde de aprendizaje en Cadereyta

Domingo, 18 Ago 2019    Cadereyta, N.L.    Martín Banda | Foto: Toño Ortíz          
Donde el Zapata se alzó como triunfador al corte de tres orejas
Bajo un sol abrasador y con cerca de 40 grados centígrados, se dio este domingo la corrida por el 382 aniversario de Cadereyta Jiménez, Nuevo León, donde el debutante en esta plaza, Uriel Moreno "El Zapata", se alzó como el máximo triunfador al cortar tres orejas y salir a hombros de los aficionados.

Fue de por sí una corrida sofocante, por el bochorno natural del clima, el que ocasionó también que el tendido de sol estuviera casi desierto, pero quienes estuvieron a la sombra sí que disfrutaron de una entretenida tarde con la terna de toreros-banderilleros que levantaron al público de sus asientos en más de una ocasión.

Diríamos además que fue una corrida de tres generaciones, encabezada por el veterano Enrique Garza, único torero en activo de la tierra de las escobas y merecedor natural de estar en el cartel de aniversario de su tierra, justo a una semana de que cumplió 52 años y muy cerca de celebrar también los 30 de alternativa.

En medio, Uriel Moreno "El Zapata", con 23 años de alternativa y 44 de edad. Éste fue apenas su debut en tierras jimenenses y después de un dilatado retorno ante la afición de Monterrey, donde su anterior actuación había sido en octubre del 2011 en una de las ya desaparecidas Corridas de la Beneficencia del Hospital Universitario, que estuvieron vigentes hasta el 2014.

El tercero en el cartel fue Sergio Garza, el más novel matador norteño y quizá el que más actuaciones ha tenido en los últimos dos años desde que tomó la alternativa en 2017.

Como es de suponerse, la corrida tuvo sus momentos de clímax en el segundo tercio. En el abre plaza, Garza ejecutó sendos cuarteos de los que salió limpiamente de la suerte. En el segundo toro, Uriel realizó su creación del Par Monumental 3 en 1, y a partir del tercer toro los matadores en turno invitaron a sus alternantes a adornar el morrillo. Hubo pares sobresalientes y otros de mayor exposición que fueron igualmente premiados por el público.

De Quique Garza y El Zapata se impone decir que por su puesto es la experiencia la que le han arrebatado a sus años de lucha, a diferencia del tercero que aún está en la etapa de aprendizaje.

Garza, vestido de grana y oro, mantiene esa prestancia de quien sabe como llevar la lidia de sus toros y el que impone su presencia como director de lidia. Su primero brincó al callejón y sembró el pánico. El torero ya pintando canas, puso orden y pronto se adueñó de la situación, volviendo a poner de pie a los aficionados solo hasta después de que colocó tres estupendos pares de banderillas. 

Su faena, práctica, que inició con un cambiado en los medios, no necesitó más que de los muletazos justos a un toro que se prestó para el lucimiento del artista. Dos viajes con al acero y cuatro descabellos requirió para liquidarlo.

Breve de capa, fue el preámbulo a un extraordinario puyazo al cuarto de la función que tuvo su mérito. Luego la faena volvió a ser una calca de la primera, con muletazos sobrios por ambos lados y sólo un adorno con la regiomontana al final del acto, evocando a uno de sus maestros. Después un pinchazo y otra ración entera perpendicular y contraria le privaron de tocar pelo.

Precisamos con toda intención la edad de los matadores párrafos arriba de esta crónica y sus trayectorias, puesto que en años recientes hemos visto como han acudido a la plaza nuevas generaciones de aficionados jóvenes, muchos de los cuales de seguro no conocían por ejemplo hoy a El Zapata.

Pues bien, el toreo vistoso con el que el tlaxcalteca recibió a su primero de limpias largas afaroladas al hilo de tablas y el posterior Par Monumental en el centro del ruedo, arrancaron en éste nuevo público carretadas de aplausos que se traducen en un promisorio futuro de la fiesta en los tendidos, ávido de "nuevas cara"” en el ruedo y de propuestas diferentes a las acartonadas y frías clases prácticas que repetidamente vemos en los toreros de escuela.

