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Una inmensa muestra de solidaridad

Domingo, 30 Jun 2019    CDMX    Felipe Aceves | Foto: Ruizesparza      
Luego del torrencial aguacero que se vivió previo al festejo
Participar en la fiesta de los toros, en cualquiera de sus facetas requiere una gran dosis de amor. Hoy, la afición –por delante– los empresarios, los toreros y las cuadrillas, lo han demostrado con creces. La impresionante granizada que cayó sobre Tlaquepaque dejó el ruedo de la placita "El Centenario", con al menos 50 centímetros de hielo. 

Y todos, en un esfuerzo sin precedentes, echaron "palante", hasta dejar la arena en razonables condiciones, con tal de que se diera el festejo. La respetabilísima afición que se dio cita en San Pedro fue capaz de esperar más de dos horas con paciencia, mientras se realizaban labores, hasta que pudo darse el festejo.

Con todo y eso, el ruedo ofrecía un alto riesgo para los lidiadores. Sin embargo, había que cumplirle a la paciente concurrencia, la que ovacionó a los toreros en el paseíllo y los llamó al término del mismo para aplaudirlos con cariño. Así, pudimos disfrutar de otro buen encierro de San Constantino, que hoy refrendó el éxito de ayer sábado.

Xavier Ocampo lidió al primero de la tarde. Y al igual que sus compañeros de cartel acusó la falta de torear. "San Pedro" era, como decían los antiguos, de dulce; templado en su embestida, con humillación, obediencia y prontitud. Ocampo realizó par de lances fundamentales, que remató con bonita media a pies juntos. 

Con la muleta consiguió un par de buenas series, una por cada lado, para entregarse en la suerte final y salir empitonado feamente, por fortuna, sin nada que lamentar. Se dio a pinchar hasta escuchar un aviso. Pero el público apreció la disposición, y después de aplaudir al toro en el arrastre llamó a Xavier a saludar en el tercio.

Pepe Murillo hubo de tragar en su turno la confusión de que, por las malas condiciones de los toriles, se iba a correr el turno para que se lidiara el cuarto de la tarde. La autoridad se impuso y saltó al ruedo el correspondiente a Murillo. Lo recibió con par de verónicas y el remate por revolera. Su quite fue por saltilleras ceñidas que la parroquia apreció. 

Con la muleta llevó por alto a "Granizo", hasta el centro del ruedo, donde se enredó con muletazos por la diestra de buena factura. El de San Constantino iba a más. Pepe se recreó, incluso, con una arrucina que hizo al público saltar del asiento. El entendimiento por el lado siniestro fue menor, aunque el remate fue muy jaleado. 

Concluyó su labor con la dosantina, ligada al cambio de mano, y sabroso abaniqueo por la cara. Media en buen sitio, que no bastó. Aviso, ovación y aplausos al toro en el arrastre.

"Gran Padre" correspondió a Julio de la Isla. Acorde a su personalidad, Julio estuvo a punto de cuajar, ese toreo de pellizco, aunque a punto de lograrlo, nos dejó con la esperanza. Pinchazos y una entera. Escuchó un aviso y palmas. Y hubo palmas para el toro en el arrastre.

De la Isla obsequió un toro que lidió en quinto lugar, pero la falta de torear le pasó factura. No obstante, he de quedar consignada una serie con la diestra que tuvo ese pellizco del que hablábamos. Bramó el tendido. Escuchó un aviso del palco de la autoridad.

El recientemente alternativado Arturo De Alba tuvo sus mejores momentos en el quite. Con el capote a la espalda giró a favor del viaje del toro, donde alternaba los lados. La parroquia lo ovacionó fuerte. Cubrió el segundo tercio, con más voluntad que acierto. Con la muleta fue aplaudido, a pesar de que pechó con el único ejemplar que no tuvo las buenas condiciones de sus hermanos.


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