El Zapata le cortó la oreja a su primer enemigo, mientras que al segundo que poco se prestaba para su lucimiento, lo fue consintiendo con esa manera tan peculiar de lidiar a los toros. Con ese particular estilo heterodoxo, el brazo izquierdo distante del cuerpo y los dedos de la mano rígidos, encorvando la figura y a su vez, alargando los muletazos, suaves y templados, dimensionando el trazo largo y que arrancaron los olés de los “entendidos”.

Detalles que el taurino común descalifica en cierto grado, pero que el necesitado nuevo público de las plazas, ese que va para ver y aprender acepta, sin reproche. Por si fuera poco, Uriel cobró la mejor estocada de la tarde, en otra tarde de aprendizaje para el público joven, y se le concedieron las dos orejas sin discusión.

Al lado de estos dos "gallones", algo debe haberle quedado para su aprendizaje a Sergio Garza, un torero todo valor, el que parece no conocer el miedo, el que está dispuesto a salir una tarde sí y la otra también a exponer el físico, quizá de más cuando apenas está dando los primeros pasos.

Es cierto sí, ya salió a hombros junto con Castella, pero de aquella noche de la alternativa hace casi dos años, el 3 de noviembre del 2017, a ayer en Cadereyta, mínimos han sido los avances.

Sus maestros y quienes le apoderan serán siempre sus mejores consejeros y quienes le dirán cómo va evolucionando en cuestión de técnica. Pero también debe escucharse la voz del público y no sólo a los familiares y amigos que a veces con sus aplausos y gritos son quienes equivocan al torero. En el tendido se percibe de los viejos taurinos ese poco avance que se comenta.

Como un paréntesis, algunos de los toreros gustan de iniciar su labor con largas a una mano (para mi gusto mucho mejor los faroles a dos manos bien ejecutados) o también los que se van de hinojos al centro del ruedo en una suerte que puede resultar tanto peligrosa, como efímera. –Sólo hay que recordar a Franco Cardeño en Sevilla– Los toreros de hoy se olvidan del porqué una buena verónica, es llamada el lance fundamental del toreo de capa.

Pues bien, vimos a Sergio bien de capa, bullidor con las banderillas (aunque prefiero un buen sesgo o un cuarteo antes que un quiebro), pero con la franela se viene a menos. Vamos, faenas sin plan ni estructura… un derechazo aquí, luego un moliente acá, un natural allá, en donde hace falta un grito sabio desde el callejón que ubique a Sergio en qué momento va su trasteo.

Además, en los momentos apremiantes, el regiomontano gusta de deshacerse fácilmente de sus zapatillas y en ocasiones hasta de la casaca, elementos fundamentales que visten con elegancia a un torero. Ojalá que tome algunos buenos consejos pues de él depende madurar y crecer. Las opiniones y críticas a tiempo en buena lid suelen ser siempre para ir al frente y mirar a lo alto...

En el festejo se lidió un encierro de Golondrinas, bien presentado, de juego desigual, pero del que sobresalió el quinto cuyos despojos fueron despedidos por aplausos de la concurrencia.

Ficha
Cadereyta, N.L.- Plaza "Cadereyta". Media entrada en tarde calurosa. Corrida del 382 aniversario de la Fundación de la ciudad. Toros de Golondrinas, bien presentados y de juego variado. Pesos: 485, 502, 500, 515, 490 kilos. Enrique Garza: Ovación en su lote. Uriel Moreno "El Zapata": Oreja y dos orejas. Sergio Garza: Ovación y silencio. Incidencias: Al terminar el paseíllo se develó una placa al finado maestro Edmundo Cantú, quien fuera director de la banda de música durante varias décadas en esta localidad.



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